lunes, 19 de septiembre de 2011

Luis de Guindos: La salida de Grecia del euro sería "catastrófica"


MADRID.- El que fuera secretario de Estado de Economía y mano derecha de Rato en el último Gobierno de José María Aznar sabe muy bien que la salida de la crisis, tanto europea como española, no va a ser un camino de rosas. Pero Luis de Guindos tiene muy claro cuál debe ser la hoja de ruta después del 20-N para recuperar la maltrecha economía española: ajustes y reformas. Conocedor del sistema financiero internacional y de la política comunitaria, tiene también sus recetas para superar el colapso que vive la unión monetaria: ceder soberanía a Bruselas y aplicar una política presupuestaria común. Lo entrevista el diario 'Abc', de Madrid.

—Cuatro años después del estallido de la crisis financiera internacional, las tensiones en los mercados continúan casi intactas. ¿Cuánto nos queda todavía por pasar?
—Las crisis financieras son extremadamente complicadas desde el punto de vista de su evolución y de la salida de las mismas. Son crisis profundas en las que la recuperación es muy lenta y muy frágil. Estas crisis se caracterizan por que hay sobreendeudamiento, burbujas de precios de activos y un impacto sobre los balances bancarios.

—¿Ese es el origen?
—Ese es el origen, pero la corrección de todos esos desequilibrios lleva tiempo, y puede provocar que las recesiones sean profundas y que la salida sea dubitativa, y eso es lo que estamos viendo actualmente.

—Y los gobiernos ¿no están dando palos de ciego? Grecia está con respiración asistida, pero no se quiere desconectar el respirador. ¿No sería mejor dejarla caer de una vez?
—En el caso de la crisis de Grecia y la crisis del euro, estamos sometidos a una contradicción. Hay una percepción de que el problema griego no tiene solución sin un impago de la deuda y sin una quita relevante, no del 21%, que es la que se pactó. Pero, por otro lado, se teme que ese impago genere un tsunami de duda e incertidumbre que afecte de una forma muy profunda a los bancos europeos. 

—¿Y cómo salimos de ese círculo?
—Ninguna de las salidas es fácil. Y de lo que se trata es de buscar el mal menor.

—¿Cuál sería, en su opinión?
—La única salida razonable en el corto plazo sería avanzar de forma muy clara hacia la unión fiscal. Puede ser un Tesoro único, pueden ser los eurobonos…. Lo que supone una unión fiscal en última instancia es centralizar la política fiscal, al igual que la política monetaria. Cederíamos a Bruselas la soberanía en esta materia.

—Algunos países, entre ellos Alemania, no estarían dispuestos a ceder esa soberanía.
—Es cierto que esa salida tiene problemas desde el punto de vista político, porque en los países solventes y fuertes genera muchísimo rechazo. Pero en última instancia, si se quiere solventar la crisis de la deuda actual, esa es la única solución.

—¿Hay otras alternativas?
—Otro escenario sería el de los impagos selectivos, los planes de rescate, las inyecciones de liquidez, la compra de bonos por parte del BCE… pero esas medidas solo te ayudan a comprar tiempo y te generan la percepción de que no estás yendo a la causa del problema. Por último, existiría lo que para mí es la peor solución, que sería ir al impago de la deuda por parte de los países con problemas, con las potenciales consecuencias que esto podría tener para la zona euro. Y en este escenario el riesgo de contangio es enorme.

—Hay economistas que ya abogan por dejar salir a Grecia del euro. ¿Cree que es una solución factible?
—Esa solución sería catastrófica para Grecia y muy mala para el resto de la zona euro. Y generaría un precedente que permitiría especular con más salidas. Para eliminar las dudas que existen sobre la solvencia de la zona euro será necesario apoyo financiero por parte de los países fuertes, pero también austeridad en los países que necesitan la ayuda y reformas para generar capacidad de crecimiento. 

—Pero al final las restricciones fiscales detraen crecimiento.
—Es absolutamente necesario hacer un ajuste presupuestario, pero, a la vez, tomar otras medidas para generar la expectativa de que vas a crecer. Si solo se aplicaran medidas de austeridad, sería como realizar una operación a corazón abierto sin anestesia. 

—Y aterrizando en España, ¿el horizonte económico es tan negro como parece?
—La economía española tiene dos horizontes: hasta el 20-N y después del 20-N. Hasta las elecciones hay varios riesgos para la economía.

—¿Cuáles?
—En primer lugar, un agravamiento de la crisis por la percepción de una desviación en la ejecución presupuestaria de la Seguridad Social o las autonomías. O que haya problemas con la reestructuración de las cajas de ahorros y, especialmente, con el proceso de venta de la CAM. También es peligroso que alguna autonomía no pueda hacer frente al pago del vencimiento de algunas de sus emisiones de deuda. Malas noticias en estos ámbitos pueden generar una situación de nerviosismo adicional sobre la economía española en un contexto en el que el Gobierno ya no tiene margen de maniobra. 

—Acaba de incluir en la Constitución el equilibrio presupuestario.
—Eso es una medida positivísima. Se manda una señal muy importante a los mercados. De hecho, yo creo que la razón por la que la prima de riesgo española es inferior a la italiana es que los mercados descuentan que en España a partir del 20-N va a haber un Gobierno que ejecutará las reformas que necesitamos. 

—¿También es positiva la recuperación del impuesto de Patrimonio?
—Esa es una decisión política, no económica. El Gobierno se oponía a la medida y ha sido el candidato socialista quien lo ha impuesto. Además, los impuestos para los ricos siempre los acaba pagando la clase media. Y lo que hay que hacer en España no es poner nuevos impuestos, sino generar empleo, actividad, demanda, consumo e inversión para que así se generen ingresos impositivos.

—No hay que crear nuevos impuestos, pero ¿hay que bajarlos?
—Ahora es más importante reducir el déficit público que bajar los impuestos.

Hoja de ruta para la nueva legislatura

No hay comentarios:

Publicar un comentario