sábado, 3 de marzo de 2012

El éxito de Monti podría demorar las reformas en Italia

ROMA.- El primer ministro Mario Monti asumió el poder hace tres meses para rescatar a Italia del desastre económico y algunos creen que pudo haber hecho su trabajo demasiado bien.

Su presupuesto de austeridad para salvar a Italia y su credibilidad internacional han ayudado a disminuir drásticamente los costes de financiación del país desde los niveles que lo llevaron al borde del colapso en noviembre.
Pero eso en sí mismo está quitando la presión a la amplia coalición de partidos que apoyó su Gobierno no electo de tecnócratas para mantener el respaldo a reformas vitales.
Los partidos sólo acordaron ceder el poder cuando la crisis se convirtió en emergencia el año pasado y el antecesor de Monti, Silvio Berlusconi, se vio obligado a renunciar.
Los costes de financiación referenciales de Italia han caído a casi el 5 por ciento desde un récord cercano al 8 por ciento en noviembre y el diferencial contra los seguros bonos alemanes se redujo a menos de 3,2 puntos porcentuales -su menor nivel desde septiembre-, desde máximos de más de 5,5 puntos.
Monti puede adjudicar gran parte de esta mejora al sentimiento del mercado, pero la parte negativa es que ha disminuido la sensación de urgencia necesaria para impulsar las impopulares reformas que Italia precisa para recuperar la competitividad.
Los críticos ahora acusan a Monti de deshacerse de su compromiso de reparar Italia ante la presión de los intereses creados.
"Monti está en la situación de haber salvado exitosamente al país y paradójicamente eso le va a dificultar hacer las reformas que son necesarias", dijo Alberto Mingardi, director del Instituto Bruno Leoni, un grupo de estudios de libre mercado con sede en Milán.
El riesgo es que, si bien el país pudo haber salido de una profunda crisis de deuda, sin mayor desregulación y flexibilidad del mercado laboral podría quedar atrapado en el círculo vicioso de poco crecimiento y alto endeudamiento que lo acechó la década pasada.
La legislación para poner fin a viejos privilegios en la industria de servicios ha sido objeto de una larga disputa entre facciones rivales en el Senado y ha quedado diluida.
Los taxistas frustraron un intento de liberar la emisión de nuevas licencias para hacer al sector más competitivo. Esa facultad sigue en manos de los alcaldes locales y no de una nueva Autoridad de Transporte que sería menos susceptible a las presiones de la poderosa industria, tal como propuso el Gobierno.
El Gobierno también abandonó un proyecto para obligar a asesores, arquitectos y otras profesiones a entregar un coste estimado por escrito antes de aceptar un trabajo.
Los abogados lograron evitar la abolición de tarifas mínimas, al menos hasta que el Ministerio de Justicia pueda diseñar una nueva manera de calcular los honorarios legales.
Mingardi dijo que Monti, un ex comisario de competencia europeo, había dado la impresión de que Italia era "irreformable" al ceder ante poderosos grupos de interés.
Para evitar someter a votación 1.700 enmiendas propuestas presentadas en su mayoría por legisladores cercanos al cabildeo, la ley de desregulación fue aprobada durante un voto de confianza el jueves. Ahora irá a la Cámara de Diputados para su aprobación final.
Tito Boeri, profesor de economía de la prestigiosa Universidad Bocconi de Milán donde Monti fue rector, opinó que al dar poder a los partidos políticos sobre el plan de desregulación, Monti ahora podría tener problemas para mantener el impulso para una reforma clave del mercado laboral.
Afirmó que los sindicatos parecen haber logrado desviar las negociaciones del área de contrataciones y despidos al ámbito de mayores beneficios sociales para los cuales hay recursos escasos, "aumentando el riesgo de que no se logre casi nada".
Con una tasa de empleo de apenas el 57 por ciento, el segundo menor en la zona euro, y un desempleo entre los jóvenes de más del 31 por ciento, la reforma laboral es vital para el futuro de Italia.
El Gobierno de Monti está en negociaciones con los poderosos sindicatos para revisar un mercado laboral "dual" que ofrece fuerte protección a los trabajadores asalariados pero ninguna seguridad o beneficio a los millones de empleados, en su mayoría jóvenes, que tienen contratos temporales.
Monti enfrenta un difícil desafío si quiere lograr una reforma real que libere las restricciones a los despidos, haga más viable las incorporaciones con contratos regulares y brinde más preparación y beneficios a los desempleados.
El alto nivel de popularidad del primer ministro, que según los sondeos se ubica algo por debajo del 60 por ciento, debería darle una mayor autoridad para abordar una difícil reforma, pero para que el Parlamento apruebe los cambios laborales también necesitará un sólido apoyo político.

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