sábado, 28 de agosto de 2010

Walesa cree que el mundo tiene mucho por hacer, 30 años después de Solidaridad

VARSOVIA.- Treinta años después del nacimiento en Polonia del sindicato Solidaridad, que hizo vacilar al bloque soviético, su fundador Lech Walesa considera que al mundo le queda mucho por hacer para dejar atrás el período de la Guerra Fría.

"Solidaridad puso fin a la época de las divisiones y sentó las bases de la unificación de Alemania y de Europa", dice el ex electricista que lideró en agosto de 1980 una huelga de dos semanas en los astilleros de Gdansk, un desafío inaudito en un país comunista.

El 31 de agosto, el poder aceptaba la creación del primer sindicato independiente en el espacio dominado por la Unión Soviética, Solidarnosc, que contribuyó en buena medida a la caída del comunismo en Europa a finales de los años 80.

"Pero nosotros hemos conservado estructuras heredadas de la época anterior que aún están por organizar y adaptar", dice y cita a la OTAN, privada ahora de su adversario el Pacto de Varsovia, y "un capitalismo que mira demasiado al dinero y ya no ve al Hombre".

"Mientras no lo hagamos, trabajaremos sobre la base de visiones superadas y el mundo ya no será seguro", afirma.

En cuanto a los europeos, "deben entender que el Estado nación se ha terminado. Ya no hay más Francia ni Polonia en muchos ámbitos: la ecología, la información, la economía", dice. "Cada Estado tiene un sistema de sanidad diferente, una fiscalidad diferente, ¡esto no puede ser!".

Europa también debe ampliarse: "Europa no existe sin Turquía", asevera este ferviente católico, y desecha con un gesto las reticencias alemanas y francesas a la entrada de un país musulmán en la Unión.

A sus 66 años, el ex presidente polaco repite que está "jubilado" en Gdansk, su ciudad adoptiva. Pero todas las mañanas acude a su espacioso despacho del último piso de un elegante edificio del siglo XVI inspirado en el Ayuntamiento de Amberes, reconstruido después de la guerra como todo el centro histórico de esta antigua ciudad hanseática.

Encadena las visitas, echa sin miramientos a los que molestan, se fotografía con todos sus invitados, cuelga inmediatamente las fotos en su 'blog' y explica que le apasionan las tecnologías de la información.

Presta su voz sin descanso a la defensa de los derechos humanos, como ha hecho este año a favor de los presos políticos cubanos o recientemente en un caso de televisiones ucranianas privadas de licencia.

"Son muchas las causas que defender", dice el Premio Nobel de la Paz 1983, admitiendo que este reconocimiento del mundo exterior ayudó a su movimiento a obtener la victoria en 1989 ante el régimen.

Walesa insta al Comité Nobel a tomar decisiones "legibles" a favor de "otros pueblos oprimidos" o "de otras causas, como la ecología por ejemplo".

Treinta años después, Solidaridad ya no representa el empuje de todo un país, el "monopolio creado para romper el monopolio comunista". Es un sindicato con unos 700.000 afiliados con el que Lech Walesa no comulga porque le reprocha mil cosas, entre ellas su apoyo al candidato conservador Jaroslaw Kaczynski en la elección presidencial de junio y julio pasados.

"Me identifico con el 30º aniversario de esta gran Solidaridad que tenía unos 10 millones de miembros. El actual sindicato Solidaridad no es muy grande", dice.

Walesa ha decidido ignorar las festividades del 31 de agosto, pero promete que estará presente en el 50º aniversario, en 2030.

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