BOGOTÁ.- La ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, se mostró contraria a la teoría del chorreo, según la cual si la economía crece sus beneficios van cayendo a todos lados.
"Todas las desigualdades requieren de políticas afirmativas específicas. Cuando usted no tiene igualdad de oportunidades, tiene que darle más a los que vienen más rezagados. Y en ese sentido las políticas contracíclicas, por un lado, y las sociales por el otro, nos permitieron ir desarrollando programas que fueron a la esencia de los problemas", sostuvo la ex mandataria socialista en declaraciones al diario El Tiempo.
Bachelet, quien estuvo en Colombia invitada por el Centro de Liderazgo y Gestión, con el fin de participar en un foro sobre gestión pública, sostuvo que "la esencia de esto es que uno nunca debe enamorarse de sus obras. Tiene que estar permanentemente fiscalizando, revisando y supervisando que las políticas públicas efectivamente tengan en el centro a las personas, porque muchas veces la gente se enamora de una idea, de un sistema, pero finalmente cuando uno lo evalúa al cabo de unos años no cambió para nada las condiciones".
A su juicio "en eso uno tiene que tener toda la humildad como gobernante, la responsabilidad y la honestidad de reconocer lo que funciona y lo que no funciona, y eso requiere de un Estado capaz de evaluarse así mismo".
"Todas las desigualdades requieren de políticas afirmativas específicas. Cuando usted no tiene igualdad de oportunidades, tiene que darle más a los que vienen más rezagados. Y en ese sentido las políticas contracíclicas, por un lado, y las sociales por el otro, nos permitieron ir desarrollando programas que fueron a la esencia de los problemas", sostuvo la ex mandataria socialista en declaraciones al diario El Tiempo.
Bachelet, quien estuvo en Colombia invitada por el Centro de Liderazgo y Gestión, con el fin de participar en un foro sobre gestión pública, sostuvo que "la esencia de esto es que uno nunca debe enamorarse de sus obras. Tiene que estar permanentemente fiscalizando, revisando y supervisando que las políticas públicas efectivamente tengan en el centro a las personas, porque muchas veces la gente se enamora de una idea, de un sistema, pero finalmente cuando uno lo evalúa al cabo de unos años no cambió para nada las condiciones".
A su juicio "en eso uno tiene que tener toda la humildad como gobernante, la responsabilidad y la honestidad de reconocer lo que funciona y lo que no funciona, y eso requiere de un Estado capaz de evaluarse así mismo".
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