jueves, 2 de junio de 2011

La economía tunecina lucha por salir de la crisis tras la revolución

TÚNEZ.- La economía tunecina, muy dependiente del turismo y de las inversiones extranjeras, lucha por salir de la crisis cinco meses después de la caída del régimen de Ben Alí, en medio de la incertidumbre política, el descontento social y la inestabilidad en la frontera con Libia.
 
Habituado a tasas de crecimiento del 5% estos últimos años, Túnez espera una contracción de su economía en 2011, mientras el desempleo, provocado por la pérdida del poder adquisitivo, podría subir del 13% de la población activa registrado en 2010 al 20% este año, admite el gobierno.
"La revolución profundiza los problemas existentes de manera bastante dramática, en una coyuntura difícil", subraya el economista tunecino Mohamed Ben Ramdhane. "La inestabilidad afecta al turismo y a los inversores no les gustan los entornos imprevisibles", resume.
Desde la revuelta popular que dio el pistoletazo de salida a la "primavera árabe", Túnez ha recuperado una calma relativa pero el clima social y la seguridad son precarios: huelgas frecuentes, especulaciones sobre la infiltración de Al Qaida en el territorio, crisis libia que provoca en la frontera sur del país un aflujo de desplazados...
En el plano político, el país sigue estando dirigido por un gobierno de transición, que no termina de ponerse de acuerdo sobre la fecha de las próximas elecciones que deberían entregar el poder a manos legítimas.
Este periodo de inestabilidad se prolonga y frena la recuperación del turismo, pilar de la economía que genera cerca del 7% del PIB, y emplea a unas 400.000 personas.
Con una caída del turismo del 41% y de los ingresos del 48% en los cuatro primeros meses del año, según la Oficina Nacional de Turismo Tunecino (ONTT), la temporada 2011 se anuncia floja, pese a las campañas publicitarias que ensalzan los méritos del "nuevo Túnez".
Los inversores extranjeros siguen dubitativos. Las inversiones directas extranjeras (IDE), importante motor de creación de empleo, cayeron cerca del 25% en los cuatro primeros meses del año en comparación con el mismo periodo de 2010, según la Agencia Tunecina de Promoción de la Inversión Exterior.
"La esfera política está inmersa en discusiones bizantinas sobre la fecha de la elección, dejando los problemas de fondo", comenta el experto Abdeljalil Bedoui, que lamenta "la ausencia de mensaje político y económico claro".
Según la opinión general, los dirigentes tunecinos deben resolver prioritariamente un desafío heredado de la era de Ben Alí: reducir las desigualdades regionales y crear empleo, particularmente para los jóvenes con diploma. Cada año se incorporan 80.000 al mercado de trabajo.
Según algunos expertos, la situación no es catastrófica.
Las exportaciones (electricidad, mecánica, agroalimentos, textil) han aumentado más del 11% en los cuatro primeros meses del 2011, y la cosecha se presenta buena.
Además, "la inflación no se dispara, y nuestra deuda pública no supera el 45% (del PIB)", reconoce Bedoui.
La comunidad internacional ha prometido 40.000 millones de dólares para apoyar a la "primavera árabe".
Pero estas ayudas "amenazan con hundir a nuestro país en el endeudamiento", alerta el economista. "Nuestros socios deben apoyar la revolución renunciando a una parte del reembolso de la deuda".
Para Mohamed Ben Ramdhane, el programa de inversiones masivo proyectado por Túnez, apoyado por préstamos internacionales, es absolutamente necesario. Según él, la recuperación pasará por la "financiación de infraestructuras, el apoyo a la PME (pequeñas y medianas empresas) y ayuda a las regiones atrasadas".

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