domingo, 6 de febrero de 2011

Con un nuevo casino, Siria se abre al mundo

DAMASCO.- El nuevo Casino de Damasco es el primer centro de ese tipo que abre en Siria en casi cuatro décadas. El rutilante casino refleja la transformación por que está atravesando Siria, donde lentamente se va dejando de lado un pasado socialista para dar cabida a un mercado libre. En momentos en que el descontento social estremece a Egipto y Túnez, el presidente Bashar Assad apuesta a que un cambio gradual evite que su país caiga también presa de la agitación.

Los juegos de azar, no obstante, podrían ser demasiado para los devotos musulmanes. "El juego es un pecado grave", dijo Mohammed Habash, miembro del parlamento y director del Centro de Estudios Islámicos, quien considera esa actividad a la misma altura que el consumo de drogas. "Tenemos que apelar a todos los recursos legales para evitar que el juego entre en nuestras vidas".
El casino no tiene ni por asomo el atractivo de los casinos de los vecinos Líbano y Turquía, pero las autoridades esperan que ayude a cambiar la imagen de Siria de sociedad rígida y cerrada, y atraiga más turistas de los países petroleros árabes.
"Siria se está abriendo, y este es uno de los indicios", declaró Jihad Yazigi, jefe de redacción de The Syria Report, un semanario digital preparado en París.
No es común ver casinos en países árabes, muchos de los cuales emplean las leyes islámicas, que prohiben el juego. Una noche reciente, sin embargo, el casino de Damasco operaba a capacidad. Se escuchaba el bullicio de las máquinas tragamonedas y hombres y mujeres bien vestidos hacían apuestas en las mesas de baccarat, blackjack y la ruleta.
"Es bueno para la economía, pero malo para la sociedad", declaró Marwan, de 70 años. "Veo que un montón de jóvenes se meten en líos. Este no es un buen pasatiempo".
Esto no impidió que el anciano, que va dos veces por semana al casino, se sentase en una mesa de blackjack. Al igual que otros de los presentes, se negó a identificarse en vista de la mala fama que tienen los casinos en Siria.
Esa mala fama podría explicar por qué el casino se encuentra cerca del aeropuerto, a unos 30 kilómetros (20 millas) del centro, y el que haya sido inaugurado sin mucha fanfarria.
No se publicita su existencia y es uno de los pocos sitios públicos sin un retrato de Assad, lo que indicaría que el presidente no quiere ser asociado en el casino, por más que una instalación como esa no podría funcionar sin su consentimiento.
El propietario es el empresario sirio Jaled Hboubati, cuyo padre tuvo un casino en el mismo lugar antes de que fuese cerrado a mediados de la década de 1970, durante el gobierno de Hafez Assad, padre del actual mandatario.
Assad hijo, un oculista que estudió en Gran Bretaña, ha eliminado muchas de las restricciones económicas de la era soviética. Permite el funcionamiento de bancos extranjeros, las importaciones, las universidades privadas y le dio espacio al sector privado.
Hoy Siria tiene numerosos cafés con mesas en la calle llenas de jóvenes, pubs y clubes nocturnos. Los centros comerciales modernos compiten con los tradicionales bazares y decenas de casas históricas han sido convertidas en hoteles y restaurantes finos.
El ministro de turismo Saadalla Agha Al Kalaa dice que ese sector creció un 40% el año pasado en relación con 2009 y generó 8.000 millones de dólares.
Abundan los indicios de que el país quiere salir del aislamiento en que cayó tras ser acusado de haber participado en el asesinato de un ex primer ministro en el Líbano, de combatir la presencia de Estados Unidos en Irak y de apoyar a los guerrilleros palestinos.
Las reformas económicas, no obstante, no van acompañadas de reformas políticas y quienes critican al gobierno a menudo terminan presos.
No obstante, el que el legislador Habash pueda decir abiertamente que el casino es un pecado y que otros legisladores apoyen su denuncia hace pensar que también podría haber un relajamiento de los controles en el ámbito político.
La liberalización económica tiene sus críticos, que dicen que genera un aumento de precios y hace crecer la brecha entre ricos y pobres en esta nación de 23 millones de habitantes. Se calcula que el desempleo fue del 11% el año pasado.
"Hay una peligrosa disparidad económica entre los sirios y proyectos como el casino pueden resaltar más todavía ese desequilibrio", afirmó el economista sirio Nabil al-Samman.
"La transformación de una sociedad casi socialista en una capitalista se está haciendo apresuradamente y sin planificación. La gente con dinero se aprovechó de esta oportunidad y se hizo más rica todavía, mientras que los pobres son cada vez más pobres", afirmó.
Yazigi dice que la corrupción y la ineficacia del sistema legal ahuyentan a los inversionistas extranjeros.

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