El asesor económico jefe del CIPD, John Philpott, recalcó que, aunque "la dura medicina fiscal es inevitable" y podría aumentar a largo plazo las perspectivas de crecimiento económico y de empleo, la reducción del gasto público, en vez del incremento de impuesto como principal medida para reducir el déficit, hace que a corto plazo las perspectivas sean "sombrías" para aquellas personas que más sufren las consecuencias de la crisis.
En este sentido, considera "evidente" que el plan del Gobierno británico es muy similar al aplicado con éxito por el Gobierno liberal de Canadá en los años 90, y que supuso la destrucción de 265.000 puestos de trabajo en el sector público, que paso de representar el 26% del empleo total al 19%.
Según el Instituto, en una escala equivalente, esto se traduciría en "un recorte aproximado de 500.000 puestos de trabajo en el sector público del Reino Unido", que incluso podrían aumentar a 725.000 si el recorte del gasto público es aún mayor en comparación con la subida de impuestos.
Asimismo, explica que, aunque un recorte del empleo en el sector público no tendría por qué suponer una mayor tasa de paro, como se ha demostrado en ocasiones anteriores, en este caso las desfavorables condiciones macroeconómicas no van a permitir crear puestos de trabajo en el sector privado para compensar este recorte.
"Esta vez la reducción del déficit ralentizará una recuperación ya de por sí anémica y en el corto plazo será malo para el empleo tanto en el sector público como en el privado, frenando cualquier esperanza de una mejora sostenida de las previsiones de empleo para este año y provocando una recaída del mercado laboral el próximo", añade.
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