martes, 14 de diciembre de 2010

Los alemanes son críticos con el euro, pero poco proclives a abandonarlo

BERLÍN.- La crisis de la deuda en varios países de la zona euro mermó el prestigio de la moneda única entre los ciudadanos europeos, especialmente entre los alemanes, pero pocos son los que creen que existe una posibilidad real de dar marcha atrás y recuperar las divisas nacionales. 

Un sondeo reciente reveló que a un 36% de los alemanes les gustaría volver a tener marcos, en lugar de euros, en sus bolsillos. A finales de junio, en medio de las borrascas de la crisis griega, eran un 51%.
"Los alemanes nunca tuvieron aprecio por el euro", sostiene el economista Frank Engels, de Barclays Capital.
Las críticas volvieron con la crisis. 
"Cada vez más alemanes temen tener que pagar por los errores cometidos por otros países de la zona euro", dice Martin Koopmann, politólogo y director de la fundación Genshagen.
El ex jefe de la federación industrial alemana (BDI), Hans-Olaf Henkel, sugirió en un libro reciente -'¡Salven nuestro dinero! Alemania en remate'- cortar la zona euro en dos, con una moneda para Alemania y los países del norte y otra para los del sur, entre los que se contaría incluso Francia, un país que hasta ahora se ha librado de los ataques especulativos.
Las voces alarmistas son hasta ahora marginales, aunque el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, creyó necesario a inicios de diciembre alertar sobre "el peligro de un partido antieuro", que por el momento en todo caso no existe.
Pues el euro, pese a esos denuestos, presenta ventajas innegables para Alemania, segundo exportador mundial después de China. Frank Engels recuerda a ese respecto que, gracias a la moneda única, los costes de los intercambios comerciales entre Alemania y sus socios europeos "se redujeron enormemente".
Si el marco alemán existiera en el contexto actual, probablemente tendría una cotización más elevada que el euro, pues sería "un valor refugio" y ello acarrearía un encarecimiento de los productos alemanes en el mundo, prosigue el economista.
La jefa de gobierno, Angela Merkel, rechazó la idea de emitir bonos europeos para reducir el coste de las obligaciones de los países más afectados por la crisis de la deuda. Esa iniciativa aumentaría de hecho el costo de la financiación de los bonos alemanes.
Pero las autoridades alemanas multiplican desde hace varias semanas las declaraciones de defensa del euro, destinadas a demostrar el apego a Europa en general y a la Unión Monetaria en particular.
Para Martin Koopmann, esos mensajes son insuficientes. "Los responsables políticos tendrían que poner más en destaque los aspectos positivos del euro y explicar que en tiempos de crisis, hay que aceptar pagar el precio", comentó. Koopmann cree de todos modos "exagerado" el riesgo de un auge de tendencias populistas contrarias al euro, dado que en Alemania no existen corrientes políticas soberanistas.
Esas discusiones se plantean también en otros países de la zona euro, formada por 16 países. El presidente del Parlamento de Eslovaquia, Richard Sulik, afirmó que su país, que adoptó el euro en 2009, ahora debería abandonarlo. Pero su postura dista mucho de ser general.
En Italia, la populista Liga Norte, que en otros tiempos se mostró muy crítica, se abstiene actualmente de cualquier expresión de recelo ante la moneda única.
En Grecia, la reciente victoria en los comicios locales del gobernante Partido Socialista -que lanzó un duro plan de ajuste- demuestra que la población no ve ninguna alternativa creíble, subraya el sociólogo Thomas Gerakis, director del instituto de encuestas de opinión Marc.
Y en Portugal, una minoría (29,1%, según una encuesta divulgada el sábado) es favorable a abandonar el euro. Una decisión que crearía "el caos", según advirtió el diario de referencia Público.

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