martes, 22 de noviembre de 2011

Un informe de economistas keynesianos critica la respuesta oficial a la crisis

LONDRES.- En menos de un año, se ha desvanecido en el aire el optimismo sobre el modelo de capitalismo europeo –liderado por Alemania–, frente a su rival anglosajón financiero. Los elogios del papel del euro como refugio en la tormenta han dado paso a una dinámica de miedo y percepción de riesgo difícil de parar. ¿Cómo se ha producido tal cambio? ¿Qué posibles escenarios hay para el futuro?, se pregunta el enviado especial de 'La Vanguardia'

Un informe elaborado por un grupo de economistas de tradición keynesiana, en algunos casos marxista, muchos de ellos de países periféricos excluidos durante tiempo del ámbito de influencia político y mediático, plantea estas cuestiones. Coordinados por el economista griego Costas Lapavitsas de la Universidad de Londres, esta decena de economistas se inquieta por el impacto sobre la demanda agregada en la zona euro que tendría la adopción simultánea de ajustes fiscales y salariales en toda la periferia.

De ahí el titulo del informe: Beggar thyself and thy neighbour (mendigar a ti mismo y a tu vecino), una referencia al comentario de John Maynard Keynes de que un país que busque competitividad de manera unilateral sea mediante devaluaciones, o bien mediante recortes de salarios sólo logra "mendigar a su vecino".

"No estamos diciendo que la recesión dure para siempre tras esta respuesta de austeridad. Habrá estabilización. Siempre la hay", dijo Lapavitsas en una entrevista la semana pasada en Londres. "Pero la cuestión es lo que pasará después: nosotros creemos que habrá estancamiento de larga duración y las economías de la periferia sufrirán cada vez más tensiones sociales sin poder afrontar los problemas reales de competencia y productividad que residen en un déficit de formación, educación e inversión en innovación", dijo. "Nadie se beneficia en ese escenario; por eso, planteamos dos alternativas". explica.

La tesis principal del informe es que la raíz del problema de la periferia de la zona euro –la falta de competitividad y un endeudamiento crónico– se encuentra en el centro. Desde el inicio de la unión monetaria a principios de la década pasada, "se ha producido una carrera hacia el fondo del pozo, guiada por la política de restricciones salariales", sostiene el informe. Y esta carrera "la ha ganado Alemania". Tras recortar los salarios reales un 9% desde el 2000, según el instituto berlinés DIW, Alemania ha ganado competitividad a costa de los demás. Ya se sabía desde el principio que la unión monetaria, al eliminar o restringir la libertad de hacer política fiscal y monetaria y al imposibilitar las devaluaciones, "forzaría las presiones de ajuste económico hacia el mercado de trabajo". Pero el ajuste exigido a los países periféricos se ha hecho mucho más difícil por los radicales recortes de salarios reales en Alemania. La zona euro se ha convertido en "un área de arraigados superávit por cuenta corriente para Alemania y arraigados déficits en la periferia", se explica.

Tal y como se ve en el gráfico adjunto, las familias de la periferia deficitaria se endeudaron como nunca tras la adopción del euro, incentivadas por los tipos de interés más bajos de la historia, y unos bancos más que dispuestos a ofrecer hipotecas y tarjetas de crédito y a financiar viviendas cuyo creciente "valor" animaba a la gente a gastar. Todo esto generó mercados para los países con superávit encabezados por Alemania.

España e Irlanda se convirtieron en estrellas de la convergencia con fuertes subidas de la inversión financiadas mediante una expansión espectacular de la deuda empresarial hasta el 250% del PIB en ambos países. Y las familias españolas se vieron forzadas a seguir a sus jefes ya que los salarios reales cayeron un 7% en la década, colocando a España justo detrás de Alemania en el ranking de sacrificio salarial. Los demás periféricos registraron subidas de salarios reales. Los costes laborales en relación con la productividad subieron mucho más en los países periféricos que en Alemania –incluso en España que registraba un crecimiento de la productividad muy bajo en parte por la expansión del empleo–.

El resultado ha sido el colapso de las economías periféricas y una grave crisis de deuda que tras la crisis se ha estatalizado. La reticencia de Alemania a asumir una parte de la responsabilidad es comprensible. "Los alemanes creen que han hecho sus deberes y los demás no", dijo Gary Dymski, de la Universidad de California, otro colaborador del informe que ha trabajado con el equipo de Giorgos Papandreu, el primer ministro griego.

Pero la virtud de la competitividad rápidamente se convierte en vicio en economías interdepedientes carentes de demanda. La potencia europea corre el riesgo de morir de su propio éxito. Ha perdido sus mercados del llamado cinturón del olivo. El Reino Unido gana competitividad con la depreciación de la libra. Y ahora EE.UU. busca crecimiento por la vía de las exportaciones ¿Cuál será el motor de la máquina exportadora alemana? Y si la idea es que toda Europa, tras un duro proceso de bajadas salariales, sea tan "competitiva" como Alemania, "pues existe una incoherencia lógica", dice Lapavitsas. "¿Quién compraría nuestras exportaciones?" La política de mendigar al vecino europeo simplemente se habría trasladado al escenario mundial

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