domingo, 9 de mayo de 2010

Diccionario del contagio financiero

MADRID.- Podría decirse que Grecia, o mejor dicho, que la operación cosmética que el penúltimo Gobierno griego sometió a sus cuentas fiscales y que ha desencadenado una crisis europea colosal que ya se acerca a su cuarto mes, es el foco de casi todo: el foco de las turbulencias económicas, que asustan a países últimamente denominados periféricos con el fantasma del contagio; el foco de las discusiones continentales, avivadas cuando tal agencia crediticia califica el riesgo país; el foco, se ha dicho ya, de inversores y especuladores, cuya acción anima o deprime la bolsa, o modifica la rentabilidad de los bonos de deuda pública.

Cuando estos meneos financieros se miran al espejo, sus consecuencias, aunque no lo parezca, salpican revueltas como la de Atenas. Los mercados entrañan una terminología alejada del ciudadano y de la economía real sobre quienes, sin embargo, se ceban, según 'El País'.

Plan de rescate: El pasado domingo se aprobó un rescate de 110.000 millones para Grecia, auspiciado por el Eurogrupo (ministros de Finanzas de los 16 países que comparten el euro) y el FMI. El objetivo es inequívoco: aplacar los mercados, devolver la confianza de los inversores sobre Grecia, coser el roto fiscal que gangrena al estado al sur del Mediterráneo.

Pero también salvar el euro. Esto último ha sonado con fuerza en las últimas semanas. A mediados de marzo, Francia y Alemania se resistían a aplicar cualquier plan de rescate. Al final, éste tuvo que ser aprobado con cierta urgencia. En juego estaba el devenir de la moneda común.

"Si los dirigentes europeos no empiezan a actuar de manera mucho más enérgica, proporcionándole a Grecia la ayuda suficiente para evitar lo peor, es muy posible que se produzca una reacción en cadena que empiece con el impago griego y termine causando muchos más estragos", ha avisado Paul Krugman.

La contrapartida es la adopción de un plan de ajuste que el propio presidente Papandreu ha calificado de "injusto". En total, Atenas prevé ahorrar 30.000 millones de euros de aquí a 2013 para reducir su déficit público, que cerró 2009 en el 13,6%, por debajo del límite del 3% que impone el Pacto de Estabilidad y obliga por igual a todos los países del euro.

Bono, prima de riesgo, diferencial de deuda: Para financiarse, los países emiten títulos de deuda pública como letras del tesoro, obligaciones o bonos de deuda en subastas. A Grecia le urge hacerlo. España, por culpa de la crisis, comunicó en febrero que reduciría la emisión de deuda en un 34% para este año.

Cuanto mayor sea el interés de los bonos de deuda, más devolverá el estado emisor al comprador cuando venza el título (bonos de rentabilidad a dos años, a diez...).

A comienzos de década, el precio (interés) de los bonos españoles llegó a situarse incluso por debajo del bono alemán, el bund , que sirve como referente europeo por su estabilidad y por la solidez económica de la primera potencia continental.

En estos momentos, España vende deuda al precio más caro desde 2008 en el caso de las letras a cinco años. En plena crisis fiscal europea, los inversores le exigen seis veces más que Alemania para comprar sus bonos.

El diferencial frente al bono alemán aumenta o disminuye según la confianza que destila la situación financiera de un país, cuyos principales avales son su nivel de déficit o superávit y el total de deuda pública emitida en función de su Producto Interior Bruto. Si alrededor de un país gravita el riesgo de impago (algo poco usual, ya que los países están gastando más de lo que ingresan), cundirá el escepticismo.

Por tanto, crecerá el interés de la deuda de ese país, sobre todo en relación al que paga Berlín: a ese sobrecoste entre la rentabilidad de los bonos de un Estado europeo y la del bono alemán se le conoce como prima de riesgo , y da una idea de cómo valoran los mercados las finanzas de cada país y su solidez fiscal.

Agencias de calificación: En el punto de mira de Bruselas, que las quiere evaluar tras revolucionar los parqués con sus calificaciones. Son empresas que, a cargo de un cliente, ponen nota a países o a empresas. También a productos financieros o activos, como los bonos de deuda.

Precisamente la mala nota de una de estas agencias (Standard & Poor?s) a los títulos de deuda griegos (los calificó de bonos 'basura') precipitó el rescate. Después vinieron otras rebajas, como la de España y Portugal (dos de los llamados periféricos). Las bolsas cayeron y, en varias ocasiones, se temió que la situación de Grecia se propagase hacia otros lares. Una típica reacción de miedo ante un posible contagio.

En general, los bonos de deuda que emiten los estados suelen generar seguridad en los mercados (son bonos de bajo riesgo). Pero la agencia midió a la baja el riesgo soberano helénico: S&P contempló la posibilidad de que el país emisor de deuda (Grecia) de esos bonos no pudiese, llegado el momento, asumir los intereses de sus activos.

¿Algún consuelo? Las agencias también yerran el tiro, como a veces ha ocurrido desde que irrumpió la crisis.

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