jueves, 11 de noviembre de 2010

Se inicia la cumbre del G-20 con pesimismo y fuertes divisiones

SEÚL.- Un fuerte sentimiento de pesimismo envolvió el inicio de una cumbre económica de los principales países ricos y en desarrollo el jueves, a la que arribaron los líderes mundiales profundamente divididos sobre sus políticas monetarias y comerciales.
 
Fundado en 1999 y elevado a nivel de cumbre hace dos años, el Grupo de los 20 (G20, un foro que abarca a países desarrollados como Estados Unidos y Alemania, al igual que a gigantes emergentes como China y Brasil) se ha convertido en la pieza central de los esfuerzos gubernamentales para reactivar la economía global y evitar otro colapso financiero mundial como el ocurrido hace dos años.
Sin embargo, la búsqueda de coincidencias entre sus miembros ha sido difícil en las últimas semanas.
Un fracaso de la Cumbre de Seúl tendría consecuencias graves. El riesgo es que los países procuren mantener sus divisas artificialmente bajas para darle a sus exportaciones una ventaja competitiva en los mercados mundiales y eso llevaría a una destructiva guerra comercial.
Además, los países se verían tentados a colocar aranceles a las importaciones, una repetición de las políticas que agravaron la Gran Depresión de la década de 1930.
Había grandes esperanzas de que el Grupo de los 20 sería un foro encaminado a diseñar una ruta para salir de la crisis financiera. Sin embargo, hasta ahora los países que lo integran no han podido acordar una agenda, ya ni se diga soluciones para los problemas que los dividen.
Algunos países, como por ejemplo Estados Unidos, creen que la prioridad máxima es presionar a China para que permita la revaluación de su moneda frente a otras divisas, de modo que se reduzcan los enormes superávit comerciales del gigante asiático con Washington al encarecer las exportaciones chinas y abaratar las importaciones estadounidenses.
Otros países están furiosos por los planes de la Reserva Federal estadounidense de inyectar 600.000 millones de dólares frescos a la débil economía del país. Ven esa acción como una medida egoísta para llenar los mercados con dólares, disminuyendo así el valor del billete verde y dándole a los exportadores estadounidenses una ventaja de precios injusta.
Los países del G-20 seguramente llegarán a acuerdos en temas no controversiales, como una iniciativa anticorrupción.
Sin embargo, encuentran poco terreno común en el tema más molesto: qué se puede hacer con una economía mundial que depende de los enormes déficit comerciales de Estados Unidos con China, Alemania y Japón.
Esos desequilibrios en la balanza comercial estadounidense ocurren porque los ciudadanos de ese país consumen mucho más productos y servicios extranjeros que los que ellos venden al exterior.
En una carta al G20, Obama advirtió que Estados Unidos no puede seguir siendo un consumidor que despilfarra dinero prestado y que necesita que otros países adquieran más exportaciones estadounidenses, de forma que pueda adquirir los bienes de otras naciones.
"Lo más importante que Estados Unidos puede hacer por la economía mundial es crecer, porque seguimos siendo el mercado más grande del mundo y un motor enorme para que todos los demás países crezcan", dijo Obama en una conferencia de prensa.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió el jueves que el mundo iría a la bancarrota si los países ricos recortan su consumo y tratan de obtener prosperidad sólo en base a las exportaciones. Dijo estar más preocupado sobre cómo Estados Unidos revaluará el dólar que sobre cómo Brasil necesita devaluar el real.
"Si los países más ricos no están consumiendo y todos quieren propagar su economía con base en las exportaciones, el mundo irá a la quiebra porque no existe alguien que compre. Todo el mundo quiere vender", dijo el mandatario durante una conferencia de prensa justo antes de la cena inaugural de la reunión del G20.
La cumbre comenzó con cierto pesimismo para Obama y el presidente surcoreano, Li Myung-bak, cuyos ministros no lograron llegar a un acuerdo sobre un tratado de libre de comercio, estancado desde hace tiempo y del que había esperanzas para que se resolviera esta semana.
En los últimos dos días, los ministros y altos funcionarios del G20 _llamados "sherpas" en la jerga diplomática porque hacen la mayor parte del trabajo preliminar_ han trabajado intensamente para elaborar una declaración conjunta sustancial que se difunda al final de la cumbre el viernes.
Los mandatarios del G20 se reunieron el jueves por la noche en el Museo Nacional de Corea en Seúl para la cena que marcó el inicio oficial de la cumbre. Fueron recibidos por guardias vestidos con atuendo real y escoltados posteriormente por niños con trajes tradicionales coreanos.
En las calles aledañas, varios miles de manifestantes protestaron contra el G20 y el gobierno de Corea del Sur. Algunos chocaron con policías antidisturbios, pero la marcha desde la principal estación de trenes de Seúl fue mayormente pacífica.

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