viernes, 23 de julio de 2010

En recuerdo de José Vidal-Beneyto / Carlos María Bru Purón *

Casi desapercibida ha pasado una noticia proveniente de Estrasburgo: el Parlamento Europeo ha aprobado el 7 último una Resolución que -conforme al procedimiento legislativo ordinario de la Unión Europea (UE): propuesta de la Comisión, codecisión ente el Consejo de Ministros y los representantes elegidos por los ciudadanos-, reforma a fondo la actividad financiera dentro de la UE: somete a las entidades bancarias a exigentes ratios de solvencia, reduce desvaríos de ingeniería especulativa tal las “retitulaciones” e -importante- acaba con la peligrosa voracidad mediante incentivos por parte de sus "managers".

De unos meses atrás, tampoco es que tengamos muy en cuenta que la Comisión Europea puso a disposición de los Estados Miembros acechados por amenazas mercatorias, hasta 750.000 millones de Euros que, por lo menos, son útiles para evitar situaciones de bancarrota.

Y no restemos importancia al parachoques de amenazas confusas contra economías nacionales logrado por el Gobierno español al conseguir que se practiquen en la UE stress checks de entidades bancarias: cosa insólita que rompe un tabú hasta hoy inexpugnable.

Lo anterior no es mucho, y no es sino eco de esa refundación del capitalismo que enfáticamente y con la boca pequeña reclamara Sarkozy, de las más serias pero fundamentales medidas que Gordon Brown -tras nacionalizar el Northern Bank- , propuso en Octubre de 2009 sobre una "nueva gobernabilidad financiera internacional" e inclusive la inesperada opinión de Angela Merkel en pro de una tasa sobre los movimientos bancarios (según unos exégetas), o sobre las transacciones en general, al menos dentro del ámbito de la UE (según otros: en definitiva igual da, todo quedó en promesas).

Pero algo es algo en "tiempos revueltos" de crisis, no menos, sí más que lo resultante de las sucesivas y vacías sesiones del G-20.

En otro aspecto, de quiénes recuerdan los magros resultados de la Cumbre de Copenhague de Diciembre 2009 sobre Cambio Climático, pocos constatan que la más ambiciosa fue la UE, que procuró al 20 (año) el 20% (reducción de CO2) y 20 (% renovables); y que, no obstante la puñalada trapera de última hora por parte de EEUU y "emergentes", la UE sigue y acentúa su voluntad verde, inclusive con una reducción tóxica del 30%.

En la lejanía de los tiempos queda, quizá, el hecho de que el primer gran advenimiento ecologista mundial se llamó "Club de Roma" (1968), su primer Presidente el italiano Peccei, después el español Diez Hochleitner, todo ello años antes del revoltijo "Gaia", que con pasajero Lovelock a bordo, los norteamericanos lanzaran.

Para no hablar de lo geopolítico, de lo que la simple señal de la negativa de la UE en cuanto tal, en la ONU y por boca de De Villepin, y otros, a secundar la locura criminal bushiana respecto de Irak, parece bastante para saber quién es cada quién.


Todo lo anterior, y tantas cosas más, no se han hecho ni por 6, ni por 12, ni por 15, ni por 27 Estados al alimón en sucesivas épocas: es resultado directo de una acción en común democráticamente decidida por un nuevo Ente supraestatal que, por primera vez en la historia mundial, cobra existencia fáctica, personalidad jurídica y medios de acción.

Pero volvamos a la famosa crisis económica, de origen estrictamente financiero y de repercusión sistémica, tanto en su mundillo como, desgraciadamente, en lo social y medioambiental.

¿Qué se hizo, se hace o cabe hacer? Sí, en general bla, bla, bla…pero distingamos:

a) En lo global, un intento se dio en la Asamblea de la ONU 2009, el del grupo de expertos económicos, cada uno perteneciente a un Estado miembro de la Organización, esto es, 192, bajo la dirección técnica del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. El dictamen resultante, reformista pero no revolucionario, causó el susto de las grandes potencias y se consiguió que pasase al cajón de los olvidos.


