viernes, 31 de diciembre de 2010

Estonia entra en el euro, mientras otros se muestran reticentes

BRUSELAS.- Estonia podría ser el último país que entra en el club del euro en varios años. El país báltico se convierte el 1 de enero en el decimoséptimo que adopta la moneda única europea, pero la profundización de la crisis de confianza en la región probablemente podría desanimar a los países del este de mayor tamaño durante hasta casi una década. 

El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Ollie Rehn, y los primeros ministros de Letonia y Lituania viajaron a Tallín el viernes para alabar la entrada de Estonia en el euro a partir de la medianoche, que culmina su integración en el oeste y su alejamiento de la influencia de Rusia que comenzó con el colapso de la Unión Soviética.
Además, se convierte en la primera antigua república soviética que adopta la moneda única europea. Sus vecinos Letonia y Lituania esperan hacerlo en 2014, cimentando la independencia lograda en 1991.
Pero en el resto del antiguo bloque soviético, los gobiernos no están tan convencidos. Polonia, Hungría y los demás han prometido entrar un día en la eurozona, pero no tienen mucha prisa. Quieren ver cómo se resuelven los problemas de deuda de Irlanda, Grecia, España y Portugal y temen que perder la flexibilidad de sus tipos de cambio les haga menos competitivos y menos capaces de aguantar futuras embestidas financieras.
La crisis de la deuda también ha socavado la idea de que pertenecer a la eurozona garantiza unos costes de préstamos más reducidos en los mercados internacionales.
"Hay más riesgos de estar dentro de la eurozona que de estar fuera", dijo este mes el gobernador del banco central polaco, Marek Belka.
Palabras similares se han escuchado en República Checa, donde el primer ministro, Petr Necas, ha dicho que adoptar el euro no sería una ventaja para el país durante mucho tiempo.
"Los checos siempre han sido más cautos, y los polacos se están volviendo cautos también", dijo el economista de Capital Economics Neil Shearing.
Incluso si la eurozona sobrevive tal y como está ahora, el próximo miembro del club no llegaría hasta 2015. Muchos economistas no esperan que los estados europeos de mayor tamaño entren antes del final de la década.
Los dirigentes de Estonia, que será el país más pobre de los 17 socios con la moneda única tras la brutal recesión de 2009, que eliminó casi un 20 por ciento de su Producto Interior Bruto, han quitado importancia a que la decisión pueda acabar resultando negativa.
"Los problemas de deuda del área del euro no están causados por el euro y la crisis económica actual. Las semillas de los problemas se sembraron hace décadas", declaró en un discurso reciente el presidente Toomas Ilves.
"Por tanto, la solución de los actuales problemas hacen al euro más fuerte y Estonia tiene la oportunidad de estar implicada inmediatamente en este proceso".
El primer ministro, Andrus Ansip, será uno de los primeros que saque billetes de euros de un cajero automático puesto especialmente para el evento, mientras que el presidente del banco central dará un discurso en televisión poco después de la medianoche.
En términos económicos, la eurozona apenas notará la incorporación - el PIB de Estonia supone sólo un 0,2 por ciento de los 8,9 billones de euros del total de los 17.
A diferencia de polacos, checos y húngaros, Estonia también está acostumbrada a tener una escasa flexibilidad monetaria. Su corona lleva asociada al euro con unas normas rígidas desde hace 18 años, y tendrá una tasa de conversión de 15,6466 coronas. Las divisas lituana y letona también están vinculadas al euro.
Más allá de los males de la eurozona, la región báltica espera que entrar en el club les dé, con el tiempo, una mayor estabilidad política y económica después de que la crisis financiera propinara un duro revés a la exitosa transformación desde el comunismo.
Los tres países bálticos han pasado por la ocupación soviética, nazi y nuevamente de la URSS, por lo que entrar en las estructuras económicas y de seguridad occidentales se ha convertido en un objetivo primordial. En 2004 ya entraron en la OTAN y en una entonces boyante Unión Europea.
"A largo plazo hay menos riesgos de incertidumbres e inestabilidad en el área del euro que en la región báltica, y por tanto, esto debería ser positivo para Estonia, a pesar de los retos a corto plazo", dijo la analista de Nordea Annika Lindblad.

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