lunes, 9 de mayo de 2011

India y China: economías en el espejo / Amarthya Sen *

En la India, la tasa de crecimiento económico viene rondando el 8% anual (se espera que llegue al 9% este año), y ya se habla de si India va a alcanzar y superar la tasa china de más del 10%, y cuándo.

Pese al entusiasmo que el tema suscita en India y en otros países, es una tontería obsesionarse con que India supere a China en subida del PBI y no compararlas en otros aspectos, como educación o salud.

Por cierto, el crecimiento económico puede ser extremadamente útil para mejorar el nivel de vida y combatir la pobreza. Pero, aunque el crecimiento es importante, su alcance e impacto dependen en gran medida de lo que se hace con el mayor ingreso. La relación entre crecimiento económico y mejora de las condiciones de vida depende de varios factores, como la desigualdad económica y social y ­no menos importante­ de lo que el gobierno haga con el ingreso público generado por el crecimiento.

Vienen al caso algunas estadísticas, provenientes básicamente del Banco Mundial y la ONU. En China, la expectativa de vida al nacer es de 73,5 años; en India es de 64,4 años. La mortalidad infantil es de 50 por mil en India, frente a apenas 17 por mil en China; la mortalidad en menores de 5 años es 65 por mil en el caso de India y 19 por mil para China; y la mortalidad materna llega a 230 por cada 100.000 nacidos vivos en India y 38 en China. Los años promedio de escolaridad en India son 4,4, y en China 7,5. La alfabetización de adultos es del 94% en China, frente a un 74% de India.

Un grave problema de India es que una proporción importante de niños padece distintos grados de desnutrición. Sólo el 66% de los niños recibieron la vacuna triple, frente al 97% de los niños chinos.

Comparar a India con China según estos parámetros puede resultar más provechoso para debatir políticas que comparar solamente las tasas de aumento del PBI. Quienes temen que la performance de crecimiento indio se vea afectada si presta más atención a "objetivos sociales" como educación o salud, deberían considerar que, pese a esos logros "sociales", el crecimiento del PBI chino sigue superando claramente al de India.

Uno de los aspectos positivos del crecimiento económico es que genera recursos públicos. De hecho, los recursos públicos suelen crecer más que el PBI. Por ejemplo, el impuesto a los ingresos brutos de India (corregido por subida de precios) hoy más que cuadruplica al de hace 20 años. Subió mucho más que el PBI corregido por precios.

El gasto en lo que algo engañosamente se conoce como "el sector social" ­salud, educación, nutri
ción, etc­ se incrementó en India, por cierto. Y aun así, el país se encuentra muy por detrás de China en muchos de estos campos.

En India, uno de los efectos de la asignación relativamente baja de fondos a la salud pública es que gran número de pobres del país dependen de médicos privados, muchas veces con poca formación.

Hay muchos campos en los que una comparación entre China e India no se relaciona con el crecimiento económico de ninguna manera obvia. La mayoría de los indios valoran enormemente la estructura democrática del país, (partidos, elecciones libres, libertad de expresión, independencia del poder judicial). 

Los indios que critican las grandes fallas en estos temas (y yo soy, sin duda, uno de ellos) también aprecian lo que India ha logrado al sostener la democracia, a diferencia de otros países, como China. No sólo el acceso a Internet no está censurado; también hay un gran espectro de medios. India tiene más circulación de diarios por día que cualquier país del mundo.

Hay como mínimo 360 canales de televisión independientes.

Existe un contraste también en el juicio y castigo. China puede ejecutar más gente en una semana de la que India ha ejecutado desde su independencia. Si nuestro foco es una comparación exhaustiva de la calidad de vida en India y China, tenemos que ver más allá de los indicadores sociales tradicionales, y en muchas de estas comparaciones no sale ganando China.

¿Puede ser que el sistema democrático de India actúe como una especie de barrera que impide utilizar los beneficios del crecimiento de la economía para mejorar la salud, la educación y otros aspectos sociales? Claramente no, como analizaré. Cabe recordar que cuando India tenía un crecimiento económico bajo, como en los años 80, solía argumentarse que la democracia era hostil al alto crecimiento de la economía.

Fue difícil convencer a los detractores de la economía de que un crecimiento rápido de la economía depende de un clima económico favorable al desarrollo y no de un control político feroz. Ese debate hoy ha terminado, en particular debido a las altas tasas de crecimiento económico de la India democrática. 

Ahora podemos preguntar: ¿Cómo deberíamos evaluar el presunto conflicto entre la democracia y el uso de los frutos del crecimiento económico para el progreso social? En los últimos años, la democracia de India ha avanzado mucho en cuestiones tales como la desigualdad de género, falta de escuelas y desnutrición. Las protestas públicas, las decisiones judiciales y la reciente Ley de "Derecho a la Información" han tenido efectos contundentes. Pero India todavía debe recorrer un largo camino.

En China, en cambio, el proceso de toma de decisiones depende básicamente de los dictados de la cúpula del Partido. El Estado chino está muy empeñado en eliminar la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo y la desatención de la salud; y esto ha significado una enorme ayuda para el avance de China. Sin embargo, todo sistema de gobierno autoritario padece de una seria fragilidad, porque los recursos o soluciones son pocos
cuando los gobiernos alteran sus objetivos u ocultan sus fracasos.

Para citar un ejemplo, las reformas económicas de 1979 mejoraron considerablemente el funcionamiento y la eficiencia de la agricultura e industria de China, pero el gobierno chino también eliminó, al mismo tiempo, el derecho de todos a la salud pública. La mayoría de la gente, entonces, tuvo que adquirir su propio seguro de salud, lo que redujo en forma drástica el porcentaje de población con asistencia sanitaria garantizada.
En democracia, un derecho adquirido a la asistencia no podría haber sido tan fácilmente eliminado.

El cambio redujo fuertemente el avance de la longevidad en China.

Sin embargo, las autoridades chinas finalmente se percataron de lo que se había perdido, y a partir de 2004 rápidamente comenzaron a reintroducir el derecho a la salud.

Hoy China tiene una proporción mucho más alta de personas con cobertura de salud que India. La expectativa de vida volvió a aumentar.

Determinar si el sistema democrático de India es capaz de encontrar una solución a servicios públicos desatendidos, tales como la salud, es una de las cuestiones más urgentes que enfrenta el país.

Para una minoría de la población de India ­pero aun muy vasta en números reales­ el crecimiento económico en sí ha sido muy ventajoso, porque comparativamente ya gozan de privilegios y no necesitan asistencia social para benefi- ciarse del crecimiento económico.

La prosperidad relativa de los últimos años ayudó a sostener una gran variedad de estilos de vida así como avances culturales aclamados internacionalmente.

Pero una concentración exagerada en las vidas de los relativamente prósperos, exacerbada por los medios de comunicación de India, da un panorama optimista, poco realista, de las vidas de los indios en general. 

Como el grupo afortunado incluye no sólo a los empresarios y clases profesionales sino a muchos de los intelectuales del país, la historia de un progreso nacional inusual se escucha mucho y en to- das partes. Lo más preocupante es que los indios con relativos privilegios fácilmente pueden caer en la tentación de centrarse en el crecimiento económico como un grandioso benefactor social para todos.

El crecimiento económico puede contribuir mucho a mejorar la vida de la gente, pero centrar el énfasis particularmente en el crecimiento tiene limitaciones que es necesario comprender con claridad. 

(*) Premio Nobel de Economía 1998. Profesor de la Universidad de Harvard

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