miércoles, 22 de septiembre de 2010

Después del boom de la soja, el maíz transgénico divide Paraguay

ASUNCIÓN.- La llegada del maíz transgénico divide Paraguay, con el telón de fondo del auge de la soja transgénica, convertida en el motor de la economía de este país sudamericano, pero también en catalizador del conflicto por la tierra.

El cultivo de maíz transgénico no está permitido en Paraguay. Sin embargo, los controles realizados desde principios de agosto por funcionarios del Servicio Nacional de Salud Vegetal (SENAVE), revelaron que el 20% de las plantas analizadas eran genéticamente modificadas.

En represalia contra los productores que incumplen la ley, fueron destruidas 86 hectáreas de plantaciones de transgénicos. Es poco, ya que se estima que el área plantada con maíz genéticamente modificado en Paraguay es de 100.000. Pero se alega que el fin es pedagógico.

"Eso ingresó de forma ilegal, por lo tanto no lo podemos permitir. Para su autorización tenemos que hacer ensayos y pruebas durante dos años", sentenció Miguel Lovera, presidente del SENAVE.

La polémica se refiere a la posible contaminación de las variedades locales, base de la alimentación y de la producción del pequeño agricultor, en un país en un 45% rural.

"El potencial de contaminación del transgénico con las variedades locales es alto por la forma profusa de producir polen de las plantas de maíz y por la condición del maíz de polinizarse cruzadamente", explicó Lovera.

Por otra parte, los productores están presionando para que se hagan pruebas en las variedades RR (resistente a un herbicida) y BT (resistente a los insectos) desarrolladas por las multinacionales. Para ellos, estas variedades ofrecen una mayor productividad por hectárea.

"Pedimos que se libere, como lo han hecho Argentina y Brasil, para producir más para el país, exportar más", aseguró Diedrich Hildebrand, de la Asociación Aproagro en la región de Caaguazú.

Lo que las autoridades quieren evitar es la soja de antes. "Tuvimos una experiencia no muy buena, se metía, se metía, de repente estábamos llenos de soja transgénica, entonces el Gobierno de entonces tomó la iniciativa y autorizó su ensayo y su cultivo", recordó Alberto Romero, ingeniero del SENAVE.

La superficie cultivada de soja pasó de menos de un millón de hectáreas en 1996 a casi 2,7 millones en la actualidad, con más del 70% de soja transgénica. Paraguay se ha convertido en el cuarto mayor exportador mundial, especialmente a Europa para alimentar al ganado.

Al igual que en los demás países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay), el 'oro verde' impulsa la economía paraguaya. El PIB creció un 10,9% en el primer trimestre del año gracias a las exportaciones agrícolas, según el Banco Central.

Pero de acuerdo con los expertos y las asociaciones de agricultores, el crecimiento de la soja transgénica ha sido acompañada por una "degradación de la tierra" y la "expulsión" de los pequeños agricultores del país, donde se estima que el 80% de las tierras está en manos del 2% de la población.

El pequeño agricultor, quien prueba suerte plantando soja RR, es a menudo obligado a vender su parcela.

"Es una cadena productiva que controlan las empresas multinacionales. Dan la semilla a crédito, la mecanización para la preparacion del suelo, los insumos para el control de plagas, malezas y enfermedades con los herbicidas, la mecanización para la cosecha, y luego comercializan. Se cobran todo lo invertido en este proceso", explicó Daniel Campos, de la Sociedad de Estudios Rurales (SER).

"La tierra se va concentrando cada día más en manos de unas pocas personas", constató el dirigente campesino Jorge Galeano.

Resultado: cada vez más los pequeños agricultores emigran a las ciudades o se suman a los batallones de las 100.000 familias sin tierra.

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