domingo, 7 de noviembre de 2010

Policía y ecologistas se enfrentan por el tren nuclear alemán

BERLÍN.- La policía alemana dispersó con bolillos y gas lacrimógeno a unos 250 activistas que intentaban sabotear los rieles del ferrocarril para frenar el paso de un tren que transporta desperdicios atómicos. El tren de 14 vagones contiene 123 toneladas de desechos nucleares provenientes de Francia que serán almacenados en el norte de Alemania.

La policía alemana usó porras y gas lacrimógeno para despejar una línea de ferrocarril, mientras se enfrentaba con activistas que intentaban detener un traslado de residuos nucleares a un nuevo depósito. 


Un portavoz de la policía dijo que unos 250 activistas habían tratado de causar daños a la pista cerca del vertedero para detener un tren que transportaba el material nuclear. Cuando la policía trató de pararlos, los activistas respondieron usando armas con bengalas y un rociador químico que dañaba los ojos.
"La situación no está aún bajo control", dijo otro portavoz de la policía.
La policía antidisturbios usó porras, gas lacrimógeno y un cañón de agua para detener a los activistas, que formaban parte de un grupo mayor de cerca de 4.000 manifestantes cerca de la ciudad de Leitstade que intentaban detener el tren.
Se inició un pequeño incendio bajo un vehículo policial, según imágenes emitidas por la televisión alemana. La policía dijo que los activistas habían vertido alquitrán en él y arrojaron pequeñas bombas de gasolina al vehículo.
La policía intentó repetidas veces impedir que los activistas quitaran grava bajo las vías del tren.
También se vio en las imágenes cómo la policía golpeaba a los activistas con porras.
"Los que recuerden a la violencia contra los agentes de la policía tiene que esperar que les respondamos de igual modo", dijo una portavoz de la policía a N-TV televisión, y dijo que había habido "actos masivos de violencia contra la policía" el domingo.
Cerca de una decena de manifestantes resultaron heridos, señalaron los manifestantes, citados en informaciones de los medios locales. La policía no pudo confirmar algún herido.
El traslado de residuos se ha convertido en un tenso asunto político debido a la ira por la decisión de la canciller, Angela Merkel, de extender la vida útil de las 17 plantas de energía nuclear de Alemania pese a una gran oposición pública.
Los residuos son originados en Alemania y reprocesados en la planta de procesamiento del grupo nuclear francés Areva, en La Haya, para su almacenaje en una ubicación en la ciudad del norte de Alemania de Gorleben.

El sábado, entre 25.000 y 50.000 personas realizaron una manifestación pacífica contra el transporte del material, sin embargo, el domingo la protesta se tornó más militante.
Según la policía, los manifestantes atacaron con fuegos artificiales, mientras que un líder activista dijo que los uniformados respondieron con gases y cañones de agua.
Decenas de miles de manifestantes antinucleares alemanes se manifestaron también el sábado en el norte de Alemania, donde era esperado un tren con residuos radiactivos procedente de Francia, cuyo avance ha sido retardado por los militantes.
El convoy, compuesto por 14 vagones y 308 contenedores con 123 toneladas de residuos nucleares vitrificados, entró en Alemania a las 14.00 locales (13.00 GMT) cruzando el puente sobre el río Rin que va desde Estrasburgo a Kehl.
Tras una larga pausa técnica en la estación de Kehl, donde fueron enganchados seis vagones que transportaban policías alemanes, el convoy partió a las 18.00 (17.00 GMT) hacia Karlsruhe, donde los manifestantes lo esperaban, según la policía.
Esta parada permitió comprobar una información de la organización ecologista Greenpeace, de un calentamiento detectado con imágenes de infrarrojos en un eje "entre los vagones Castor 6 y 7".
Greenpeace pidió la parada del convoy para proceder a un examen, "para seguridad del público". "Ingenieros de Deutsche Bahn aprovecharon una escala técnica prevista en Kehl para controlarlo todo, incluidos los ejes, y no registraron ninguna anomalía", respondió la policía.
El tren con residuos radioactivos circulaba con toda normalidad a las 00.30 GMT, aseguró la policía alemana. Según Greenpeace, se encontraba a unos 350 km del almacén de Gorleben (note), su destino final.
En muchos lugares del país, militantes antinucleares se dedicaban a retirar la capa de grava bajo los rieles, "un delito" denunciado por la canciller alemana Angela Merkel.
La policía indicó que había tenido que desalojar a base de porrazos y gases irritantes de pimienta a algunos militantes que los apedreaban cerca de Danneberg, la estación terminal del convoy en el norte del país.
Los residuos procesados por el grupo francés Areva deben recorrer unos 600 km bajo la vigilancia de 16.000 policías alemanes para llegar al sitio de depósito de Gorleben. El tren es esperado el domingo por la noche en Dannenberg, donde los contenedores serán cargalos en camiones para efectuar por carretera los 20 km restantes.
A menos que los antinucleares no logren retrasarlo más. "Miles de personas se han inscrito para llevar a cabo acciones de bloqueo pacífico en las vías y en las carreteras", dijo un portavoz de la asociación X-Tausenmal Qer.
El convoy había sido ya atrasado en Francia por militantes encadenados a los rieles. La policía tardó varias horas en evacuarlos.
Unas 50.000 personas, según los organizadores, 20.000 según la policía, se congregaron en un maizal de Dannenberg para protestar contra esta duodécima vuelta de residuos nucleares desde 1995 y contra la política nuclear del gobierno.
Esta movilización es la más fuerte vista hasta ahora contra un convoy de residuos. "Nuestras estimaciones más optimistas se han visto superadas", se congratuló Jochen Stay, portavoz de la asociación antinuclear Ausgestrahlt (Irradiado).
El movimiento antinuclear se fortalece desde que el gobierno conservador-liberal hizo votar a finales de octubre una ley que prolonga la vida de los 17 reactores del país unos doce años por término medio, todo un carpetazo a la política de abandono de la energía nuclear civil votada en la época del canciller social-demócrata Gerhard Schröder (1998-2005).
El grupo francés Areva, que procesó los residuos de centrales nucleares alemanas en su planta de La Hague, en Normandía (noroeste de Francia), envía los residuos a Gorleben (norte de Alemania).

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