sábado, 15 de octubre de 2011

El G-20 mantiene la presión en la zona euro por la crisis

PARÍS.- Las mayores economías del mundo mantuvieron el sábado una firme presión sobre Europa para que supere su crisis de deuda y el sentido de urgencia se verá reflejado en el comunicado que será emitido al final de la reunión de ministros de Finanzas del G-20 en París.

El momento decisivo para salir de la crisis de dos años que se propagó tras empezar en Grecia podría producirse en una cumbre de líderes de la Unión Europea el 23 de octubre.
Alemania y Francia han prometido dar los detalles de un plan para detener la expansión de la crisis, proteger a los bancos de Europa y a la economía mundial en general.
"Hemos escuchado de colegas de la zona euro las acciones en las que están trabajando, pero creo que dejarán París con la idea clara de que existe una enorme presión sobre ellos para que encuentren a una solución a la crisis", dijo a periodistas el ministro de Finanzas británico, George Osborne.
"(La crisis) sigue siendo el epicentro de los actuales problemas económicos del mundo. Y el Consejo Europeo se encuentra claramente en el momento en el que las personas esperan que haga algo realmente impresionante", señaló.
El borrador de comunicado, que aún debe ser firmado por los ministros de Finanzas y banqueros centrales del G-20, "espera que se realicen trabajos para maximizar el impacto del FEEF (fondo de rescate) a fin de contener el contagio y producir resultados del Consejo Europeo el 23 de octubre".
El texto contenía una retórica inusualmente directa para los diplomáticos del G-20.
Los esfuerzos de algunos países por incrementar los recursos del FMI a fin de combatir la crisis hallaron el viernes resistencia de Estados Unidos y otras naciones, que por el momento dejaron de lado la idea y devolvieron el sentido de apremio a Europa.
Estados Unidos está entre los países que buscan mantener la presión sobre los europeos, a fin de que actúen con mayor firmeza sobre el caos desatado por la crisis de deuda iniciada en Grecia y que desde entonces se propagó a Irlanda y Portugal, poniendo bajo amenaza a España e Italia.
Mientras los líderes de Finanzas del G-20 se reunían, grupos de manifestantes anticapitalistas se empezaron a tomar las calles en varias partes del mundo, gritando consignas en contra de los banqueros y políticos acusados de arruinar economías y condenar a millones a afrontar severas medidas de austeridad.
Alemania y Francia intentan definir un plan para resolver la crisis a tiempo para la cumbre de la UE. El programa anunciado incluirá planes para recapitalizar los bancos, hacer la carga de deuda de Grecia más sostenible y apuntalar el fondo de rescate del bloque.
Para variar esta vez dentro de la prolongada crisis, el calendario es ambicioso.
Ha habido crecientes señales de que los bancos acreedores de Grecia combatirán ante cualquier intento de que asuman mayores pérdidas en una reestructuración de deuda de Atenas.
El plan franco-alemán posiblemente pedirá a los bancos aceptar mayores reducciones de la deuda que el 21 por ciento acordado en julio, que ahora parece insuficiente.
Pero aún queda por decidir lo que podrá lograrse con el apoyo voluntario de los bancos. Mucho dependerá del enfoque y la actitud tomados.
El principal negociador de los tenedores de bonos del sector privado afirmó que imponer mayores pérdidas por la deuda de Grecia llevaría a los inversores a vender sus partes en otras deudas soberanas y desestabilizaría a la moneda única.
"No vemos que exista un argumento sólido para reevaluar el acuerdo (de julio). Un acuerdo es un acuerdo", afirmó Charles Dallara, director gerente del Instituto Internacional de Finanzas (IIF) al diario Financial Times.
Jürgen Stark, un miembro del Banco Central Europeo (BCE) que renunció en protesta por la gestión de la crisis de deuda de la zona euro, advirtió que Europa se arriesgaba a dañar su imagen entre los inversores.
"Los gobiernos deben honrar sus obligaciones", declaró al diario holandés NRC Handelsblad. "Esto hace ver a Europa como una región de mucho riesgo para invertir", señaló.
El plan también dará a conocer un sistema para recapitalizar los bancos y buscará apuntalar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera de 440.000 millones de dólares para darle mayor influencia.
Aunque el FEEF tiene recursos para lidiar con los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda, se vería sobrepasado si tuviera que tender la mano a economías mayores, como España e Italia.
El método más efectivo sería convertir al FEEF en una entidad similar a un banco a fin de que pueda recibir recursos del BCE. Tanto Alemania como el Banco Central Europeo se oponen a la idea, de modo que la atención viró hacia una propuesta para convertir al fondo en un ente parecido a una aseguradora.
El G-20, que representa hasta el 85 por ciento de la producción económica mundial, está menos unido actualmente que durante el punto más álgido de la crisis del 2009 para realizar estímulos coordinados y sacar al mundo de la recesión.
Muchos prestan su atención a la lenta respuesta de Europa ante la turbulencia, mientras que Washington y Pekín se enfrentan por las políticas chinas en torno al yuan.
El primer ministro chino, Wen Jiabao, rechazó la presión estadounidense para dejar que el yuan se aprecie, asegurando el sábado a los exportadores en la Feria Cantonesa de Guangzhou que el tipo de cambio del país permanecería "básicamente estable" a fin de protegerlos.
El borrador del G-20 contenía alguna retórica dirigida a los tipos de cambio, pero no era más severa que el texto emitido en la última reunión del grupo en Washington.
Los ministros acordaron que las economías ricas reducirían sus déficit y que los países emergentes seguirían avanzando hacia una mayor flexibilidad del tipo de cambio y apuntalarían su consumo doméstico.

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