jueves, 29 de abril de 2010

Portugal azotado por la tormenta griega

LISBOA.- Portugal está bajo presión para convencer a los inversores de que sus finanzas públicas están bajo control: una tarea difícil para el gobierno socialista luego de que la calificación crediticia del país fuera degradada esta semana, según la BBC.

En 2009, el déficit presupuestario de Portugal alcanzó el 9,3% del Producto Interno Bruto (PIB) y la deuda pública se elevó al 77% del PIB.

El primer ministro, José Sócrates, informó al Parlamento sobre los planes de austeridad del gobierno. Y dice que Portugal es blanco de "ataques especulativos".

Su margen de maniobra puede ser escaso mientras los mercados exploran las debilidades de la eurozona y muchos inversionistas ven a Portugal a través de un prisma griego.

El crecimiento de Portugal depende en gran medida de sus intercambios comerciales.

Esta semana la agencia Standard & Poor's bajó dos niveles la calificación crediticia de Portugal. Así que los inversores están exigiendo un precio más alto para darle préstamos.

El Partido Popular, el menor de los dos grupos de centroderecha en el Parlamento, también culpa a los especuladores, pero dice que el gobierno no actuó con decisión y por lo tanto dejó a la economía vulnerable.

El líder del partido, Paulo Portas, advirtió del impacto mientras aumenta el costo de endeudamiento, "en el sector bancario que tendrá dificultades para financiarse a sí mismo, en empresas que se enfrentan a perder el acceso a algunos o todos los créditos, en las familias que podrían enfrentarse a un incremento en sus pagos hipotecarios a mediano plazo, y sobre todo en la confianza económica".

En 2009, el déficit presupuestario de Portugal alcanzó el 9,3% del Producto Interno Bruto (PIB) y la deuda pública se elevó a 77% del PIB.

Muchos portugueses no están tan dispuestos a apretarse aún más el cinturón, mientras los bancos siguen teniendo grandes ganancias y altos ejecutivos ganan lo que a muchos les parecen sueldos fabulosos.

Portugal, el país más pobre de Europa occidental, también tiene la distribución del ingreso más desigual después del Reino Unido.

Este jueves tuvo lugar la última de una serie de huelgas de los trabajadores del sector público: un paro de los conductores de trenes. Fue programado para que coincida con la hora de máximo tráfico de la mañana y condujo a cancelaciones e interrupciones para los usuarios.

"Normalmente estoy de acuerdo con el derecho de los trabajadores a protestar, pero hemos tenido tres días de esto, y es demasiado", dijo un empleado bancario que llegó a Lisboa en lo que describió como un atestado y lento autobús de reemplazo.

Los sindicatos dijeron que "casi con seguridad" iban a decretar nuevos paros. También preparan las usuales manifestaciones masivas del 1° de mayo, una celebración de los derechos de los trabajadores.

Pero la violencia al estilo griego no está prevista en Portugal. A los lugareños les gusta recordarle a los forasteros que el golpe de 1974, que puso fin a décadas de un régimen de facto, se cobró sólo cuatro vidas, en contraste con los acontecimientos en Grecia durante ese período.

Martín Avillez Figueiredo, editor del diario i, acusa al gobierno de no haber "vendido" activamente Portugal a los inversores.

"Creo que recién han tomado conciencia del problema en los últimos días", dijo.

Acogió con satisfacción el frente unido que mostraron esta semana el primer ministro y el recién elector líder del principal partido de oposición, los socialdemócratas de centroderecha. Dijeron que trabajarían juntos para buscar soluciones que ambas partes podrían apoyar.

Los socialistas perdieron la mayoría absoluta en el Parlamento en septiembre pasado y, normalmente, necesitan el apoyo o al menos la abstención de los socialdemócratas para conseguir la aprobación de leyes claves.

Después de que ambos líderes se reunieron el miércoles, el gobierno anunció planes para llevar adelante algunas medidas de austeridad que estaban previstas para el próximo año.

Pero luego los socialistas también reiteraron su compromiso con grandes proyectos de obras públicas que los partidos de oposición de centroderecha dicen que debe retrasarse.

Las perspectivas de Portugal, sin embargo, parecen probables de ser determinadas más por los acontecimientos en el exterior.

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