lunes, 8 de agosto de 2011

La prima de riesgo española cae 100 puntos tras el anuncio del BCE

LONDRES.- La prima de riesgo española ofrecida a los inversores por los bonos a diez años respecto al 'bund' alemán registra una caída de más de 100 puntos básicos en la apertura de los mercados del Viejo Continente tras anunciar el Banco central Europeo (BCE) que comprará "activamente" deuda española e italiana en los mercados secundarios.

   De este modo, el sobreprecio de la deuda española respecto al bono alemán a diez años se desplomaba hasta 285 puntos básicos, tras haber iniciado la sesión en 385 puntos básicos, con un rendimiento del 5,433%, lo que supone el mejor nivel del diferencial desde principios de año.
   Por su parte, el 'spread' de los bonos italianos caía también con fuerza y bajaba de 300 puntos básicos, hasta los 298 puntos básicos, con un interés del 5,56%.
Entretanto, los bancos centrales y los ministros de Economía y Finanzas del G-20 se han comprometido a adoptar "todas las medidas necesarias" para respaldar la estabilidad financiera y promover un crecimiento económico más fuerte.
   "Los ministros de Economía y los gobernadores de los bancos centrales del G20 afirmamos nuestros compromiso de adoptar todas las medidas necesarias para respaldar la estabilidad financiera y promover un crecimiento económico más fuerte en un espíritu de cooperación y confianza", indica el comunicado del G20, cuya presidencia corresponde actualmente a Francia.
   Asimismo, los miembros del G20 han mostrado su intención de mantener un estrecho contacto en las próximas semanas con el fin de "estar listos para adoptar medidas que garanticen la estabilidad financiera y la liquidez en los mercados".
También el G7 --compuesto por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido-- ha afirmado estar decidido a llevar a cabo medidas coordinadas para asegurar la liquidez y apoyar al funcionamiento de los mercados financieros, la estabilidad financiera y el crecimiento económico, según ha informado el grupo a través de un comunicado.
   "Estas acciones, junto con los esfuerzos continuados en disciplina fiscal, permitirán la existencia de la estabilidad fiscal a largo plazo", señala el texto.
   "Estamos comprometidos a enfrentarnos a las tensiones derivadas de los actuales desafíos en nuestros (de los países del G7) déficits fiscales, deuda y crecimiento, y damos la bienvenida a las acciones decisivas tomadas en Estados Unidos y Europa", agrega.  
   "Estados Unidos ha adoptado reformas que provocarán una reducción sustancial del déficit a medio plazo. En Europa, la cumbre de los países de la zona euro aprobó el 21 de julio un paquete exhaustivo de medidas para afrontar la situación en Grecia y otros países que se enfrenten a tensiones financieras", prosigue el comunicado.
   "Ahora estamos centrados en la implementación rápida y completa de los acuerdos alcanzados. Damos la bienvenida al comunicado franco-alemán y al comunicado del Banco Central Europeo (BCE)", añade.
   "No hay cambio en las garantías fundamentales de las recientes tensiones financieras que afectan a España e Italia. Damos la bienvenida a las medidas políticas adicionales anunciadas por ambos países para fortalecer la disciplina fiscal y apuntalar la recuperación de la actividad económica y la creación de empleo", afirma el comunicado.
   El G7 ha reafirmado su interés común en un "sistema financiero internacional fuerte y estable" y ha mostrado su apoyo a las tasas de intercambio determinadas por los mercados. "El exceso de volatilidad y los movimientos desordenados en las tasas de cambio tienen implicaciones adversas para la estabilidad económica y financiera", ha señalado a este respecto.
   Por último, los países miembro del G7 se han comprometido a mantenerse en "contacto cercano" durante las próximas semanas y a "cooperar de manera apropiada, estando preparados para llevar a cabo acciones que aseguren la estabilidad y la liquidez en los mercados financieros".
El Banco Central Europeo (BCE) adoptó la pasada madrugada una decisión clave para aliviar las tensiones que sacuden a España e Italia en los mercados. Apremiado por el temor a un hundimiento en las Bolsas, el organismo decidió la compra de deuda pública española e italiana en un intento por aliviar los elevados intereses que exigen los inversores a los bonos de ambos países.
Hoy, cinco operadores del mercado secundario de deuda, donde cotizan los títulos una vez emitidos, han confirmado que el instituto emisor ya estaría adquiriendo títulos españoles e italianos para atajar el acoso de los especuladores y garantizar estabilidad de la eurozona.
El BCE ha comprado esta mañana cerca de 2.000 millones de euros, principalmente en deuda a cinco años. El interés de los títulos a este plazo de España e Italia han bajado esta mañana en torno a 0,8 puntos porcentuales hasta el 4,5% y el 4,6%, respectivamente. Estos bonos tocaron el pasado jueves máximos en el 5,6% y el 5,5% el pasado jueves.
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, convocó ayer por la tarde una videoconferencia urgente con los consejeros de la autoridad monetaria de la que salió la decisión de "aplicar activamente" el programa de compra de deuda de países con problemas, según el comunicado hecho público. Aunque no detalla expresamente qué tipo de deuda se adquirirá, el comunicado arranca con un reconocimiento de las reformas en Italia y España y con la convicción de que es "esencial" aplicarlas para reducir los desequilibrios, lo que equivale a decir que estos serán los países beneficiados por la compra de bonos.
La decisión supone un salto cualitativo en las hasta ahora tímidas actuaciones de la autoridad monetaria respecto a la compra de deuda de países en apuros. El programa se activó en marzo, en principio para adquirir bonos griegos, y el pasado jueves Trichet habló de reactivarlo, aunque solo se detectaron movimientos que tenían como objetivo la deuda irlandesa y portuguesa. Pasar de auxiliar a esos países, de reducida dimensión, a intervenir en Italia y España representa un importante paso en la estrategia de la autoridad monetaria.
