jueves, 3 de mayo de 2012

El BCE defiende un pacto por el crecimiento sin renunciar a ajuste presupuestario

BARCELONA.- El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, abogó este jueves por poner el crecimiento en el centro de la agenda y aseguró que no es contradictorio con el ajuste exigido a los países de la zona euro, sobre cuyas economías sigue planeando la "incertidumbre".

"Los últimos indicadores disponibles de la zona euro subrayan que la incertidumbre predomina", afirmó Draghi en una rueda de prensa posterior a la reunión de los gobernadores de la entidad en Barcelona.
Draghi se mostró, no obstante, confiado en que "la actividad económica debe reanudar su curso poco a poco a lo largo del año", pese al poco alentador comienzo de año.
La actividad en la industria manufacturera se contrajo mucho en la Eurozona, cayendo a su nivel más bajo en tres años, según unas cifras publicadas el miércoles por la sociedad Markit que reafirman a los analistas en sus predicciones de un nuevo trimestre de recesión.
El desempleo, además, registró altas cotas en algunos países, especialmente en España (24,4%), que sigue en el ojo del huracán de los mercados de obligaciones, donde la crisis de deuda parece volver a aparecer tras haber sido algo olvidada a principios de año.
Precisamente, para Draghi los principales peligros para una reactivación económica son "una intensificación de las tensiones en los mercados de la deuda de la zona euro y sus potenciales repercusiones en la economía real, así como nuevas alzas de los precios de las materias primas".
Este jueves, dos emisiones de obligaciones de Madrid, a tres y cinco años, las primeras desde la rebaja en dos escalones de su nota soberana por Standard & Poor's, se saldaron con un subida de los intereses.
A pesar de la acumulación de malas noticias, el BCE no anunció medidas económicas excepcionales, manteniendo su tasa de interés en el 1%, la más baja de su historia, confiando en la "inflación permanecerá en alrededor del 2% en 2012", sin un gran peligro de subida de precios.
La institución monetaria considera que ya ha hecho bastante por ahora: prestó dinero a bajo precio en los bancos para evitar la caída del crédito y llevó a cabo un programa de compra de obligaciones públicas en el mercado secundario que alivió a los países enfrentados a la subida de tasas de interés, pero que abandonó en febrero.
Draghi volvió a apostar por un pacto por el crecimiento, aunque rechazó que ello signifique una suavización en el ajuste presupuestario que llevan a cabo algunos países.
"Debemos colocar el crecimiento en el centro de la agenda", dijo Draghi, cuando cada vez más países europeos abogan por poner coto a la austeridad, que para algunos se ha traducido en más recesión y más desempleo, como denuncia la oposición en España, donde se celebró la reunión del BCE en medio de grandes medidas de seguridad, sin que de momento se produjese ningún incidente.
El movimiento de los 'indignados' decidió anular su "cumbre alternativa" de protesta para evitar incidentes violentos como los que se produjeron durante la huelga general del 29 de marzo, mientras que una manifestación de estudiantes contra las subidas de la inscripción a la universidad se desarrolló sin problemas.
Draghi, sin embargo, rechazó que las políticas de reactivación económica se hagan con más gasto público: "Detener el ajuste presupuestario no sería de gran ayuda", aseguró, abogando en su lugar por "facilitar las actividades de los emprendedores" porque "la creación de nuevas empresas y la creación de empleos es crucial".
"Hay que aumentar la flexibilidad, incrementar la movilidad y, en tercer lugar, hay que aumentar también la justicia en el mercado laboral", añadió, en referencia al desempleo de los jóvenes y a las diferencias entre los trabajadores, algunos más protegidos que otros.
"Hemos notado progresos en algunos países, pero algunos gobiernos deberían ser más ambiciosos", añadió.
Una manera de afirmar que "el BCE no dudaría en acompañar y suavizar el proceso de ajuste, pero que son los gobiernos nacionales los primeros que tienen que empezar a trabajar", consideró Carsten Brzeski, economista de ING.

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