sábado, 5 de febrero de 2011

El Papa denuncia que el mundo da la espalda a Dios

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Benedicto XVI denunció hoy que el mundo da la espalda a Dios y considera la fe cosa del pasado. En su homilía, durante una ordenación episcopal, recordó del evangelio de Lucas que "la mies es mucha, pero los obreros pocos".

 Benedicto XVI manifestó que el trabajo que a los obispos encarga el Señor es "llevar a los hombres la luz de la verdad, librarlos de la pobreza de verdad, que es la verdadera tristeza y la verdadera pobreza del hombre".
"La mies es mucha también hoy. Aunque pueda parecer que en grandes partes del mundo los hombres de hoy den la espaldas a Dios y consideren la fe una cosa del pasado, existe todavía el anhelo de que finalmente sea establecida la justicia, el amor y la paz y que la pobreza y sufrimiento sean superados, que los hombres encuentren la alegría", afirmó el Pontífice.
El papa Ratzinger agregó que trabajar en el campo del Señor es en estos momentos "urgente, ya que en estas horas nos damos cuenta de forma dolorosa de las palabras del Señor de que son pocos los obreros".
El Obispo de Roma añadió que la Iglesia por si misma no puede enviar obreros a la mieses del Señor, sino que sólo Dios es el que puede hacerlo, en referencia a las vocaciones.
"Esto no es una cuestión de ser mánager o de nuestra capacidad organizativa", señaló el Papa, que agregó que la Iglesia lo que puede hacer es "cooperar" para que lleguen esos obreros.
Benedicto XVI afirmó también que un obispo no puede ser "una caña en una ciénaga que se mueve según el viento que sopla, un siervo del espíritu del tiempo, debe ser intrépido y tener la valentía de oponerse a las corrientes del momento".
El obispo, precisó, debe ser un árbol de raíces profundas, en las que está bien basado, lo que no significa -añadió- que tenga que ser rígido o inflexible.
Benedicto XVI recordó que los obispos están llamados a tirar las redes del Evangelio en el mar agitado de nuestro tiempo para lograrla adhesión de los hombres a Cristo, "para sacarlos de las aguas salinas de la muerte y de la oscuridad en la que no penetra la luz del cielo y llevarlos a la tierra de la vida, a la comunión con Jesucristo".

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