sábado, 29 de mayo de 2010

El Frankfurter Allgemeine Zeitung hace un diagnóstico muy pesimista sobre España

FRANCFORT.- El prestigioso diario alemán 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' ha hecho un diagnóstico muy pesimista sobre España en su número de ayer y carga sobre el primer ministro Zapatero la responsabilidad de la situación en la que ahora se encuentra el país.

"Durante sus seis años de Gobierno nunca antes Zapatero estuvo más solo.

Así se presentó ante el Parlamento: él solo junto a su Gobierno en minoría. Aunque su programa de austeridad pasó el filtro de la cámara con la aprobación del grupo socialista, lo cierto es que no contó con apoyos. La oposición votó en contra.

Los nacionalistas se abstuvieron. Con esta votación Zapatero no puede ni siquiera enviar a sus socios europeos un mensaje de unidad entre las fuerzas políticas españolas.

Ésta es la forma de actuar de un presidente, progresista para los "buenos tiempos", que sustituyó a un jefe de Gobierno que le había dejado la caja llena. Y ahora, a regañadientes y precipitadamente, ha tomado la decisión de realizar recortes.

Zapatero ha esperado durante dos semanas para ver cuál era la manera más delicada de hacer los recortes. Viajó a Bruselas donde los socios europeos Merkel y Sarkozy le dijeron que no podía seguir en el club med de los países de alto déficit.

El siguiente mandatario en movilizarse, aunque lo hizo de forma discreta, fue Obama. Le dijo que tenía "un problema" y tenía que "hacer algo".

Después del shock griego, los Estados de la Unión Europea empezaron a vigilar con más nerviosismo a la Península Ibérica. En Lisboa, José Sócrates ya había anunciado la subida de impuestos y los recorte públicos.

Pero el caso de España es distinto: su economía es casi cinco veces mayor que la griega y seis veces más que la de Portugal, aproximadamente el 12% de la eurozona. España es demasiado grande como para protagonizar un salvamento a la "griega", tal y como se recalcó desde Bruselas: "Demasiado grande como para hundirse".

Hasta ahora, las medidas de Zapatero han consistido en repartir millones de euros a su clientela (entre los que se encuentran los nacionalismos recalcitrantes), además de un evaporado plan de empleo estatal (Plan E). Primero ha anunciado un ahorro de 15.000 millones de euros en los próximos dos años.

De esta forma, el déficit del Estado debería ir reduciéndose gradualmente hasta 2013, para situarse en los criterios de Maastricht que establecen un límite del 3%.

Ahora llega la prueba social más importante a la que se enfrenta la sociedad española en los últimos 35 años: recorte del 5% en el sueldo de los funcionarios, la congelación de las pensiones, la supresión del cheque-bebé, la reducción de las ayudas al tercer mundo, el descenso de las inversiones en infraestructuras... Zapatero había retenido esa información, pero desde el pasado fin de semana ya se puede consultar.

Estas crueldades sólo pueden ser el primer paso. Ahora son esenciales, dada la elevada tasa de desempleo -superior al 20% de la población activa-, una reforma del mercado de trabajo y, dado el envejecimiento de la sociedad, también una reforma de las pensiones.

Hace ya unos meses el Gobierno habló de retrasar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, pero nunca más. Ahora ya no hay tiempo. Si los interlocutores sociales no se ponen de acuerdo a finales de mayo, Zapatero hará la reforma "por decreto".

Los sindicatos mayoritarios, antes los mejores aliados del Gobierno, están también en dificultades. Ya han amenazado, en caso de decreto, con una huelga general y para el próximo 2 de junio ya está convocada la huelga de los servicios públicos.

Puede que la decisión de convocar una huelga general no sea demasiado sensata cuando una buena porción de la opinión pública considera que las medidas económicas del Gobierno son necesarias y razonables. (...)

Rajoy se presenta ahora como representante de los trabajadores y exige a Zapatero que suprima el gasto de algunos ministerios innecesarios.

El periódico El Mundo ha calculado que la congelación de las pensiones ahorra tanto dinero como podría ahorrar la supresión de una televisión pública. Estos canales son un pozo sin fondo, donde trabajan periodistas "funcionarios" que se dedican a silenciar los escándalos del partido en el poder de la región de turno. (...)

Ahora un Zapatero descolocado, que había prometido el pleno empleo, intenta salvar su cara socialista con la promesa de un impuesto "para los ricos".

Evidentemente, el presidente está bajo una gran presión psicológica.

Su popularidad ha caído por debajo de la de los niveles de Aznar en los tiempos previos a la guerra de Irak".

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