¿Cuáles eran estas propuestas?
Telegráficamente:
Bancos de propiedad pública, agencias rating no sobornables, supervisión y transparencia bancarias, no más paraísos fiscales, control de edge funds, fuera CD'S, control de incentivos, regulación global, reforma de BM y FMI, moneda de reserva multipolar, basada en, pero superadora, de los DEG's, inicio de Tasa Tobin, y sobre todo, gobernanza económica mundial incardinada en un Consejo Económico dotado de tanta fuerza como el de Seguridad, etc...

b) En lo gubernamental, y con un carácter cuya tímida progresividad no disfrazará nunca el estatismo de las plutocracias, desde el G-7 al G-8 y, hoy al G-20, hemos avanzado triunfalmente de la nada a la inanidad.

c) En lo pseudo empresarial, citemos ese reducto numantino, pero dotado de tentáculos lobbísticos que se reúne anualmente en Davos para mayor beneficio de la especulación financiera, de la industria del esquí y de las compañías de seguridad privada.

d) Y desde el otro lado, desde la calle, desde quiénes piensan para la gente, para la calle, para la plaza, para la tierra cultivada y la tierra selvática a conservar, para la fauna, para la flora, para los mares, para el Planeta en que vivimos y del que parece difícil salir, desde ese otro lado ha habido, sí, movimientos, manifestaciones, héroes e inclusive mártires: Seattle, Praga, Portoalegre, Génova, Barcelona, Copenhague, etc.

El esfuerzo de esta gente es encomiable, pero el resultado escaso. Una de sus grandes animadoras reconocía hace poco que esos “movimientos sociales y ecologistas (…) están en una lucha (…) desigual, sin (…) suficiente fuerza" porque, precisamente, la crisis injustamente golpea a quiénes pudieren ser protagonistas, hoy preocupados con sus problemas inmediatos.

Lo cual no empaña la razón y la justicia que ha movido y mueve a esa gente: “Otro mundo es posible”. O, más intensamente, “otro mundo es necesario”. La cuestión es que ese mundo sea viable, en el más literal sentido de que encuentre su camino más allá de la algarada, de la consecuente represión estatal y de la hasta ahora invencible trampa a ejercer por los llamados “mercados”.

Un camino, hubo, sí, hace 60 años, para un continente enlutado, empobrecido, dividido en ideologías al parecer incompatibles y a salvo del hambre mediante la generosa donación de la potencia vencedora en la II Guerra Mundial de aquel siglo.


Aquel continente, mejor subcontinente, encontró y puso en práctica un secreto a voces para vencer recelos, unir esfuerzos y prosperar: abatir fronteras de todo tipo, empezando por las comerciales, poniendo en común bienes (en un inicio los entonces estratégicos carbón y acero), planificar democráticamente y … como exigencia y como objetivo, un poder político supraestatal.

Posteriormente, llegó a una moneda común y, vista hoy el abismo a que ello puede abocar sin una política económica (fiscal y social) común, se apresta a dar los pasos necesarios en ese cambio.

Para ello, utiliza su andadura funcionalista -paso a paso- por el camino federal:

El procedimiento es lento y laborioso, 60 años llevamos de construcción europea, queda mucho por hacer, pero es el primer experimento de "unir en la diversidad", acertado lema de la UE, con base a tres elementos: "autonomía" (cá uno es cá uno, los Estados subsisten); "participación" (los Estados deciden, a veces por mayoría, los ciudadanos votan un Parlamento que también decide); "solidaridad", (unos responden por otros, y de ello son buena muestra los fondos de cohesión y el artículo 222 del Tratado de la Unión Europea que ampara a todos, inclusive frente al boicot energético).

¿Existe, nos preguntamos, camino y andadura otros para la por todos reclamada gobernanza económica mundial?

Valga un testimonio vital, hoy desgraciadamente ausente: José (Pepín)Vidal-Beneyto fue un incorformista radical, un altermundista infatigable. Pero nunca abandonó su militancia europeísta. Tanto, que a veces combatió los “pasos” porque exigía verdaderos saltos en la construcción política europea.

A un ritmo o a otro, desechadas revoluciones y, de una vez, firmes frente a poderes opacos, detentadores y especulativos, a quiénes queremos justicia en un orden mundial, nos conviene tener en cuenta que nada se inventa, que el método existe –federal- cuyo discurso los europeos, sin petulancia pero con apertura, podemos ofrecer.

(*) Consejo Federal Español del Movimiento Europeo

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