El efecto en el mercado de esta operación es que el BCE obliga a deshacer posiciones a los especuladores que estén apostando en contra de la deuda de España o Italia en previsión de que sus títulos continuarán bajando de precio -que se mueve al contrario que su rentabilidad y por tanto, a mayor interés, más baratos están-. El paso atrás en estas apuestas, que en el argot se conocen como estar en corto, frena la presión vendedora del resto de inversores.
Ayer, el BCE culminó casi tres horas de encuentro con la determinación de "responder decisivamente" a los embates de los mercados, según fuentes del organismo. El organismo analizó "cuidadosamente" la situación de España e Italia, y valoró "los anuncios de los Gobiernos" de ambos países en el sentido de acelerar las reformas. "El eurosistema intervendrá de forma muy significativa en los mercados y responderá de un modo cohesionado", aseguró la misma fuente.
Sobre la mesa, una medida espinosa reclamada pese a los recelos alemanes: la conveniencia de que el BCE compre bonos italianos para evitar que Italia y España sigan la estela de Grecia y dejen de poder afrontar los intereses que les piden por su deuda. Durante todo el fin de semana se daba por plausible la compra de bonos italianos por parte del BCE. Sobre todo desde que el Gobierno italiano anunciara el viernes el endurecimiento de sus medidas de austeridad, interpretado como un mensaje para facilitar esa compra de bonos. La mayoría de analistas y fuentes que exigían anonimato apostaban también por la compra de bonos españoles para relajar su interés.
En frente se esperaba la oposición del presidente del Banco Central alemán (Bundesbank), Jens Weidmann, y de otros representantes centroeuropeos. Sus economistas consideran que la compra de bonos supone una violación de los tratados de la Unión Monetaria. Según sus críticos, el BCE está saliéndose de los límites de su mandato y favoreciendo, a costa de sus socios más competitivos, a los países que han gestionado mal sus cuentas.
El único comunicado emitido ayer fue uno conjunto de la canciller federal, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en el que se dicen "confiados en que el análisis del BCE ponga las bases adecuadas para intervenir en los mercados secundarios". Una referencia que parece aludir más a la capacidad que tendrá el fondo de rescate europeo para intervenir comprando bonos de países con problemas que a las actuaciones del banco central. En ese sentido, piden la "aplicación completa" de los acuerdos adoptados en Bruselas el 21 de julio para potenciar el fondo de rescate.
Pero también en el Gobierno alemán hay reticencias contra el programa de compra de bonos. Como Weidmann, muchos consideran que estas ayudas entorpecerán las reformas estructurales que consideran necesarias para que sus socios salgan del agujero. Es decir, que la compra de bonos aliviará los síntomas de la crisis sin arreglar sus causas.
De otro lado, los alemanes temen que la medida dispare la inflación en los países que mejor superaron la crisis económica. Los políticos desconfían de que la subida de precios pueda provocar un descontento que se refleje en las urnas. Además, muchos analistas destacan la aversión "histórica" de Alemania contra la subida de precios. Recuerdan como la hiperinflación de los años 20 desembocó en una profunda crisis social que dio alas al nazismo. Es el trauma alemán por antonomasia.
La compra de bonos es un sapo duro de tragar para el Gobierno de centro-derecha de Merkel que, tras rescatar a la banca durante la crisis financiera, aceptó a regañadientes otra ristra de medidas muy impopulares en el país. Empezando por los multimillonarios rescates de Grecia, Irlanda y Portugal.
Además, los mercados podrían no quedar convencidos de que tanto Bruselas como el BCE tengan la energía política y la capacidad de disparo financiero necesarias para proteger del peligro a Italia de manera duradera a no ser que consiga una improbable conversión a la disciplina fiscal y el crecimiento económico. En este sentido, los críticos recuerdan que las pasadas compras de bonos del BCE sólo tuvieron un efecto calmante temporal y que no evitaron los ulteriores rescates de Grecia, Irlanda o Portugal.
"A la larga creemos que la actual presión vendedora forzarán al BCE y el FEEF a tener cerca de la mitad de los bonos que se negocian de Italia y España, unos 850.000 millones de euros", han valorado los economistas del Royal Bank of Scotland en una nota de análisis. Uno de los antiguos economistas del BCE, Tobias Blattner, que actualmente trabaja en el sector privado, ha estimado en que el organismo deberá desembolsar a la larga unos 260.000 millones de euros (60.000 millones de deuda española y el resto italiana) para que su intervención tenga un verdadero impacto.
Esta enorme cantidad de deuda de países del sur de Europa en manos del BCE podría suponer una mutualización "de facto" del riesgo de deuda de la zona euro y podría causar un contragolpe político en el norte de Europa. Por este motivo, tal y como advierte Paul Taylor desde esta agencia de noticias, "aunque el fuego remita por el momento, prepárense para más incendios".
De hecho, tras la intervención, aumentan las advertencias por parte de algunos expertos de que la compra de bonos reducirá el margen de maniobra del instituto emisor para llevar a cabo las operaciones de drenaje de liquidez con la que trata de mantener la inflación bajo control. Esto es, que dispondrá de menos fondos para el que es su objetivo principal.
En la misma línea añaden que el formidable desembolso que necesita realizar el BCE para que su apoyo a la deuda española e italiana tenga éxito equivaldrá a un rescate encubierto, algo que está prohibido en los estatutos del instituto emisor. "Está en riesgo su credibilidad e independencia política", ha advertido Blattner.

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