domingo, 28 de marzo de 2010

Los cultivadores afganos de adormideras, en medio del fuego cruzado

KABUL.- Proveedores de los mayores carteles de droga del mundo, que compran el producto de sus cultivos a término, los cultivadores afganos de adormideras están en medio del fuego cruzado de los talibanes y de las tropas de la OTAN y del ejército afgano.

"Sabemos que el gobierno inició una campaña para erradicar el opio", comenta Haji Azfal (su nombre fue modificado), un campesino de Gereshk, en la provincia del Helmand, al sur de Afganistán. "Algunos están inquietos, aún cuando sabemos que su campaña no puede llegar a nuestro distrito porque los talibanes resistirán y les atacarán", agrega el campesino.

Helmand es el escenario de la operación 'Mushtarak' ('Juntos'), una ofensiva coordinada de las fuerzas aliadas y las tropas afghanas, centrada en el distrito de Marjah, para terminar con los insurgentes y los traficantes de droga que controlan la zona y para restablecer el control del gobierno.

Las tentativas efectuadas hasta ahora han culminado en fracaso. Ni la policía, ni la función pública afgana, proclives a la corrupción, han conseguido imponer su autoridad en la provincia.

"Pero tenemos miedo de los soldados", prosigue Azfal. "Si la operación se lleva a cabo bien en Marjah, quizán van a querer extenderla a otros lugares del Helmand", agrega.

El campesino teme que su parcela quede en medio del fuego cruzado del gobierno afgano, sus aliados occidentales, los insurgentes talibanes, y los traficantes de droga que obligan a los agricultores a cultivar la adormidera, remunerando su producción o haciéndole la vida imposible si lo rechazan.

Como los productores de cereales estadounidense o los cultivadores de arroz tailandeses, Azfal vende su cosecha a término: 400.000 rupias paquistaníes (5.000 dólares), para cosechar, a mediados de abril, las largas varas de flores escarlatas de cuyos bulbos se extraerá el jugo que será transformada en opio.

El dinero recibido como avance permite comprar los ingredientes de una buena cosecha -semillas, agua, herramientas- que luego transformada en heroína es vendida en todo el mundo.

El opio afgano financia el crimen organizado, la insurrección y el terrorismo a través del país, estima la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el crimen (ONUDC), en un informe publicado en septiembre.

Antonio María Costa, director general de la Oficina y autor del informe, evoca un "matrimonio arreglado", entre talibanes, traficantes y funcionarios corruptos, que hacen de Marjah un verdadero bastión mafioso.

En Lashkar Gah, el equipo de reconstrucción provincial (PRT) -dirigido por británicos y compuesto de expertos internacionales en gobernanza, justicia, y lucha contra la droga- trata de ofrecer una alternativa a los agricultores del Helmand distribuyéndoles semillas de trigo.

"Este tipo de iniciativa antidroga disminuye la influencia de los insurgentes y aumenta la autoridad del gobierno", explica Bridget Brind, jefe adjunto del PRT. El aumento de los precios del trigo compensa la baja de los precios del opio, facilitando la transición, agregó. En un año, los precios del opio cayeron en un 30%, a menos de 50 dólares el kilo.

Pero, sobre la base de las cifras, la ONUDC lamenta "el fracaso" de estas tentativas. Según la agencia de la ONU, la producción de opio si bien disminuyó un 10% en 2009, a 6.900 toneladas, el rendimiento aumentó un 15%, pues los agricultores extraen más opio de cada bulbo de adormidera.

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