lunes, 12 de abril de 2010

La desconfianza lastra las negociaciones post-Copenhague

BONN.- Los diplomáticos del clima esbozaron penosamente en Bonn un calendario de trabajo en un ambiente de desconfianza sobre fondo de profundas divisiones por el alcance del acuerdo de Copenhague, logrado 'in extremis' en diciembre por unos 20 jefes de Estado.

En lugar de restaurar la confianza, estos tres días de negociaciones -los primeros después de la decepción de la cumbre danesa- evidenciaron los obstáculos que jalonan el camino hasta Cancún (México), próxima cita en diciembre para intentar frenar la subida del termómetro mundial.

"Si asistimos a otro fracaso en Cancún, generará una grave pérdida de confianza en la eficacia de este proceso", advirtió Yvo de Boer, máximo responsable de la ONU encargado del clima, que procuró con todo no poner muy alto el listón.

"No debemos intentar tener respuestas para todas las cuestiones en Cancún", lanzó, y reiteró que probablemente sea necesario esperar a hasta la cita siguiente, a finales de 2011 en Sudáfrica, para llegar a un tratado de aplicación legalmente obligatoria.

Ayuda a los países más expuestos a los impactos del desarreglo climático, transferencias de tecnologías verdes, lucha contra la deforestación (una quinta parte de las emisiones mundiales de gas de efecto invernadero): el objetivo hoy por hoy es llegar más bien a "un juego de decisiones operacionales".

Pero los obstáculos se presentan numerosos.

Después de varias horas de tensos debates, los delegados de los 175 países presentes se pusieron de acuerdo la noche del domingo sobre un programa de trabajo, con dos reuniones suplementarias de aquí a Cancún, y un compromiso alambicado sobre el lugar que se debe reservar al acuerdo de Copenhague.

Este texto fija como objetivo limitar la subida de la temperatura del planeta a dos grados, pero sigue siendo muy evasivo sobre los medios para lograrlo. Prevé una financiación para los más vulnerables a corto plazo (30.000 millones de dólares entre 2010 y 2012) y plazo medio (100.000 millones anuales de aquí a 2020).

Pero el estatuto híbrido de este documento, que no fue adoptado, sino simplemente "anotado" por los delegados de los 190 países reunidos en Copenhague, complica mucho las cosas.

Oficialmente sostenido por más de 110 países, este texto de dos cuartillas y media tiene firmes detractores que denuncian las condiciones de su negociación.

Varias horas de tensos debates transcurrieron antes de que los delegados dieron mandato a la presidenta del principal grupo de trabajo, la zimbabuense Margaret Mukahanana-Sangarwe, para redactar un texto que pueda servir de base para tomar decisiones en Cancún.

El documento adoptado en Bonn no contiene ninguna referencia explícita al acuerdo de Copenhague, aunque la presidenta precisó oralmente que se tendrá en cuenta como el conjunto de los restantes trabajos.

"Las negociaciones siguen siendo muy tensas, hay mucha desconfianza", reconoció Paul Watkinson, responsable de la delegación francesa, que lamentó numerosos bloqueos. "Ciertos delegados no parecen haber integrado lo sucedido en Copenhague y la necesidad de obtener rápidamente resultados concretos".

"No es un desastre, pero esto no inspira mucha confianza para el futuro", resumía Alden Meyer, del 'think tank' norteamericano 'Union of Concerned Scientists', que recordó la necesidad de progresar en el fondo: la reducción de las emisiones de gas con efecto invernadero.

Los compromisos cifrados al día de hoy encima de la mesa sigue siendo insuficientes para inscribirse en una trayectoria de reducir a la mitad las emisiones mundiales de aquí a 2050, y así esperar mantenerse por debajo de la barra de los dos grados de subida de la temperatura media del planeta.

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