domingo, 1 de agosto de 2010

El debilitado río Jordán lucha por su salvación

JERUSALÉN.- Los fieles cristianos están preocupados por las advertencias de que los bautismos en el río Jordán pueden enfermarlos, aunque las autoridades israelíes tratan de tranquilizarlos asegurando que el agua no presenta riesgos para su salud.

Los resultados de las pruebas de calidad del agua publicados esta semana contradicen las acusaciones del grupo activista Amigos de la Tierra de que el nivel de bacterias llegadas desde la cloaca es demasiado alto para permitir el baño a las personas, dijo Eli Dror, de la Autoridad de Naturaleza y Parques de Israel.

"No hay absolutamente ningún problema con la calidad del agua. La gente puede venir y bautizarse aquí todo lo que quiera. Puedo garantizarlo", dijo Dror.

El bajo Jordán de hoy en día es un arroyo innegablemente lodoso y turbio, separado de su fuente de agua dulce del Mar de Galilea, sacrificado en pos de las necesidades de las ciudades y la agroindustria en el desértico valle y repleto de aguas residuales y de desechos.

A kilómetro y medio de donde abandona el mar de Galilea, entre una tranquila arboleda en Alumot, en Israel, una ancha presa por donde cruzan los coches detiene al transparente río.

Al otro lado de la presa, el canal del río está cubierto de una olorosa agua marrón que mana de una cañería enterrada, mientras que un cartel rojo y blanco advierte: "¡Peligro! No sumergirse o beber el agua".

"Hace mucho tiempo que sabemos que estas aguas no son saludables. Durante gran parte del año están cuatro veces más contaminadas de lo que permitirían los estándares israelíes", dijo Gidon Bromberg, de Amigos de la Tierra.

"La gente que se bautiza en estas aguas actualmente podría desarrollar rápidamente un sarpullido, en caso de tener heridas en la piel. Si beben aunque sea un sorbo, podría provocarles malestar estomacal y vómitos", dijo a Reuters.

Las autoridades israelíes negaron con firmeza que hubiese problema alguno y señalaron que no habían recibido quejas en cuanto a problemas de salud.

El ministro de Turismo, Raphael Ben-Hur, dijo que las acusaciones del grupo eran infundadas, mientras que corren el riesgo de ahuyentar a miles de visitantes a Tierra Santa que quieren mojar la cabeza en el río en el que la Biblia dice que Cristo fue bautizado.

"Este sitio es uno de los más importantes, uno de los lugares más sagrados del pueblo cristiano y vienen de todas partes, de modo que estamos invirtiendo mucho dinero para tenerlo en buenas condiciones", sostuvo.

Sería una locura permitir a los peregrinos sumergirse en aguas contaminadas, afirmó.

Cuarenta años después de que Israel capturase y ocupase Cisjordania en la guerra de 1967, el río bautismal que separa al Estado judío del reino árabe de Jordania se quedó atrapado tras la valla de seguridad del Ejército israelí y casi cerrado a los visitantes.

Las visitas para ceremonias bautismales sólo están permitidas dos veces al año y las capillas cristianas situadas a la orilla del río terminaron arruinadas.

Pero Israel ha flexibilizado el acceso al lugar en los últimos tres años y los turistas ahora pueden acceder al río seis días a la semana.

Los visitantes viajan en autobús a través de una zona militar a lo largo de una carretera situada entre oxidadas vallas metálicas, con campos minados a ambos lados.

El Ministerio de Turismo planea cambiar ese amenazador aspecto, dijo Ben-Hur. En la primera fase de su plan de desarrollo construyó una capilla y un centro de recepción, y en la próxima fase se despejarán los campos minados, los soldados uniformados desaparecerán y se construirán seis capillas más.

"El Ejército y el turismo no van de la mano", dijo Ben-Hur.

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