LONDRES.- Nouriel Roubini no ve otra salida para Grecia que una quiebra ordenada que implique una salida voluntaria del euro. La fórmula del profesor de Economía de la Universidad de Nueva York aconseja una vuelta al dracma para devaluar la moneda y recuperar competitividad, según ha explicado en su blog del Financial Times.
Para el gurú los actuales planes de rescate para el país son una estafa. Aunque Grecia consiga reducir su deuda pública no esquivar una profunda recesión prolongada en el tiempo si se mantiene en el euro.
El economista maneja varias opciones que permitirán a Grecia crecer y recuperar competitividad. La primera sería una fuerte depreciación del euro. Algo imposible mientras la economía de Estados Unidos siga débil y Alemania siga creciendo con fuerza. Tampoco ve capaz a Grecia de reducir el coste laboral a través reformas estructurales para aumentar la productividad por encima de los salarios. Roubini explica que Alemania tardó diez años en conseguirlo. La tercera sería la devaluación interna para reducir inflación y salarios. Este camino llevaría a Grecia a una profunda depresión que haría insostenible la deuda pública.
Ante estos escenarios imposibles de afrontar, el gurú asegura que la única salida es abandonar el euro con una vuelta a la moneda nacional con una fuerte depreciación para recuperar competitividad y crecimiento. Recuerda que esta vía fue por la que optaron Argentina en 2001 y otros países emergentes. Reconoce que este proceso sería traumático. El principal problema sería las importantes pérdidas que deberían asumir los principales bancos europeos. La deuda contraída por el Gobierno con los inversores se dispararía con la vuelta al dracma.
En todo caso, para Roubini los daños colaterales de esta decisión serían manejables gracias a una quiebra ordenada y una recapitalización de las entidades financieras. Advierte que Portugal puede seguir el mismo camino que propone para Grecia.
El economista maneja varias opciones que permitirán a Grecia crecer y recuperar competitividad. La primera sería una fuerte depreciación del euro. Algo imposible mientras la economía de Estados Unidos siga débil y Alemania siga creciendo con fuerza. Tampoco ve capaz a Grecia de reducir el coste laboral a través reformas estructurales para aumentar la productividad por encima de los salarios. Roubini explica que Alemania tardó diez años en conseguirlo. La tercera sería la devaluación interna para reducir inflación y salarios. Este camino llevaría a Grecia a una profunda depresión que haría insostenible la deuda pública.
Ante estos escenarios imposibles de afrontar, el gurú asegura que la única salida es abandonar el euro con una vuelta a la moneda nacional con una fuerte depreciación para recuperar competitividad y crecimiento. Recuerda que esta vía fue por la que optaron Argentina en 2001 y otros países emergentes. Reconoce que este proceso sería traumático. El principal problema sería las importantes pérdidas que deberían asumir los principales bancos europeos. La deuda contraída por el Gobierno con los inversores se dispararía con la vuelta al dracma.
En todo caso, para Roubini los daños colaterales de esta decisión serían manejables gracias a una quiebra ordenada y una recapitalización de las entidades financieras. Advierte que Portugal puede seguir el mismo camino que propone para Grecia.
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