lunes, 24 de enero de 2011

Mientras EEUU debate, China y Brasil potencian la construcción

NUEVA YORK.- Las barcazas cargadas de grava avanzan frente a los sauces en la margen del Gran Canal mientras surcan una ruta comercial abierta hace 2.500 años para llevar granos del sur fértil de China a sus gobernantes en el norte. 

Ahora el corredor de 1.800 kilómetros (1.125 millas) forma parte de un proyecto incluso mayor: un plan estimado en 150.000 millones de dólares para llevar agua del caudaloso río Yangtsé al accidentado norte en lo que es el proyecto de infraestructura más costoso del mundo.
En un número cada vez mayor, un grupo de economías pujantes _de Brasil a los Emiratos Arabes Unidos_ construye los grandes proyectos de infraestructura que una vez fueron primordialmente el orgullo de Estados Unidos, Europa Occidental y Japón. La represa Hoover en Estados Unidos causó revuelo en la década de 1930; hoy, es el embalse de las Tres Gargantas en China, con una inversión de 25.000 millones de dólares.
Así como los ferrocarriles y las carreteras transformaron a Estados Unidos en una superpotencia industrial, el auge de la construcción en el siglo XXI está colocando los cimientos de esas economías de rápido crecimiento para alcanzar el primer nivel.
"Los proyectos son cada vez más grandes en las economías en desarrollo, no sólo para atender la demanda, sino también para anticiparse al desarrollo futuro", considera Wilfred Lau, director de la consultoría Ove Arup & Partners en ingeniería y diseño asentada en Hong Kong.
La mitad de los 30 proyectos con mayor inversión en el mundo están en China, Brasil, el Medio Oriente y otras partes del mundo en desarrollo, de acuerdo con una lista.
Una docena de esos proyectos está en los países ricos, y otros tres son ductos de energía que unirán a Europa Occidental con Rusia y Turquía. La información proviene de gobiernos y empresas relacionadas con los diversos proyectos.
No todos esos planes serán necesariamente completados, pero las cancelaciones serían al menos tan probables entre gobiernos escasos de dinero de Occidente y Japón como en otros lados.
En la cima de la lista se encuentra el plan Desviación de Agua Sur-Norte, que utilizaría el Gran Canal y otras dos rutas para trasladar agua a Beijing y otras ciudades norteñas de rápido crecimiento. El valor de sólo éste supera con creces a los 65.000 millones de dólares de los cinco proyectos estadounidenses en los 30 principales.
Las naciones pobres siempre han necesitado mejores caminos, más electricidad y otras mejorías, pero pocas podrían costearlos y muchas, como Haití, siguen sin poder. No obstante, mucho ha cambiado en forma significativa durante las dos últimas décadas en que el crecimiento global se ha trasladado a países como China y Brasil.
El dinero que ingresa al erario de estos países les ha permitido poner en marcha los importantes proyectos de infraestructura que dan prestigio, mejoran la calidad de vida y preparan el terreno para el siguiente nivel del desarrollo económico.
Pero hay límites: Esos torrentes de riqueza pueden ser dilapidados en la corrupción o en proyectos pretenciosos que terminan siendo elefantes blancos. Algunos mencionan a manera de ejemplo el estadio de 450 millones de dólares levantado para los Juegos Olímpicos de Beijing en el 2008.
En China, la India y otras partes, los derrumbes en instalaciones del metro, puentes y edificios muestran que no toda la construcción es tan sólida como debiera. En última instancia, ese tipo de inversión ha de ser ambiental, social y económicamente sostenible para que valga la pena. Y algunos proyectos ya quedaron parados por la crisis financiera mundial.
Los planes con presupuestos colosales no están confinados al mundo en desarrollo. Gran Bretaña proyecta gastar 100.000 millones de libras esterlinas (132.000 millones de dólares) en parques eólicos en el mar, que representan el segundo proyecto con mayor precio y son seguidos por la Carretera Daini Tomei de Japón con una inversión de cinco billones de yenes (62.000 millones de dólares).
Los 65.000 millones de dólares en proyectos estadounidenses incluyen un nuevo sistema de control del tráfico aéreo por 20.000 millones que ocupa el 13er lugar en el listado. Le siguen varios proyectos con una inversión de 14.000 millones de dólares para mejorar las barreras contra inundaciones en Nueva Orleáns y construir dos plantas nucleoeléctricas en el estado de Georgia.
En total, únicamente el 2% del producto interno bruto de Estados Unidos va a la construcción de infraestructura. Europa gasta 5% y China 9%, según un informe del gobierno estadounidense.
Brasil construye un tramo para el tren de alta velocidad con una inversión de 18.400 millones de dólares y una distancia de 518 kilómetros (320 millas) entre Río de Janeiro y Sao Paulo. También lleva a cabo un complejo hidroeléctrico por 11.300 millones de dólares en el Río Madeira, una afluente importante del Amazonas.
Mientras en Estados Unidos varios estados siguen deliberando sobre una vía de ferrocarril de alta velocidad, China se encamina a duplicar su red _ya la más grande del mundo_ a 16.000 kilómetros (10.000 millas) para el 2020.
Inevitablemente, algunos ven complicaciones en el auge en la construcción. Un gasto constante al ritmo actual es insostenible, estimó Nicholas Lardy, especialista sobre China en el Instituto Peterson para la Economía Internacional, un grupo de análisis radicado en Washington.
"No están construyendo puentes que no serán terminados, pero podrían hacerlo si siguen así por unos años más", dijo Lardy.

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