miércoles, 23 de junio de 2010

La reunión de la Comisión Ballenera Internacional queda estancada

AGADIR.- La Comisión Ballenera Internacional (CBI), que busca aligerar la moratoria de la caza de ballenas a condición de asumir todo el control de la misma, fracasó este miércoles en su objetivo.

Este miércoles por la mañana la Comisión dejó de lado su proyecto y decidió darse "un año de reflexión", dijo su vicepresidente, Anthony Liverpool, que promete "nuevas ideas" de aquí al viernes, cuando concluya la sesión.

"No será el fin del mundo si no se logra un acuerdo. Pero es hora de cerrarle la puerta al documento", dijo el ministro australiano del Medio Ambiente, Peter Garrett.

La CBI seguirá entonces sus reuniones hasta el viernes, pero con un problema destacado por el comisario neozelandés, Geoffrey Palmer, sobre si la comisión "¿es un organismo de protección de ballenas o un tratado de caza?".

Para los países afines al documento en vigor desde 1986, las concesiones de los cazadores son insuficientes, en particular las de Japón, que rechaza abandonar la persecución de las ballenas en el Antártico, en el centro del santuario ballenero adoptado por la CBI en 1994, en función de cuota que él mismo se atribuye.

Los países cazadores, Islandia, Noruega, Japón, denuncian la intransigencia de las naciones que pretenden hacerles cesar esta actividad.

"Algunos miembros no quieren ningún tipo de caza, salvo la aborigen: esta posición significa un bloqueo" advirtió en sesión la ministra adjunta de Agricultura y de Pesca de Japón, Yasu Funayama.

Más de 1.500 ballenas fueron oficialmente cazadas el año pasado (más de 1.000 sólo por parte de la flota nipona), sin contar las cuotas atribuidas por la CBI a las comunidades autóctonas como en Alaska o Groenlandia.

Pero la realidad es más matizada, insiste el comisario de Mónaco, Frederic Briand: "No hay dos bandos enfrentados. Entre los cazadores, la preocupación mayor es Japón a causa de la dimensión geográfica de su caza, que constituye una amenaza para el resto del mundo", dijo.

Para Mónaco, la línea roja no es el fin de la caza ballenera sino la caza en aguas internacionales, precisó su representante.

"Noruega mostró que era posible hacer una caza limitada, no sólo en términos de cifras sino de zona de caza. Es necesario redibujar la geografía ballenera", abogó el miércoles.

Y además agregó que es necesario considerar el estado de las reservas especie por especie, región por sub-región.

Japón dio a conocer sus concesiones: dividir por dos de sus cuotas de caza en el océano austral, luego no suministrar nuevos permisos y supervisión internacional de sus actividades, incluso a bordo de sus barcos.

"Pero exigir el fin de la caza en el océano austral no es realista", dijo el portavoz (neozelandés) de la delegación, Glenn Inwood

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