jueves, 7 de octubre de 2010

La lucha contra la deforestación, uno de los pocos progresos esperados en Cancún

PEKÍN.- La aprobración del proyecto de pagar por los bosques que no sean talados para luchar contra la deforestación y salvar el clima, tras años de discusión, podría ser uno de principales éxitos de la conferencia de Cancún, que por otro lado no ofrece muchas esperanzas. 

El mecanismo REDD+ (Reducción de las Emisiones debidas a la Deforestación y la Degradación de los bosques) consiste en convencer a los países dotados de bosques tropicales, como Brasil, Indonesia o las naciones de la cuenca del Congo, que renuncien a la tala a cambio de compensaciones financieras.

La tala de árboles genera alrededor del 20% de las emisiones globales de efecto invernadero y priva al planeta de preciados pozos de carbono.

En Tianjin, China, donde se celebra hasta el sábado la última ronda de negociaciones de la ONU antes de la gran cita sobre el clima en Cancún a finales de noviembre, los participantes aseguran que este tema se presenta como uno de los pocos que podrían desembocar en una toma de decisión en México.

"Estábamos muy cerca de un acuerdo en Copenhague" a finales de 2009, aseguró un negociador europeo, que pidió el anonimato. Pero "el final de la conferencia fue tan caótico que no pudimos pasar por toda la cadena de aprobación", explicó. 

Se trataba entonces de un acuerdo marco que consagraba el mecanismo y una serie de "cláusulas de salvaguardia" para evitar, entre otras cosas, que en nombre de la protección del bosque, algunos Estados no respeten los derechos de las poblaciones autóctonas que viven en él.

Algunos proyectos están ya en curso en el terreno, como parte de una iniciativa lanzada por Noruega y Francia, que no esperaron el final de las negociaciones de la ONU.
El fondo de esta iniciativa, financiado por países del norte, es de 4.000 millones de dólares para tres años.

Pero para lograr frenar la deforestación "y llegar a un buen mecanismo, vamos a necesitar solucionar todavía numerosos problemas", estimó Paul Winn, especialista forestal de la ONG Greenpeace Internacional. Hay temas espinosos pero ineludibles "que hemos tratado de evitar" hasta ahora, según él. 

Por ejemplo, ¿cómo se fija el precio de una tonelada de carbono evitado? ¿Sobre la base de la deforestación pasada de un país o sobre lo que tiene intención de hacer? Y en ese caso, ¿cómo evitar una forma de chantaje a la deforestación?

La financiación de REDD+ está estimada en decenas de miles de millones de dólares anuales. ¿De dónde vendrá el dinero? La idea de financiar, aunque solo sea en parte, la lucha contra la deforestación con el mercado del carbono, evocada entre otros por la Unión Europea, hace saltar las alarmas entre las ONG y Bolivia, principal oponente a esta idea.

Para Greenpeace, este método dispensaría a los países desarrollados de hacer esfuerzos para reducir sus propias emisiones porque podrían adquirir derechos de contaminar a precios bajos.

Por otra parte, la "madre naturaleza no está en venta", insistió el miércoles el negociador en jefe de Bolivia, Pablo Solon.

Y luego, ¿cómo asegurarse que el derecho de las poblaciones autóctonas está bien respectado sin minar la soberanía de los Estados concernidos? "No será una cuestión fácil de solucionar", reconoció el negociador europeo.

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