jueves, 6 de octubre de 2011

El latente malestar griego necesita una chispa para estallar

ATENAS.- Los griegos que están irritados con la austeridad seguirán protestando en contra de las medidas de ajuste, pero el malestar probablemente no derribará al Gobierno a menos que una chispa inesperada desate una revuelta total.

Los recortes de los salarios y las subidas de impuestos en medio de la profunda recesión han llevado a muchos griegos al límite de la supervivencia, pero no los ha empujado a salir en masa a las plazas, como hicieron el invierno pasado, debido a lo que los analistas consideran como fatiga y resignación.
"Vamos a seguir teniendo explosiones de violencia social, no de toda la sociedad sino de grupos específicos como agrupaciones de izquierda o sindicatos", dijo Mary Bossis, profesora de seguridad internacional de la Universidad Piraeus.
"No vamos a ver un levantamiento, pero vamos a tener tensiones que pueden llevar a una escalada de la violencia desde el Estado. Nos dirigimos a momentos muy difíciles para el país", agregó.
Aunque la mayoría de los analistas prevé que la violencia será moderada, eventos imprevistos pueden desatar disturbios impredecibles.
Los peores incidentes en los últimos años ocurrieron en diciembre del 2008, antes de que se asentara la crisis financiera, cuando la muerte de un adolescente en manos de la policía desató semanas de enfrentamientos en las calles de Atenas.
Desde entonces, Grecia ha impuesto oleada tras oleada de medidas de austeridad a cambio de paquetes de rescate, luchando por salir de una crisis de deuda que ha sacudido al euro y amenazado a los mercados internacionales.
Eso provocó meses de airadas protestas este año, cuando los manifestantes tomaron el control de la plaza Syntagma en el centro de Atenas. Más de 100 personas resultaron heridas en choques con la policía en junio.
Pero los disturbios se terminaron en el caluroso verano boreal y recién emergieron nuevamente esta semana. Empleados públicos hicieron una huelga el miércoles, cuando la policía se enfrentó con jóvenes que arrojaban piedras.
Para el 19 de octubre se convocó a una huelga nacional que incluirá a trabajadores del sector privado.
El Gobierno socialista ha visto una caída de su popularidad, pero ese enojo no ha beneficiado demasiado a los partidos de la oposición debido a que el público cada vez está más decepcionado con el sistema político y no ve una salida para la apremiante situación del país.
Los economistas estiman que, a pesar de las duras medidas, la deuda griega es insostenible y ven algún tipo de suspensión de pagos en el futuro cercano. Algunos incluso hablaron de la posibilidad de abandonar el euro.
Aunque los griegos están orgullosos de pertenecer a la zona euro, algunos dicen estar resignados a la idea de renunciar a la divisa común.
"Un retorno a la dracma no me asusta más de lo que estoy atravesando ahora", dijo la maestra Evangelia Kouvari, de 50 años. "Quizás sea malo, pero no va a ser peor que estas políticas", agregó.
Al igual que muchos griegos que vieron una caída drástica de sus ingresos, un aumento de los impuestos y una creciente tasa de desempleo, sólo se siente exhausta por las medidas.
"Ya no podemos soportarlo, no tenemos nada más para dar", dijo Kouvari, madre de dos hijos. "Te das cuenta lo mal que están las cosas cuando no puedes comprar los libros para la escuela de tus hijos", añadió.
Los analistas dicen que su falta de fe en que las protestas logren cambiar algo es común entre la mayoría de los griegos.
"La gente está cansada, adormecida, mareada", opinó Theodore Couloumbis, del centro de estudios ELIAMEP. "La participación en las protestas ha disminuido porque la gente ya ha sufrido demasiado. Toda esta reacción no ayudó a su causa; el único resultado fue más medidas", enfatizó.
Aun así, el descontento sigue siendo profundo, no sólo por los impopulares recortes, sino por la percibida falta de justicia social.
Muchos sienten que la austeridad afecta más a los pobres que a los ricos y que no ha habido un castigo para los corruptos responsables de la crisis griega, dijo Couloumbis.
"La ausencia de castigo molesta inmensamente a los griegos", explicó. "Tienen que entender que tienen parte de la responsabilidad. Culpan a otros aquí o en el exterior por sus problemas", agregó.
Las protestas pacíficas a menudo terminan en episodios violentos por culpa de pequeños grupos de jóvenes vestidos de negro que arrojan piedras y cócteles molotov a la policía, que a su vez responde con gases lacrimógenos.
"Estos grupos pequeños y violentos suelen causar una reacción desproporcionada de la policía y una mayor violencia estatal", dijo Bossis.
Pero evitando incidentes inesperados, los analistas creen que las manifestaciones pueden ser menores que en el invierno pasado.
"¿Puede la gente invadir el Parlamento? Hay una atmósfera imperante, pero aún no llegamos hasta ahí", aseguró.

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