viernes, 4 de noviembre de 2011

El Gobierno italiano pende de un hilo, se tambalea su coalición

ROMA.- El primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, rechazó el viernes dejar el cargo pese a las crecientes deserciones dentro de su coalición de centroderecha, que han dejado el destino del país pendiendo de un hilo.

Es una idea generalizada que Berlusconi ya ha perdido el apoyo que necesita para sobrevivir en el Parlamento, pero dijo a sus partidarios en la cumbre del G-20 en Francia: "Tenemos una mayoría que sigo creyendo que es sólida, de modo que continuaremos gobernando".
El magnate de los medios, de 75 años, describió a los rebeldes de su partido como traidores a la patria y dijo que regresarían a la alianza una vez que haya conversado con ellos, a pesar de la crisis económica que ha derivado en una revuelta abierta en su partido PDL.
Como un reflejo de la atmósfera aprensiva, el rendimiento de los bonos italianos a 10 años llegó a alcanzar el viernes el máximo histórico desde la instauración del euro al llegar al 6,43 por ciento, cercano a los niveles que llevaron a los rescates de Irlanda y Portugal.
El presidente Giorgio Napolitano emitió la última de una serie de apremiantes peticiones de consenso político para aprobar las necesarias reformas económicas, diciendo que el país sufría de una grave crisis de confianza internacional.
Berlusconi, en el centro del debate, acordó en la cumbre que el FMI supervise las reformas económicas que ha prometido desde hace tiempo pero no ha logrado poner en marcha. También dijo haber rechazado una oferta de FMI de financiación para Italia.
En una entrevista con la BBC, la directora del FMI, Christine Lagarde, dijo que Italia ha hecho bien pidiendo asesoría experta para asegurarse de que completa su reforma fiscal.
"Italia considera que no necesita el dinero e Italia considera, correctamente en mi opinión, que necesita la credibilidad de un tercero independiente para verificar que cumple sus promesas", dijo.
"Comprobaremos que Italia está cumpliendo lo que Italia ha prometido. Y si no cumple, lo diré", afirmó.
Todo esto podría ser pronto irrelevante para Berlusconi, que el viernes regresó a Italia para encarar una rebelión cada vez más peligrosa por parte de sus propios partidarios.
Las tensiones dentro de su Gobierno quedaron en evidencia en Cannes, donde el ministro de Economía Giulio Tremonti -con quien ha tenido relaciones distantes- se negó a responder directamente a una pregunta sobre si estaba de acuerdo con que Berlusconi debería seguir gobernando.
Con los mercados financieros en plena turbulencia debido a Grecia, y con Italia vista como la próxima ficha de dominó que caiga en la zona euro, existen cada vez más llamamientos para formar un nuevo Gobierno que aplique las reformas necesarias para recuperar la confianza de la comunidad internacional.
Berlusconi dice que la única alternativa para él son unas elecciones anticipadas la próxima primavera, en lugar de formar el Gobierno de unidad nacional o con tecnócratas exigido por muchos políticos y analistas.
Esta semana, dos diputados del partido PDL de Berlusconi lo abandonaron para unirse al centrista UDC, lo que llevó su apoyo en la Cámara Baja del Parlamento de 630 bancas a posiblemente 315, en comparación a los 316 puestos que necesitó el mes pasado para ganar una moción de confianza.
Pero al menos otros siete ex partidarios han pedido la formación de un nuevo Gobierno y podrían votar en contra del primer ministro.
"La mayoría (en el poder) parece estar disolviéndose como un muñeco de nieve en la primavera", dijo el respetado comentarista Stefano Folli en el diario financiero Il Sole 24 Ore. Otros analistas han hablado de una "inexorable" revuelta en contra de Berlusconi.
Incluso el subsecretario de Defensa, Guido Crosetto, partidario de Berlusconi, dijo a una cadena de televisión: "No sé cuántos días o semanas le quedan al Gobierno. Ciertamente una mayoría que depende de tan pocos votos no puede continuar por demasiado tiempo".

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