sábado, 3 de diciembre de 2011

Obreros chinos defienden sus derechos frente a la aminoración del crecimiento

SHANGHAI.- Enfrentados a despidos y reducciones de salarios por la menor demanda de los países occidentales, los obreros chinos artífices del crecimiento de la segunda economía mundial no están dispuestos a perder sus derechos.

En noviembre, miles de ellos se declararon en huelga en el sur del país, en el llamado "el taller del mundo" donde las empresas ven disminuir sus exportaciones y aumentar el costo de la mano de obra.
En Shenzhen, la ciudad fronteriza con Hong Kong, los trabajadores se reúnen en las oficinas de la organización Xiaoxiao Niao (Pajarito) con miras a discutir de la oportunidad de una huelga para reclamar horas suplementarias mejor pagadas o una indemnización por la mudanza de su usina.
"No tenemos ninguna experiencia en este tipo de situaciones. Queremos conocer los diferentes métodos para proteger nuestros derechos", declaró Ran Lin, de 30 años, que trabaja 11 horas diarias, seis días por semanas en una cadena de ensamble de circuitos impresos.
Ran, que completa su salario mensual de base de 2.000 yuanes (235 euros - 315 dólares) haciendo horas extras en la empresa Yong Jie Electronics, de capitales de Hong Kong, afirma que su patrón redujo las asignaciones para alimentación y vivienda, en circunstancias que el costo de la vida ha aumentado.
En momentos que la coyuntura económica lleva a los patrones a hacer economías a costa del personal, los obreros recurren a organizaciones como Pajarito, fundada en 1999 en Pekín para ayudar a los trabajadores emigrados, o incluso a agencias vinculadas al gobierno para consejos jurídicos.
"Cada vez más obreros reconocen la importancia de defender sus derechos. Han aprendido a unirse", explica Wei Wei, fundador del Pajarito.
Según Wei, la concentración de fábricas en la provincia meridional de Guangdong ha hecho que la información sobre las huelgas circule más fácilmente.
En China, solo existe una federación sindical, bajo la tutela del Partido Comunista, que en muy escasas ocasiones se ha movilizado para defender a los obreros al presentarse un conflicto social.
No obstante, según militantes de ONG, puede ocurrir que los responsables gubernamentales atiendan a sus reivindicaciones, sobre todo cuando están dirigidas contra empresas con capitales extranjeros.
"El gobierno teme que las reivindicaciones se desarrollen. No quieren que los obreros salgan a las calles pidiendo sindicatos" libres, estima Debby Chan, de la organización "Estudiantes e investigadores contra las empresas que actúan mal", instalada en Hong Kong.
Frente al aumento de las reivindicaciones, las autoridades han respondido fortaleciendo el código del Trabajo, consultando con organizaciones patronales de la industria y permitiendo que los tribunales decidan en casos de conflictos salariales.
En reacción al parecer frente a la reciente ola de huelgas, la municipalidad de Shenzhen anunció un aumento de 14% del salario mínimo mensual a 1.500 yuanes a partir de enero.
Por su parte, los obreros han alcanzado un nivel de organización sin precedente en China, según destacó Geoffrey Crothall, portavoz del China Labour Bulletin, con sede en Hong Kong.
Los obreros de cinco plantas embotelladoras de Pepsi Cola repartidos en diferentes regiones se movilizaron el mismo día para protestar contra la venta de las plantas chinas de la multinacional estadounidense.
El año pasado, durante huelgas en sociedades japonesas, los obreros supieron aprovechar el sentimiento anti-japonés en China para que su movimiento fuese aceptado por las autoridades.
"Saben que es una herramienta para poner a la gente de su lado. Los obreros chinos tienen un agudo sentido político", según Crothall.

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