martes, 8 de febrero de 2011

Las agencias de rating dan el mensaje correcto en un mal momento


LONDRES.- La sensación de mayor escrutinio que rodea a muchas naciones ricas con altos niveles de endeudamiento envía un mensaje adecuado en lo que respecta a disciplina fiscal, pero llega en un momento equivocado del ciclo de recuperación económica para muchos de estos países y podría hacer más mal que bien a la economía global.
 
Que muchos países necesitan recortar sus montañas de deuda y reducir sus déficit presupuestarios para la estabilidad a largo plazo de sus economías es prácticamente indiscutible.
No obstante, Japón, Estados Unidos, Reino Unido y los países de la periferia del euro todavía esconden problemas económicos que hacen difíciles de digerir los drásticos recortes en el gasto. La rebaja del rating de Japón realizada el mes pasado por Standard & Poor's ha despertado el interrogante de quién será el próximo en seguir este destino. Moody's Investors Service probablemente hará una valoración aleccionadora sobre el pobre estado de las cuentas públicas de muchos países en una reunión informativa que tendrá lugar en Tokio el miércoles 9 de febrero, aunque no está previsto que vaya a anunciar ningún tipo de medida sobre calificaciones crediticias.
EEUU y Europa son los lugares obvios a los que mirar y el lento ritmo de la mejoría de las finanzas públicas podría dar lugar a un nuevo incremento en las rentabilidades que condenen a los países desarrollados a otro año de crecimiento sin lustre a despejar el camino y propicien más flujos de capital hacia los países emergentes.
"Va a ser duro para el Gobierno estadounidense evitar algún tipo de decisión sobre los rating", dijo Guy LeBas, estratega de renta fija de Janney Montgomery Scott, que gestiona fondos por 52.000 millones de dólares.
"Estados Unidos es la referencia por la que se mide el crédito del resto del mundo. Así que cuando esta referencia resulta tocada, uno puede imaginarse lo que en teoría ocurriría en otros lugares".
Los CDS (en inglés, credit default swaps) de las economías principales han empezado a estrecharse de nuevo después del ensanchamiento provocado por la rebaja del rating nipón, lo que indica una subida en el coste de protegerse contra un eventual impago de deuda soberana.
Las rentabilidades de muchos países han estado subiendo a medida que progresaba la recuperación económica. A muchos inversores les preocupa que si los "yield" empiezan a subir de nuevo por la inquietud relacionada con la disciplina fiscal, los costes de financiación también subirán y se ralentizará el crecimiento de muchas naciones endeudadas, haciendo más difícil amortizar la deuda.
Los inversores podrían descontar 25 puntos básicos adicionales en las rentabilidades de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años, dijo LeBas.
Las rentabilidades de otros países desarrollados, como Alemania y los escandinavos, podrían subir, al tiempo que se debilitarían los de los países emergentes, agregó.
Japón es el que de lejos se encuentra en peor forma, con una deuda pendiente que dobla el tamaño de su economía de 5 billones de dólares, aunque la mayor parte del endeudamiento está en manos locales, no en las de inversores extranjeros.
Grecia e Irlanda tienen unos ratios de deuda/PIB por encima del 100 por ciento, mientras España, Portugal, EEUU y Reino Unido tampoco andan lejos.
Muchos observadores del mercado siguen argumentando que una suspensión de pagos de Grecia sería preferible a un desastre fiscal prolongado que además afectaría a sus vecinos. También hay voces que piden lo mismo para Irlanda.
Esta situación sería bastante improbable en Japón, EEUU, Reino Unido y otras economías europeas más pequeñas, pero otra rebaja de rating supondría una prueba más de que la deuda soberana ha perdido su estatus de libre de riesgo.
A los políticos de muchos países ricos no se les puede acusar de querer comprar más tiempo porque, aunque el entorno económico está mejorando, todavía no estamos ante una recuperación rápida y la subida de las materias primas está causando presiones inflacionarias, lo que podría complicar una situación ya farragosa.
El gobierno japonés está incentivando la demanda interna con subsidios a los bienes duraderos, mientras la persistente deflación aumenta el coste real de la deuda.
En Reino Unido hay rumores de estanflación (estancamiento económico e inflación), en España la reestructuración del sector financiero, y EEUU el desempleo es demasiado elevado y el mercado inmobiliario sigue vulnerable tras el estallido de la burbuja.
La credibilidad de las agencias de rating se encuentra todavía empañada por su gestión de los derivados hipotecarios subprime y el colapso de Lehman Brothers en 2008, así que algunos gobiernos podrían mirar hacia otro lado si éstas se ponen más duras en cuanto a la deuda soberana.
"Las propias agencias de rating se han culpado de haber actuado tarde y no quieren que esta vez ocurra lo mismo", dijo Akira Takei, gestor general de inversión fija internacional de Mizuho Asset Management en Tokio.
"Sin embargo, los gobiernos no deberían responder a las agencias de rating porque necesitan mantener sus economías en estado saludable. Los gobiernos tienen que enviar mensajes sobre consolidación fiscal pero siguen necesitando verter dinero en sus economías".
Takei añadió que prefiere invertir en bonos con muy largo vencimiento de Reino Unido y Estados Unidos, así como en deuda a cinco años de Australia y Nueva Zelanda.
En muchos de los focos calientes de deuda soberana en el mundo, el entorno político es también delicado por las divisiones parlamentarias, los gobiernos en minoría y la baja popularidad, lo que hace todavía más difícil para los políticos formar un consenso en materia fiscal que tranquilice la preocupación de los inversores.

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