jueves, 2 de febrero de 2012

Débil huelga en Portugal entre temores por el empleo

LISBOA.- Los trenes funcionaban, y también los autobuses. Los empleados llegaron a trabajar y tiendas y bancos abrieron en Lisoa. El escaso seguimiento de la huelga de transportes del jueves refleja una falta de interés general en las protestas por parte de los trabajadores, preocupados por unos puestos amenazados por la creciente crisis de deuda portuguesa.

Portugal, que ya se enfrenta a su situación más dura en décadas, se ha visto cada vez más presionada en el último mes ante el temor de que pueda verse obligada a pedir otro rescate más allá de su línea de ayuda de 78.000 millones de euros, o que tenga que reestructurar su deuda como Grecia.
Los bonos italianos, irlandeses y españoles repuntaron, pero los portugueses siguen sumidos en la duda de que Lisboa pueda gestionar su deuda.
Las medidas de austeridad del Gobierno se hacen notar. El paro supera el 12 por ciento y se espera que suba más en el país más pobre de la Europa Occidental. Sin embargo, la huelga parece haber tenido un escaso efecto.
Los trenes y autobuses funcionaban, y sólo el metro y los ferris de Lisboa cerraron.
"Están subiendo los precios y ahora hay una huelga también, esto es un incordio", dio Rosario Mendes, una conserje que esperaba al autobús para volver a casa después de su turno de mañana. "No podemos hacer huelga. No hay trabajo".
Las tiendas y el comercio funcionaban con normalidad en Lisboa.
Incluso los líderes sindicales admitieron que la huelga había sido floja.
"Estamos analizando por qué los trabajadores (de trenes y autobuses) no se movilizaron como habíamos esperado", dijo José Manuel Oliveira, coordinador del sindicato de transportes FETRANS.
Hasta ahora, los portugueses han mostrado poca afición por las protestas y huelgas violentas registradas en Grecia durante la crisis. Portugal tiene poca tradición de grandes protestas.
La situación es similar en la vecina España, a pesar de un paro del 23 por ciento. La huelga general en noviembre de 2010 tuvo un impacto limitado. Los sindicatos españoles han perdido influencia y credibilidad, y también hay una sensación extendida en España de que las familias y el Gobierno vivieron por encima de sus posibilidades durante los 10 años de boom de la construcción y el mercado inmobiliario.
No se han visto tampoco grandes muestras de militancia en Francia o Italia.
La huelga del jueves en Portugal pretendía oponerse a los esfuerzos del Gobierno de reestructurar las empresas públicas de transporte, que tienen enormes deudas casi de forma inevitable tendrán recortes de personal. El gobierno no ha detallado aún sus planes.
"Esta huelga fue prematura y mal explicada por los organizadores, ya que el Gobierno no ha presentado aún sus planes para la reestructuración de transporte", dijo el sociólogo Elisio Estanque de la Universidad de Coimbra. "Así que hace poco más que caricaturizar y vulgarizar el movimiento huelguista".
El segundo sindicato paraguas más grande del país, UGT, llegó el mes pasado a un acuerdo con el Gobierno y la patronal sobre reformas laborales que facilitarán la contratación y el despido de trabajadores, impulando la competitividad.
El jefe de UGT Joao Proenca indicó firmó el acuerdo porque cree que los acreedores de Portugal - la Unión Europea y el Fondo Monetario Internaciona- están presionados para escuchar a los sindicatos y así evitar un fracaso como en Grecia. Eso debería dar más influencia a los sindicatos en reformas futuras de la economía.

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