El caso se remonta a 2008, cuando Estados Unidos, Japón y Taiwán denunciaron que los impuestos aduaneros de la UE sobre las pantallas planas, impresoras multifunción y decodificadores violaban el tratado sobre tecnologías de la información (ITA, en sus siglas en inglés) de la OMC.
Ese acuerdo de 1996 eliminaba aranceles entre un grupo de 72 países que comercian con bienes como pantallas e impresoras para promover el comercio de productos de alta tecnología.
Pero la UE cree que las funciones incluidas en estos productos los convierte en bienes de consumo y no en productos de tecnologías de la información, por lo que no pueden beneficiarse de aranceles más bajos. Así, los gravámenes a sus importaciones oscilan entre un 6 y un 14%.
La Comisión Europea estudia ahora el extenso informe emitido por un comité de la OMC antes de decidir si presentará o no una apelación antes de que finalice el mes de septiembre, según explicó Fabrizio Fiorilli, un portavoz del Ejecutivo comunitario, quien recalcó que se trata de un caso complicado.
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