sábado, 3 de abril de 2010

Gran Vía, de Madrid, cien años de historia y modernidad

MADRID.- Apenas quedan rincones de la Gran Vía madrileña sobre los que no se haya hablado, pero esta emblemática calle madrileña sigue sorprendiendo a sus visitantes incluso cien años después de que se iniciase su construcción el 4 de abril de 1910, cuando el rey Alfonso XIII, piqueta en mano, inició unas obras con las que quería equiparar Madrid a las grandes capitales europeas.

El alcalde madrileño, Alberto Ruiz-Gallardón, ha reconocido en varias ocasiones la osadía que en aquel momento tuvo el monarca para partir el "corazón" de la ciudad en dos "en contra de la opinión pública y publicada".

Tal es la importancia que se le concede a la Gran Vía, parte de la cual fue denominada calle de José Antonio durante el franquismo, que el Ayuntamiento madrileño la utilizará como imagen en su nueva campaña turística que se exhibirá en España, Europa y el continente americano.

Uno de los grandes reclamos de esta calle son los teatros, copados sobre todo por la exhibición de grandes musicales, que han convertido a la Gran Vía en una especie de "Broadway madrileño" por el que cada fin semana pasan miles de personas para disfrutar de un espectáculo musical y, de paso, degustar alguna tapa de jamón.

En la Gran Vía existe mucha más historia de la que se podría apreciar a simple vista.

Por esta calle madrileña ha pasado, entre otros, Ernest Hemingway, periodista que cubrió la Guerra Civil desde el edificio Telefónica, una de las edificaciones emblemáticas que durante la contienda fue uno de los objetivos del bando Nacional, que albergó el centro de prensa extranjera y que hoy cuenta con una fachada que destila color y modernidad.

Por su parte, en los escaparates de la exclusiva joyería Grassy, situada al comienzo de la calle, todavía se observan los impactos de bala de algunas de las batallas de la Guerra Civil.

El paso de Hemingway por la Gran Vía fue también conocido por sus visitas al bar Chicote, convertido en una especie de embajada extranjera durante el franquismo y por el que han pasado actrices como Ava Gardner, directores de cine como Almodóvar o Amenábar y hasta el presidente estadounidense Eisenhower.

Sofía Loren, otra de las que pasó por el local, salió muy enfadada después de que Perico Chicote, por entonces dueño del bar, no quisiera regalarle a la actriz una de las miles de botellas que el empresario atesoraba allí.

El único que ha tenido ese privilegio ha sido Alexander Fleming, padre de la penicilina y que también ha pasado por Chicote durante sus estancias en Madrid.

La Gran Vía también ha sido el escenario escogido por varios directores españoles para rodar algunas escenas de sus películas, como el caso de Alejandro Amenábar con "Abre tus ojos" (en la que se veía la calle totalmente vacía) o de Santiago Segura, colgado de uno de sus edificios modernistas, con 'El día de la bestia'.

Tiene también el honor de que se la haya dedicado una zarzuela con música de Federico Chueca y Joaquín Valverde y de que el famoso chotis de Agustín Lara "Madrid" aludiera a la conveniencia de alfombrarla con claveles para recibir a la "chulona".

La mayoría de los quiosqueros de la Gran Vía están "hasta el gorro" de la presencia de los medios que estos días se ocupan de informar del centenario de esta calle.

Sin embargo, hay otros que reconocen que esta efeméride les ha venido bien para sacar "algún dinerillo" extra, como el caso de Ricardo, que tiene su puesto repleto de fotografías, estampas y calendarios conmemorativos de los 100 años de la Gran Vía.

Ya queda muy poca gente viviendo porque las constructoras ofrecen mucho dinero a los dueños para que vendan los pisos y luego construir hoteles o tiendas.

Después de comenzadas las obras, hace un siglo, la primera casa de la nueva avenida se empezó a levantar en lo que actualmente es el número 8, mientras que en la actualidad todavía queda algún solar en en el que construir una nueva aportación a la particular línea arquitectónica de la calle.

Un cierto ciclo se cerrará el lunes próximo cuando un nieto de Alfonso XIII, el rey Juan Carlos, acuda a la Gran Vía para inaugurar un monolito que recordará los cien años transcurridos desde aquel primer golpe de paleta.

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