ROMA.- El primer ministro Mario Monti encara una enconada resistencia de tres fuerzas irreductibles: los mercados financieros globales, los sindicatos y políticos italianos. Los adversarios de Monti han dado pocas muestras de moderación, incluso ante la posibilidad de que Italia incurra en el impago de 1,9 billones de euros (2,5 billones de dólares) en deuda soberana, lo que supondría la disolución de la eurozona que integran 17 naciones y una sonora crisis global.
Monti, un economista y rector universitario elegido el mes pasado para encabezar un gobierno de tecnócratas, prometió el jueves imponerse a sus detractores manteniendo el curso trazado. El plan intenta achicar la deuda pública, reducir el gasto gubernamental, reformar el sistema de pensiones y el complicado mercado laboral para fomentar el crecimiento económico.
"La resistencia no es una novedad cuando se quiere emplazar las fuerzas de la liberalización y la competencia", dijo Monti. "Esta es una resistencia que con frecuencia no se supera con el primer golpe, sino con tenacidad".
El gobierno convocó para el viernes una moción de confianza sobre las medidas de austeridad para controlar el déficit presupuestario y el endeudamiento público a fin de salir de la galopante crisis financiera.
La medida tienen como fin asegurar la aprobación de un plan de 30.000 millones de euros (39.000 millones de dólares) en aumentos fiscales y reducciones de gastos a las que se opusieron muchos legisladores y sindicatos.
El plan — que contempla además reinvertir 10.000 millones de euros para fomentar el crecimiento económico — será votado este viernes en la cámara baja del parlamento, y pasará luego al Senado en fecha no especificada.
La votación fue anunciada el jueves en la cámara baja. Con anterioridad, su presidente suspendió la sesión y expulsó a dos legisladores de la Liga del Norte que desplegaron un cartel en contra de la resurrección de un impuesto a la vivienda primaria.
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