domingo, 29 de enero de 2012

La pesadilla de una quiebra griega preocupa a Europa

ATENAS.- La caótica bancarrota en Argentina de hace una década desató masivos disturbios, saqueos y decenas de muertos. La perspectiva de que ese escenario de terror se materialice en Grecia está en la mente de toda Europa, puesto que la amenaza de una suspensión de pagos es una posibilidad muy real.

En el mejor de los casos, si los acreedores privados rechazan una reestructuración voluntaria de la deuda, un incumplimiento desordenado obligaría a cerrar los bancos griegos durante días para dar tiempo a Atenas a evitar una avalancha bancaria y tranquilizar a los depositantes de que no habrá quiebras bancarias.
En el peor de los casos, si los socios de la Unión Europea también rechazan aportar dinero, Grecia quedaría expuesta a un masivo congelamiento bancario, una posible escasez de productos básicos, violencia y lo que el gobernador del banco central George Provopoulos describió como el "infierno" de una salida del euro.
"Si los bancos se vieran afectados, yo no podría importar más productos. No tendría nada para vender. ¿Cómo voy a sobrevivir?", se preguntó Broukias Antonis, un hombre de 66 años en su librería y tienda de artículos de oficina en el centro de Atenas.
"Seguramente cerraría mi tienda, sobre todo si volvemos al dracma", agregó, señalando que le preocupaba que las manifestaciones se tornasen violentas.
Atenas y sus acreedores privados se esfuerzan por evitar una suspensión de pagos desordenada que pueda arrastrar a toda la zona euro a una crisis mucho más profunda. Pero las negociaciones avanzan con mucha lentitud y el reloj no se detiene en su cuenta de tiempo hacia una importante redención de bonos que vencen a fines de marzo.
Incluso si se alcanza un acuerdo, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, los prestamistas de Grecia, han dejado claro que no aprobarán un paquete de 130.000 millones de euros para un nuevo rescate a menos que Atenas avance con más recortes presupuestarios y aplique una serie de reformas de austeridad acordadas hace tiempo. Si no están convencidos, podrían suspender la ayuda financiera en cualquier momento.
Si no se alcanza un acuerdo con los acreedores privados, el destino de los ciudadanos y empresas griegos - a quienes se les pide absorber fuertes pérdidas como parte del nuevo rescate- dependerá en gran medida de si la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, ya escépticos por el fracaso de Atenas a la hora de cumplir los objetivos de las reformas, siguen apoyando a Grecia.
En caso de no hacerlo, la gente preocupada con que los bancos puedan cerrar o sus depósitos puedan pasarse a una nueva moneda, probablemente corran a los bancos para retirar su dinero, desatando una avalancha bancaria.
Ese sería el primero y más visible efecto de una crisis que afectaría a todo el país de alrededor de 11 millones de personas, que ha entrado en su quinto año consecutivo de recesión profunda y que depende de la ayuda externa para mantenerse a flote.
"Dejar el euro sería un desastre", dijo el jubilado de 73 años Petros Haris. "¡Si te toca la lotería, saca todo ese dinero del país!", gritó cuando pasó a su lado uno de los muchos vendedores de lotería que recorren las calles de Atenas.
Su hijo de 30 años, un abogado que regresó de Francia hace cuatro años para establecerse en el país, está volviendo a pensar en abandonar Grecia, dijo.
En el peor de los escenarios, Atenas tendría problemas para pagar las pensiones y los salarios de su inflado sector público.
Los bancos griegos - que tienen alrededor de 45.000 millones de euros en bonos del Gobierno considerados como activos basura - tendrían que ser recapitalizados, lo que significa la nacionalización. Después de una moratoria de pago, probablemente no recibirían préstamos del BCE si se adhiere a sus reglas.
El sistema financiero se congelaría y podría obligar al país mediterráneo, que experimentó un fuerte auge económico cuando se unió a la moneda única, a abandonar la zona euro tan sólo una década después, dicen los analistas.
"Si los prestamistas internacionales se desconectan, habrá la necesidad de una nueva moneda, porque después de cierto punto el Estado no podría funcionar sin imprimir dinero," dijo un analista bancario griego que no quiso ser identificado.
"Afrontaríamos circunstancias similares a las de Argentina, habría enormes colas fuera de los bancos (...) Sería difícil quedarse en el euro después de una suspensión de pagos desordenada", añadió.
Algunos sostienen que una salida de la zona euro ayudaría a Grecia a recuperar su competitividad, quedando en mejor situación a largo plazo. Sin embargo, George Provopoulos, del banco central, ha advertido que un retorno al dracma sería una pesadilla, con una devaluación de la nueva moneda que alcanzaría un 60-70 por ciento.
Escuelas, hospitales y otros servicios públicos afrontarían dificultades para operar durante un período de transición, dijo Provopoulos, advirtiendo de la posible escasez de bienes importados, incluyendo combustibles, materias primas e incluso productos agrícolas.
"Si Grecia sale de la zona euro, vamos a ver una fuerte devaluación de la nueva moneda y la inflación se va a ir por las nubes", dijo Diego Iscaro, economista de IHS Global Insight.
"Si colapsa la financiación externo, es posible que no puedan pagar las importaciones, la gente no encontraría productos básicos en los supermercados", dijo, mientras que le tomaría mucho tiempo para mejorar la competitividad.
Una gran mayoría de los griegos quieren que el país permanezca en la zona euro, a pesar de que están molestos por los recortes salariales y los aumentos de impuestos exigidos por la UE y el FMI a cambio de ayuda.
"Nuestra vida sería mucho peor si dejamos el euro. Sería como volver a los años 1970, eran tiempos difíciles", dijo Yannis Korelis, de 60 años, un trabajador del sector público.
En la década de 1970, gran parte de Grecia era muy pobre y decenas de miles de personas dejaron el país para buscar una vida mejor en el extranjero.
También habría problemas prácticos. Argentina mantuvo la misma moneda a pesar de que se devaluó bruscamente. Si Grecia regresara al dracma, tendría que imprimir la moneda - el diseño, impresión y circulación del euro costó dos años y medio, dijo Provopoulos.
En el punto máximo de la crisis de la nación latinoamericana, las provincias comenzaron a emitir su propio modelo de moneda para pagar a los empleados públicos. En el norte de Grecia, donde el desempleo está por las nubes, algunas comunidades han comenzado a usar monedas alternativas, tales como cupones para el trueque de bienes o servicios básicos.
En Argentina, el congelamiento de los depósitos bancarios fue el punto de inflexión, generando violentas protestas en masa. La gente salió a las calles golpeando cacerolas y sartenes para protestar contra un colapso económico que hundió a millones en la pobreza. El Gobierno declaró un estado de sitio y los presidentes renunciaron, uno tras otro.
"Fue realmente una anarquía", dijo Iscaro, que ahora cubre países como Grecia par IHS Global Insight en Londres, pero es originario de Argentina y trabajó en un banco de ese país en el punto más grave de la crisis.
"En el peor momento de los disturbios, la gente trató de incendiar el edificio", dijo Iscaro. "En una situación desesperada, la gente iba al banco para decir, 'si no me dan mi dinero, me voy a matar'".
En Grecia, donde la gente furiosa por la austeridad y el paro ha protestado casi a diario y atacado a los políticos con una lluvia de huevos y yogur, la violencia es un riesgo, pero es muy difícil predecir el grado de gravedad que alcanzaría.
El país tiene una larga tradición de protestas callejeras que pueden tornarse violentas - tres personas murieron cuando un banco fue incendiado durante una protesta contra las medidas de austeridad en 2010 -, aunque en los últimos meses las manifestaciones no han logrado reunir una fuerte participación.
"Lo que tenemos ahora es un caso típico de maníacos de la depresión", dijo Yanis Varoufakis, profesor de economía en la Universidad de Atenas. "En esta situación, uno pasa de ser catatónico - esta es la etapa en que estamos ahora - a ser extremadamente agitado y violento. Predecir el cambio de un estado a otro es imposible para mí", manifestó.
Esa misma perspectiva de anarquía probablemente impediría que el resto de Europa le diese la espalda por completo a Grecia. Para evitar este peor escenario y los graves riesgos de contagio para el resto de la zona euro, es más probable que la UE siga ayudando a Grecia y el BCE respaldando a sus bancos, dicen los analistas.
"En el fondo de la mente de los europeos del norte que toman las decisiones, está siempre el temor a la inestabilidad", dijo Guillermo Nielsen, quien como secretario de Finanzas argentino condujo las negociaciones con los acreedores después de la cesación de pagos de su país.
"Grecia juega muy bien las cartas de la geopolítica (...) El resto de Europa tendrá que pagar las cuentas", dijo.
Esto limitaría fuertemente el riesgo de una avalancha bancaria severa, ya que los bancos griegos aún se beneficiarían de las garantías de la red de seguridad del Banco Central Europeo.
"Observen a los bancos", dijo Nielsen. "Si el pueblo griego avanza sin entrar en pánico y busca su dinero, uno puede manejarlo (...) Un incumplimiento de pago desordenado es la corrida bancaria", agregó.

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