lunes, 25 de octubre de 2010

El déficit de EEUU y los excedentes de otros, un desequilibrio nunca solucionado

WASHINGTON.- El desequilibrio entre el déficit crónico de Estados Unidos ante el resto del mundo y los excedentes acumulados por otras potencias es un viejo problema que marca la diplomacia económica desde la década de los 80 y que aún no ha encontrado solución. 

"Para las grandes economías, desde Estados Unidos a China, de Alemania a Japón, creo que es sabido que si permitimos el aumento de estos grandes y persistentes desequilibrios en el futuro, sería malo para el crecimiento mundial", dijo el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner.

Al igual que hoy, Estados Unidos consumía más que los otros países y su déficit comercial crecía mes a mes. Lo subsanaban con la captación de capitales extranjeros y pidiendo prestado al resto del mundo.
Alemania y Japón, grandes exportadores, veían entrar las divisas y las reinvertían para mantener su competitividad. China no estaba entonces entre las cinco mayores economías mundiales, pero les ha seguido los pasos.
Según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, en 2010 Estados Unidos debería acumular un déficit de cuenta corriente (déficit comercial, más la ayuda a los países extranjeros, menos el excedente de los ingresos obtenidos de la producción) de 467.000 millones de dólares.
Ese monto iguala a los mayores excedentes mundiales: 267.000 millones de dólares de China; 200.000 millones de Alemania, y detrás de ellos, Japón, con un excedente de 166.000 millones de dólares.
Estados Unidos busca actualmente imponer límites a esos excedentes, idea que naturalmente no agrada a esos países.
Entre los años 1985 y 1987, los mismos desequilibrios provocaban las mismas tensiones políticas. En Estados Unidos, Ronald Reagan se quejaba de alimentar el crecimiento de los otros países industrializados, cuyo nivel de consumo consideraba débil.
Las fricciones se multiplicaban entre Washington -cuyo déficit presupuestario y militar se profundizaba- y el Bundesbank -preocupado por la inflación-.
"Nuestro país no se quedará con los brazos cruzados viendo como los países con excedentes aumentan sus tasas de interés y restringen el crecimiento en el mundo entero con la esperanza de que de una forma u otra Estados Unidos les siga e incremente sus tasas de interés", advertía en octubre de 1987 James Baker, entonces secretario del Tesoro estadounidense.
Esas palabras fueron pronunciadas en vísperas del 'lunes negro', cuando el índice Dow Jones de Wall Street se desplomó un 22,61%.
Según los testimonios de aquella época, los problemas en los mercados de obligaciones causados por estas tensiones entre Estados Unidos y Alemania y el temor a una desplome del dólar fueron uno de los factores del crack.
Estas mismas tensiones existen hoy en día. El sábado, al margen de la reunión de ministros de Finanzas y titulares de bancos centrales del Grupo de los 20 (G20, de los países más industrializados) en Corea del Sur, el ministro de Economía alemán Rainer Bruderle criticó la política monetaria de Estados Unidos.
"Un alza excesiva y permanente de la masa monetaria, es, desde mi punto de vista, una manipulación indirecta del tipo" de cambio, afirmó en declaraciones recogidas por el diario Die Zeit.
Los desequilibrios de la economía mundial desaparecerían poco a poco del orden del día de las reuniones del G7 en los años que siguieron al crack de 1987.
Pero la historia no explica cómo eliminarlos: la atención se desvió por la caída del comunismo, los desafíos de la reunificación alemana, el hundimiento del modelo japonés, y la prosperidad de los años 90 y 2000.

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