domingo, 21 de marzo de 2010

En Islandia, los nuevos pobres forman fila para poder alimentarse

REIKYAVIJ.- La crisis del otoño de 2008 que llevó Islandia a la bancarrota sumergió cruelmente en la pobreza a miles de familias otrora prósperas, que hoy se ven obligadas, como la de Iris, a vivir de la caridad, gracias a asociaciones benéficas de distribución de alimentos.

Cada semana, en su pequeño depósito de Reikjavik, la Ayuda Islandesa a las Familias distribuye víveres necesarios para las 550 familias inscritas, una cantidad tres veces mayor desde que comenzó la crisis. La asociación distribuye leche, pan, huevos, latas de conserva, entre otros alimentos.

Hace apenas dos años los islandeses vivían en la opulencia, pero después de la crisis los signos visibles de pobreza se multiplican en esta isla del Atlántico Norte. La clase media fue duramente afectada por el aumento del desempleo, que pasó bruscamente del 1% al 9% en sólo un año, y por el costo de los créditos.

La otra consecuencia de la crisis, poco habitual en la época en que Islandia figuraba entre las naciones más ricas del mundo, es la xenofobia. En el centro de ayuda tuvieron que renunciar a dar alimentos a los extranjeros, en su mayoría polacos.

Islandia, isla de unos 320.000 habitantes, se vio gravemente afectada en octubre de 2008 por la crisis económica, que provocó la bancarrota de sus tres principales bancos.

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