domingo, 8 de enero de 2012

Asumamos que la crisis no es planetaria / Eduardo Punset *

Me apetece aprovechar estos días para enunciar varias cosas que debemos desaprender. Es mucho más importante desaprender que aprender las monsergas que suelen soltar los predicadores de fuera y de dentro.

En primer lugar, es imprescindible de cara al futuro aceptar, de una vez por todas, que el origen de nuestros desasosiegos y dudas actuales no es el resultado de una supuesta crisis internacional o planetaria. Los expertos, portavoces de instituciones y, en menor medida, la gente de la calle suelen referirse a la crisis como la responsable de todos nuestros males, a sabiendas de que no existe ninguna crisis internacional o planetaria, sino crisis muy específicas y concretas de países individuales.

Ni China, ni América Latina, ni la India ni los propios Estados Unidos de América, si me apuran, están en crisis; países como la India apenas han abordado la redistribución de la riqueza en su seno, pero en términos globales están aumentando sus índices de crecimiento del producto y empleo a tasas muy alejadas de la precariedad en la que estamos sumidos.

Sé que cuesta admitir algo que he reafirmado hasta en mis libros; a saber: que, si padeciéramos una crisis planetaria, nuestro déficit solo podría explicarse porque todos o alguno de los restantes planetas, como Urano, Neptuno, Marte o Saturno, hubieran generado el correspondiente excedente. Estamos muy lejos de descubrir vida en otros planetas y bastante lejos de que alguien desde allí nos preste dinero para seguir viviendo por encima de nuestros medios.

Es preciso recordar que, en lo referente al planeta, las cuentas están equilibradas por definición: los excedentes de unos países son idénticos a los déficits de otros. Alguien nos tiene que seguir prestando dinero cuando se ha vivido demasiado tiempo por encima de nuestros medios. Se puede hacer así durante un tiempo; durante bastante tiempo. Pero tarde o temprano llega un momento en el que los que estaban dispuestos a prestar dinero pedirán una prima de riesgo que irá alcanzando límites insoportables. Lejos de darse una crisis universal o internacional, lo que se dan son crisis específicas de países determinados, como el nuestro, Italia, Portugal o Irlanda.

Las instituciones públicas y privadas debieran dedicar parte de su tiempo a dejar esto bien claro. ¿Por qué? Porque la primerísima pauta para salir de la crisis es no engañarse sobre las causas de la misma. Cuando se sabe la razón de lo que nos pasa por dentro, se ha avanzado la mitad en el camino de solventar la crisis. Es mucho más útil esto tan sencillo –como que dos y dos son cuatro– que lamentarse del impacto cruel del desempleo sin aportar soluciones concretas.

Por favor, yo invito a todos los que no lo sabían, pero que ahora lo empiezan a tener claro, a comunicárselo a sus amigos. El primer peldaño para salir de esta crisis sería afirmar en los blogs, Twitter, Google, Facebook y por email que la crisis no es planetaria, sino nuestra. Que los que decían lo contrario no lo mantenían para salir de la crisis, sino por motivos distintos.

En segundo lugar, es indispensable que al desmenuzar los procesos necesarios para salir de la crisis no se insista únicamente en eliminar los efectos nefastos del desempleo –algo en lo que se regodea todo el mundo–, sino en la necesidad previa de restablecer otros equilibrios no menos indispensables: evitar el desnivel mundial de precios, así como restablecer los niveles necesarios de productividad para poder generar empleo. Esto último requiere reducir determinados gastos.

Por último, será preciso desaprender lo que nuestro gran cineasta Pedro Almodóvar llamó La mala educación –la película suya que pasó sin gloria ni reconocimiento–; porque casi nada de lo que nos enseñaron sirve para algo.

(*) Ex ministro de España y divulgador

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