domingo, 28 de marzo de 2010

Es grande, ha vuelto, es la Expo: al estilo chino

SHANGHAI.- ¿Qué es más caro que los Juegos Olímpicos, cubre un vasto territorio y está obligando a países y empresas internacionales a gastarse millones de dólares? Es el último proyecto publicitario de China.

Si China trabajó muy en serio para dejar un legado tras los Juegos Olímpicos de Pekín, ahora está eclipsando todos sus anteriores esfuerzos para la Expo Mundial de Shanghái, gastando 4.200 millones de dólares en reinventar la exposición mundial en una explosión de extravagancia.

Mientras que las anteriores expos de Zaragoza y Hanover pasaron desapercibidas en la agenda mundial, Shanghái está armando tal alboroto en su promoción, que los países irán a por todas para impresionar a los 70 millones de visitantes estimados.

De los 191 países presentes, la mayoría están invirtiendo cantidades récord en la construcción de pabellones, mientras sus gobiernos están tomando la iniciativa en el grueso de la inversión y sus jefes de estado, incluyendo el presidente de Francia, Nicolas Sarzozy, prometiendo hacer apariciones.

"La Expo juega en la misma liga que los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol", dijo Dietmar Schmitz, comisario general del Ministerio de Economía y Tecnología alemán.

Alemania gastará 67 millones de dólares en su pabellón, que permitirá a los visitantes probar platos tradicionales como la salchicha bratwurst y el codillo de cerdo de Baviera.

El pabellón "espacial" de Arabia Saudí, que cuenta con palmeras del desierto y una pantalla de cine de 1.600 metros cuadrados (aproximadamente un cuarto del terreno de un campo de fútbol), está casi terminado, destacando frente al barro de los escombros de construcción y los sitios adyacentes sin terminar.

El pabellón saudí, de 146 millones de dólares, es el más caro, frente al gasto de Australia de 76 millones de dólares, o de Francia, de 68 millones de dólares.

China es el primer país en vías de desarrollo en organizar la Expo Mundial, y sus responsables esperan que el evento, que se celebrará entre el 1 de mayo y el 31 de octubre, mejore la posición de Shanghái como ciudad cosmopolita.

"Permitirá a los chinos entender los países extranjeros mucho mejor y les ayudará a entendernos a nosotros", señaló Xu Wei, director adjunto de comunicación y promoción de la Expo.

El pabellón de Estados Unidos, añadió, podría ser el lugar donde los estadounidenses y los chinos podrían reunirse y comunicarse mejor.

"Shanghái será definitivamente como Nueva York en el futuro", dijo Tang Chunyan, de 30 años, un dependiente en un centro comercial recientemente renovado en el centro de Shanghái.

En la bulliciosa Shanghái, la histórica calle de comidas Wu Jiang, conocida por las albóndigas y el tofu maloliente, tuvo que cerrar antes de la Expo y sus vendedores fueron reubicados en centros comerciales con aire acondicionado.

Tand indicó que la remodelación del "xiao chi", o la calle de la comida o aperitivo había sido una buena idea porque creaba un ambiente más limpio.

"Es triste que se haya acabado con el viejo estilo, pero demuestra que Shanghái se está desarrollando rápido".

Aunque Shanghái está sacando a los vendedores ambulantes y a otras monstruosidades de sus calles al igual que Pekín hizo antes de los Juegos Olímpicos, el evento no está dirigido principalmente a un público internacional. Los responsables esperan que sólo el cinco por ciento de los visitantes sean de fuera de China.

"La mayor parte de la atención es China y el gobierno chino se promociona a sí mismo y sus capacidades hacia sus propios ciudadanos", señaló Greg Hallahan, estratega de riesgo empresarial de la consultora PSA Group en Shanghái.

El gobierno de Shanghái se ha gastado 45.000 millones de dólares en mejorar el transporte y la infraestructura y 700 millones de dólares en renovar el histórico Bund, el paseo situado frente al río. En sólo un año, la ciudad ha duplicado el recorrido de las vías del metro hasta los 420 kilómetros y ha abierto una nueva terminal del aeropuerto para acomodar a los decenas de miles de visitantes diarios.

Mantener la ciudad segura es uno de los mayores retos, dicen los responsables de la Expo, mientras las medidas de seguridad ya están en marcha.

La Policía monta guardia con perros en el sector financiero de la ciudad y ha distribuido un folleto a los trabajadores para que identifiquen bombas. Los pasajeros del metro pasan controles similares a los del control de equipaje de los aeropuertos.

Mientras que Shanghái se enorgullece de celebrar un "evento de clase mundial", no todos los residentes sienten que se están beneficiando del escaparate de la exposición.

"La Expo sólo está mostrando que China tiene dinero, que está usando el dinero de la gente para hacerlo", dijo un taxista de Shanghái de 54 años que se identificó con el nombre de Chang.

"No está mostrando que China se está desarrollando. China todavía tiene mucha gente pobre", apuntó Chang, añadiendo que su familia podría ver la Expo en la televisión antes que pagar una entrada de 160 yuanes.

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