jueves, 24 de febrero de 2011

El FMI propone una controvertida receta al planeta: la caída del dólar

WASHINGTON.- El Fondo Monetario Internacional anunció en las últimas horas una controvertida propuesta para impulsar la economía del planeta: ayudar a Estados Unidos a reducir sus déficits con los otros países permitiendo la depreciación del dólar. 

Esta sugerencia figura en una nota dirigida a los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de los países ricos y emergentes del G20, que se reunieron en París el viernes y sábado pasados.
Según los cálculos de los economistas del Fondo, la tasa de cambio del dólar estaba sobrevaluada y la del euro y el yen eran "globalmente coherentes" con los fundamentos económicos y varias monedas de países emergentes asiáticos estaban "subvaluadas", principalmente la de China.
En consecuencia, estimó el Fondo, el G20 debería permitir una caída del dólar. "Una nueva depreciación efectiva de la tasa de cambio del dólar contribuiría a una caída duradera del déficit de las cuentas corrientes de Estados Unidos a un nivel más conforme con los fundamentos de medio plazo, aportando sustento a un crecimiento más equilibrado", afirmó el Fondo.
En su nota anterior al G20, antes de la reunión en Gyeongju (Corea del Sur) en octubre, el FMI no había ido tan lejos. Tenía la misma evaluación de las tasas de cambio y consideraba que para los "países emergentes de crecimiento rápido" había "argumentos en favor de una apreciación" de sus respectivas devisas.
El nivel adecuado del dólar es un tema controvertido entre los economistas, dirigentes de bancos centrales y gobiernos.
En Estados Unidos, la opinión más extendida es que el billete verde debería bajar más pronunciadamente para ayudar a reducir el déficit comercial.
En otras latitudes, los economistas denuncian los efectos perversos de cada descenso de la principal moneda de reserva mundial: alza de los precios de las materias primas, tensiones comerciales, incertidumbre en las empresas, o incluso especulación sobre las divisas de los países emergentes.
El Tesoro estadounidense mantiene desde hace quince años la misma posición, reiterando que "a Estados Unidos le interesa tener un dólar fuerte" y la Reserva Federal (Fed) declara defender su moneda favoreciendo el crecimiento de la primera economía mundial.
Pero varios países del G20 acusan abiertamente a Washington de tener una política de dólar débil, destinada a favorecer sus exportaciones.
En el espacio de cuatro meses, desde finales de junio a finales de octubre, el dólar perdió un 6% de su valor frente a las divisas de sus principales socios comerciales. Las diversas tentativas de países del G20 para resistir la apreciación de sus monedas llevaron entonces al ministro de Finanzas brasileño Guido Mantega, a acuñar la ahora célebre expresión de "guerra de divisas" a finales de setiembre.
Japón había intervenido dos semanas antes en el mercado de cambios para afrontar la apreciación del yen, por primera vez desde 2004. Otros países del G20 podrían haberlo hecho más discretamente, como Corea del Sur, India o Indonesia.
En la misma época, Estados Unidos y China se enfrentaban abiertamente en un debate sobre la cotización del yuan. Por su parte, los europeos se declaraban víctimas de la baja del dólar, afirmando que el fortalecimiento del euro frente al billete verde afectaba sus exportaciones.
En octubre, a fin de reducir la tensión, los miembros del G20 se comprometieron a abstenerse de devaluar sus monedas para favorecer sus exportaciones. Pero pese a que otros compromisos anteriores habían sido retomados en la declaración común de París, éste no fue reiterado.

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