lunes, 27 de diciembre de 2010

La potencia monetaria china / Rodolfo Faggioni

Tanto el Gobierno de los Estados Unidos como los cuatro países más industrializados de Europa, Alemania, Inglaterra, Francia e Italia han expresado otra vez más su irritación y preocupación hacia la política monetaria practicada por la República Popular China. Muchos economistas y políticos acusan a Pekín de mantener bajo el cambio del yuan, con el único propósito de favorecer sus exportaciones obstaculizando, de tal modo, la recuperación económica tanto en Europa como en los EE.UU.

Representantes del Congreso americano han manifestado la oportunidad que los EE.UU. introduzcan impuestos arancelarios sobre las importaciones chinas para evitar que lo poco que queda de la fabricación americana quede sofocada.

Por el contario, el presidente de la República Popular China Hu Jintao no parece estar dispuesto a revalorizar el yuan sólo porque se lo ha pedido el presidente Obama. De todos modos un yuan más fuerte no sería la cura que resolvería los problemas económicos ni de los Estados Unidos ni de Europa.

Aumentando los aranceles a los productos chinos, no hay duda que éstos aumentarían de precio, los productos chinos no serían tan baratos como en la actualidad y esto estimularia las exportaciones de la zona euro como estadounidenses favoreciendo la creación de puestos de trabajo tanto necesarios a los Estados Unidos como a los países industrializados de Europa.

Pero no es que sólo revalorizando el yuan mejoraría automáticamente a favor de los Estados Unidos y Europa el intercambio comercial con China. Son de fabricación china muchos productos de base que los occidentales usan, tenemos el ejemplo de los juguetes chinos que en estas últimas fiestas navideñas han invadido medio mundo por sus precios bajos, a los ordenadores, productos electrónicos, celulares, etc., y no sería suficiente, revalorizar la moneda china para resolver los equilibrios comerciales entre China y el Occidente industrial.

Son necesarios reformas estructurales por parte de los chinos, de los EE.UU. y Europa Industrial y mientras los occidentales deberían ahorrar más y gastar menos, los chinos deberían gastar más y ahorrar menos. Un yuan revalorizado, en efecto, causaría el aumento de los precios de los productos importados de China dañando aún más los bolsillos de los ciudadanos americanos y europeos ya en dificultad por la alta tasa de desempleo y por las excesivas deudas contrarídas con los préstamos para la compra de casas y con el uso indiscriminado de las tarjetas de crédito puestas a disposición de un sistema bancario perverso.

Un yuan fuerte volvería menos competitivas las industrias chinas como también los productos occidentales que en los últimos años han deslocalizado su producción en ese país. Estas últimas se verían forzadas a decolalizar de nuevo su producción hacia países como Vietnam. Indonesia, Brasil, India o Corea, donde los costos de producción son menores. Cierto es que si Pekín continuará teniendo bajo el valor de su moneda, la recuperación económica de Occidente será muy larga.

En esta situación que ¿sucede en Europa?, simplemente que el euro es la verdadera víctima de la discordia. Si la Federal Reserve de los Estados Unidos introduce dólares al mercado bajándo su valor, el yuan lo sigue delibilitandose ulteriormente y el Euro se revaloriza automáticamente penalizando las exportaciones de la euro-zona que se vuelven más caras.

Las multinacionales más potentes del mundo que han deslocalizado sus industrias en China, son las que se aventajan dos veces: producen a costos menores y conquistan con sus productos los mercados occidentales, y no sólo, producen también los componentes que venden a las mismas fábricas que se encuentran en los EE.UU. o Europa a precios ventajosos.

Las consecuencias sobre la ocupación se ven desde hace rato. El Banco Central Europeo (BCE), no siendo Europa un estado federal puede hacer muy poco para oponerse a este estado de cosas y no es ni siquiera imaginable que los distintos países de la euro-zona puedan defenderse por si mismos.

La única solución sería que los países de la zona-euro abandonen sus ciegos nacionalismos y den vida a un Estado Federal antes de que sea demasiado tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario