martes, 31 de enero de 2012

Los líderes de la Unión Europea sonríen, pero la cumbre enmascara tensiones

BRUSELAS.- Los líderes de las principales economías de la Unión Europea eran todo sonrisas y apretones de manos al principio de la primera cumbre de 2012, sin la acritud que marcó el último encuentro de diciembre, cuando la crisis de deuda amenazaba con engullirles.

Pero la buena voluntad y buenas intenciones apenas ocultaron las grietas políticas que asomaban bajo la superficie.
Antes de la reunión, la canciller alemana, Angela Merkel; el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro italiano, Mario Monti, se reunieron en privado durante 30 minutos y entraron bromeando juntos a la sala de reuniones.
Si eso no fuera suficiente muestra de unidad, el británico David Cameron se apresuró a estrechar la mano de Sarkozy ante las cámaras de televisión, quizás esperando calmar las aguas que salpicaron la cumbre del 9 de diciembre, cuando Sarkozy evitó a Cameron tras unas disputa sobre la nueva política fiscal.
Pero la camaradería no duró mucho, ya que los líderes francés y británico pronto chocaron, mientras España y otros mostraron su preocupación sobre la insistencia excesiva en la austeridad, y Polonia mostró su descontento por no ser plenamente incluida en las cumbres de la eurozona pese a haber rubricado un tratado fiscal que venera las normas estrictas para controlar el déficit.
En las ruedas de prensa posteriores, Cameron y Sarkozy se refirieron repetidamente uno a otro por sus nombres de pila, esforzándose por disipar cualquier muestra de tensión o desacuerdo.
Pero en todo lo demás, desde el nuevo tratado sobre las normas fiscales más estrictas - al que únicamente no se sumarán Reino Unido y la República Checa de los 27 países de la UE - al impuesto de transacciones financieras, una política única industrial y de patentes, Londres y París chocaron.
"Soy un gran defensor y amigo de Nicolas Sarkozy", dijo Cameron a los periodistas. "Algunas veces dice algo con lo que no estoy de acuerdo. Hoy, cuando dijo que Reino Unido tiene poca industria - realmente tenemos un sector industrial mayor que Francia -, pero le quitaremos importancia".
Por su parte, Sarkozy pareció también dispuesto a restar importancia a los desacuerdos, aunque no ocultó las desavenencias.
"No quise enfadar a nadie, no quise preocupar a nadie. No pretendía ofender a nadie", dijo cuando se le preguntó por sus comentarios sobre la industria británica.
"Sólo quiero señalar que nuestros amigos británicos, porque son nuestros amigos, optaron por priorizar servicios y principalmente servicios financieros, y esa es una opción respetable que refleja sus lazos históricos con nuestros amigos americanos".
La cumbre - la decimoséptima que han celebrado los líderes para abordar la crisis de deuda en los últimos dos años - iba a centrarse en la creación de empleo y en el crecimiento, con el fin de cambiar la retórica tras meses de hacer énfasis en los impopulares recortes de gastos.
Pero incluso aunque todos los líderes estuvieron de acuerdo en la necesidad de impulsar el crecimiento y crear empleos en un momento en el que Europa está al borde de la recesión y 23 millones de personas están desempleadas, había desacuerdos sobre cuál sería la mejor forma de lograr el objetivo.
Alemania, la mayor economía de la UE y el principal contribuyente al fondo de rescate de la región, se mostró inquebrantable en su idea de que los países deben estudiar recortar su déficit presupuestario y llevar a cabo reformas estructurales al tiempo que encuentran formas de estimular la economía.
En lo que se refiere a España, por ejemplo, donde el Gobierno tiene la tarea de recortar el déficit presupuestario del 8 por ciento del PIB al 4,4 por ciento este año, lograr ese objetivo es casi imposible.
Rajoy lo sugirió en una rueda de prensa antes de la cumbre, la primera a la que asistía desde que fuera elegido en noviembre, diciendo que España incumpliría el objetivo de crecimiento para 2012. El dirigente del Partido Popular dejó abierta la cuestión de qué haría para cumplir el objetivo del déficit.
En la misma rueda de prensa, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, reconoció las dificultades que tenía por delante Rajoy y dijo que la situación del país debería abordarse en la próxima reunión de ministros de Exteriores el 12-13 de febrero.
Cuando Rajoy se encontró con otros líderes en la cumbre, fue alabado por las medidas que había tomado para recortar el gasto e introducir reformas estructurales para impulsar la economía.
Un micrófono captó al primer ministro finlandés felicitándole sobre la reforma laboral, según los medios españoles. A ello, Rajoy respondió: "Gracias, pero me costará una huelga general".

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