lunes, 3 de mayo de 2010

La crisis griega empuja al BCE a contradecirse, por el bien de la Eurozona

FRANCFORT.- El Banco Central Europeo (BCE) dio este lunes un giro radical a su política de crédito, aceptando las obligaciones griegas, sea cual sea su calificación, como garantía a cambio de préstamos a los bancos de Grecia.

El cambio supone un volteo de 180 grados. En enero, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, declaró a la prensa: "No cambiaremos nuestro sistema de colaterales por el bien de un país en particular. Esto está más claro que el agua".

Sin embargo, la institución con sede en Fráncfort se ha decidido a hacer una excepción con los colaterales, títulos de deuda que los bancos de la zona euro entregan al Banco Central Europeo como garantía a cambio de su refinanciación. La medida, una primicia en la historia del BCE, "se mantendrá hasta nueva orden".

"Estos tiempos desesperados llaman a gestos desesperados, y la decisión de hoy es un paso en la buena dirección", coinciden los analistas del Royal Bank of Scotland.

El BCE también se había mostrado reticente ante la intervención financiera del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la ayuda a Grecia, considerada como inapropiada, para al final aceptarla después de que Alemania la impusiera.

Los acontecimientos de los últimos meses "han dañado definitivamente la credibilidad y la reputación del BCE", considera Carsten Brzeski, economista del banco ING.

Sin embargo, Gilles Moec, economista en el Deutsche Bank, considera que con esta decisión "el BCE parece finalmente mucho más pragmático de lo que cabía pensar".

Los títulos griegos corrían el peligro de ser eliminados de la lista de garantías que el BCE acepta a cambio de sus préstamos. La semana pasada, la agencia de calificación Standard and Poor's los degradó al rango de inversiones especulativas y amenazó con volver a bajar su calificación.

Pero, precisamente los bancos griegos, que tienen la mayor parte de la deuda soberana del país, dependen en gran medida del BCE para refinanciarse. Excluir esos títulos habría significado, sencillamente, cerrarles el grifo y estrangular aún más una economía en recesión, que por añadidura será sometida en los próximos años a un duro plan de ajuste fiscal.

La Eurozona y el FMI aceptaron el domingo dar una ayuda de 110.000 millones de euros de aquí a 2012 al país helénico, ahogado por una deuda pública de 300.000 millones de euros que lo amenazaba con la quiebra. A cambio, Atenas se ha comprometido a aplicar medidas de rigor adicionales para ahorrar 30.000 millones de euros en tres años.

Los economistas consideran positiva la decisión del BCE, al menos a corto plazo, pues supone un balón de oxígeno para Grecia.

Los riesgos que corre la institución al aceptar los títulos griegos son relativamente limitados, ya que la amenaza de bancarrota parece descartada gracias al plan de ayuda.

Con esta decisión, el BCE se distancia también de las agencias de calificación, demostrándoles que es independiente de sus notaciones.

No obstante, Gilles Moec advierte de que si la política de manga ancha con las obligaciones poco fiables se convierte en la regla, "podría suponer un problema (para el BCE) y para su imagen de referente de la estabilidad del sistema financiero europeo".

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