jueves, 1 de diciembre de 2011

Busca 300 millones para arrancar la agencia de rating europea en el segundo trimestre de 2012

MADRID.- La consultora alemana Roland Berger avanza en su proyecto para crear la agencia de rating europea y ha iniciado los trabajos para formar un consorcio de una treintena de instituciones financieras (bancos, entidades financieras, gestoras de fondos y consorcios de compensación), para recaudar 300 millones de euros que permitan que pueda empezar a funcionar en el segundo trimestre del 2012. 

   El socio responsable del proyecto, Markus Krall, ha explicado en Madrid que la futura agencia sigue un modelo de "non profit" que no busca beneficios, sino que se basará en la normativa establecida por Basilea II con la máxima transparencia posible respecto a su funcionamiento para "restaurar" la confianza de los mercados con un proyecto "independiente".
   Hasta el momento, han empezado a reunirse con potenciales inversores en Alemania, y prevén hacerlo en Austria, Grecia, Suiza, Italia y España, donde ha detectado a cuatro posibles candidatos, con los que aún no se ha cerrado el acuerdo.
   No excluye a instituciones de otros países europeos e incluso de Estados Unidos, si bien ha remarcado que no facilitará sus nombres hasta que los acuerdos no estén cerrados y los inversores lo autoricen.
   En este sentido, ha deslizado que "cerca" de la mitad de los interesados ya han dado un compromiso previo y que en marzo de 2012 se espera cerrar todos los flecos.  
   La idea es que cada uno de ellos aporte unos diez millones de euros y puedan recuperar su inversión en un plazo de cinco años, a través de la absorción de excedentes. No obstante, para que esto funcione es necesario modificar el  marco regulatorio para permitir crear un nuevo sistema de pago basado en el inversor, en lugar de en los emisores de la deuda sobre la que se emite la calificación, como ocurre actualmente.
   Sin embargo, esto será un proceso "lento" que puede tardar entre 12 y 24 meses, en los que la nueva agencia funcionaría de la manera "tradicional", empezando por trabajar en ratings de deuda soberana y, posteriormente, banca, dejando para 2013 la calificación de otros productos financieros. En cualquier caso, Krall ha garantizado que no habrá "ningún trato de favor"
   Krall ha recalado que se trata de una iniciativa estrictamente privada que no parte de ninguna institución política comunitaria, si bien ha recalcado que existe una comunicación "cómoda" con la Autoridad Bursátil Europea (ESMA por sus siglas en inglés), pese a que aún no han solicitado el registro como agencia de rating, lo que harán cuando cierren la financiación.  
    Según Krall, este modelo busca "minimizar" los posibles "conflictos de intereses", ya que busca una base "muy amplia" de inversores, y ha remarcado que su compromiso de independencia distingue su proyecto de S&P, Moody's o Fitch, agencias que, en primer lugar, nunca han recogido tal compromiso.
   Además, ha destacado que contará con un "comité de sabios" procedentes del ámbito universitario para diseñar la metodología, que será pública --al contrario de sus homólogas estadounidenses-- y accesible "para cualqueira que tenga una conexión a Internet".
   Krall ha admitido que existen otros proyectos de crear agencias de calificación en varios países europeos, pero ninguno de ellos, a excepción del creado por un grupo de 'family office' suizas, tiene la amplitud de escala "global" del de la consultora alemana. Sin embargo, ha asegurado que todos ellos con "bienvenidos" porque contribuyen a romper el monopolio de las agencias americanas.
   Para la consultora, existe una serie de desajustes en la estructura actual de la industria de calificación, como son un 'rating' subjetivo, problemas de metodología y proceso, desajustes cíclicos, desajustes regulatorios y subjetividad local de las calificadoras, de los que ha tratado de "aprender" para su proyecto.
   En este sentido, ha destacado que el valor que pretende añadir la nueva agencia es el de la "anticipación", máxime cuando las instituciones estadounidenses han fallado a la hora de avisar sobre problemas como los de la deuda periférica. No obstante, ha remarcado que lo que no se puede exigir es que las calificaciones no reflejen el deterioro actual de la situación económica.

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