miércoles, 21 de abril de 2010

Indignación de ambientalistas argentinos por el fallo sobre la papelera

BUENOS AIRES.- "¡Qué se vaya Botnia!", gritaban cientos de ecologistas argentinos el martes en Arroyo Verde (noreste), tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que rechazó el desmantelamiento de una fábrica de celulosa finlandesa en el fronterizo Río Uruguay.

"¡Uruguay violador!", gritaban enfurecidos, en referencia al Tratado del Río Uruguay, norma binacional que reglamenta la gestión del río que marca la frontera entre Argentina y Uruguay y a orillas del cual está ubicada la polémica fábrica.

"¡La Corte dice que la planta es ilegal y nos condena a vivir con ella!", exclama Victor Ribossin, un abogado de 51 años que forma parte de los activistas que bloquean desde el 2006 este puente internacional entre Uruguay y Argentina, que cruzaban cada año varios miles de personas.

La CIJ rechazó el martes una demanda de Argentina de desmantelar y relocalizar la fábrica de celulosa en Uruguay, en un fallo que pone fin a un largo litigio que afectó los lazos bilaterales. La máxima instancia judicial de la ONU, con sede en La Haya, estimó empero que Uruguay incumplió su obligación de informar a su vecino sobre sus planes de construir la fábrica, en un dictamen que dio parcialmente la razón a ambas partes.

"La Corte de la Haya tenía una oportunidad histórica de pronunciarse a favor de la gente y contra los intereses de los grandes grupos. Pero la dejó pasar", lamenta Jorge Campana, de 56 años. En la parte delantera de su camiseta negra se puede leer "He Dicho" y detrás "No a las papeleras".

"¡No es bueno!", resume una estudiante decepcionada, Yamila Piccini, de 17 años. "Esperábamos mucho más".

Algunos de ellos pasaron la noche esperando el fallo de la CIJ en la carretera, en torno a una gran fogata. Habían colocado sus asientos alineados ante una pantalla gigante situada en la carretera, a unos metros de la barrera que ellos instalaron y que impide el acceso al puente, como si se tratara de una sesión de cine al aire libre.

El inicio de la película parecía bueno. A las 9.50, entonan juntos el himno nacional: "Oíd mortales, el grito sagrado... Libertad, libertad, libertad". Levantan sus banderas al cielo y gritan "Ar-gen-tina". Se sienten fuertes y unidos.

Algunos jóvenes siguen la transmisión desde el techo de un autobús de neumáticos reventados, cubierto de frescos colorados y de lemas.

Minutos después, la multitud se aparta para abrir paso a la camioneta de la intendencia que vuelve del río con muestras destinadas al análisis de los niveles de contaminación. Luego, empieza la transmisión en vivo desde La Haya.

La larga lectura de la Corte es fastidiosa. Se arman de paciencia. Pero pronto las palabras suenan cada vez más favorables. Los rostros se iluminan. "Uruguay no informó como hubiese debido...", "no respetó la obligación que tenía...", "Uruguay no tenía derecho a autorizar la construcción...": la multitud exulta, se felicita, aplaude, incrédula.

Una hora después, como un mal agüero, la transmisión queda interrumpida. El viento cambia, las palabras de la Corte son cada vez más duras. "Argentina no ha presentado evidencia sobre el cambio de la calidad de las aguas..." Se oye: "Uhuhuhuhu". Uruguay, al contrario, "ha tomado medidas...". Algunos ya no aguantan: "¡Claro, el agua es excelente!". Al mediodía, la Corte considera que "la planta Orion Botnia hasta ahora ha cumplido con las normas". Alguien se ofende: "¡Increíble!".

"¡Es como el truco!", nota una joven en alusión a un juego de naipes rioplatense basado en el engaño. Los silbidos se amplifican.

La Corte le da la razón a Argentina en cuanto a la forma (Uruguay no respetó el procedimiento de información y de consulta previsto por el Tratado del Río Uruguay), pero la desestima en cuanto al fondo (no hay evidencia de contaminación y la Corte no puede requerir el desmantelamiento de la planta).

Los activistas pronto decidirán su estrategia futura en asamblea. Mientras tanto, Gilda de Beronnessi, de 62 años, pone al mal tiempo buena cara. "El corte (del puente) no se va a levantar", promete. "La lucha comienza hoy nuevamente."

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