domingo, 6 de mayo de 2012

A China le crecen en Asia los competidores

SHANGHAI.- La competitividad de los productos chinos de menor valor añadido cae en picado. El yuan se ha apreciado un 30% frente al euro en los últimos tres años y los salarios de mano de obra no cualificada han aumentado casi un 15% anual. Con el consumo bajo mínimos de Europa y Estados Unidos, los dos principales socios comerciales de China, las exportaciones del gigante asiático se resienten y los fabricantes extranjeros se lanzan a la búsqueda de nuevos territorios donde la mano de obra aún sea barata. 

Muchos -sobre todo, en los sectores del textil y del zapato- deciden abrir su horizonte en el sudeste asiático, donde Vietnam acapara la mayoría de las miradas. En especial los alrededores de la antigua Saigón, rebautizada luego como ciudad Ho Chi Minh, donde la actividad fabril cobra fuerza. Y en el norte, en la capital política, varias multinacionales han visto oportunidades para fabricar tecnología y competir también con Taiwán, Japón y Corea del Sur.
Otros, como el conglomerado español Inditex, han encontrado una nueva base productiva en Bangladesh, 3.000 kilómetros al oeste de allí. El textil se desarrolla en la antigua Pakistán Oriental a marchas forzadas, y el salario mínimo está todavía en el equivalente a 35 euros, una tercera parte del que se paga en la mayoría de los centros manufactureros chinos, a pesar de que el año pasado se disparó. El país bengalí, además, da una calurosa bienvenida a las empresas extranjeras que quieran establecerse allí. Ofrece ventajas fiscales como las que China proporcionaba en su primera fase de desarrollo, cuando necesitaba importar talento y 'know-how (saber hacer)'.
Sin duda, Vietnam y Bangladesh, que dirigen su economía siguiendo a su manera los pasos de China, son los más beneficiados por el nuevo salto delante del gigante asiático. Pekín apuesta por fortalecer el mercado interno y mejorar la calidad de vida de los 1.350 millones de habitantes, algo a lo que la revalorización de la divisa nacional y el aumento de la capacidad adquisitiva ayudan sobremanera.
Los dirigentes comunistas también son conscientes de la abultada factura medioambiental que ha provocado su milagro económico, razón por la que han retirado los subsidios y las exenciones fiscales a las empresas extranjeras que quieren establecerse en el país para producir bienes de consumo a precios de risa. Además, la nueva normativa laboral restringe también la llegada de trabajadores extranjeros. Ahora las puertas ya solo están abiertas para expertos muy cualificados y empresas que lleguen con tecnología punta. Incluso la industria pesada estatal está obligada a reestructurarse e invertir en procesos menos contaminantes.
Todo ello tiene un elevado precio que muchos no quieren pagar. Por eso, el éxodo empresarial en China ya ha comenzado. Algunas firmas han optado por seguir las recomendaciones del Gobierno y desplazarse al interior, donde aún faltan infraestructuras adecuadas y formar al personal. Pero temen que la situación derive en un importante aumento del gasto. Las más grandes, por su parte, consideran que es mejor no poner todos los huevos en la misma cesta, y optan por la estrategia 'China + 1', que no incluye abandonar el país pero sí contempla abrir una central productiva en otro territorio. Los destinos preferentes están en países con normativas laborales y medioambientales más laxas, a los que ya se han desplazado muchos, sobre todo aquellos que fabrican productos de menor valor añadido.
Vietnam y Bangladesh buscan desesperadamente atraer esa inversión extranjera para llevar a cabo unas reformas similares a las que inició en China Deng Xiaoping. Ambos muestran una creciente fortaleza en los sectores del textil y del zapato, pero también pisan fuerte en el terreno industrial. Falta, si acaso, un tejido de proveedores que irá llegando según se establezcan grandes multinacionales.
La última en llegar ha sido Bridgestone, que hace pocas fechas anunció la apertura de su mayor planta en la localidad vietnamita de Haiphong, cuya inversión extranjera se ha multiplicado por seis en solo dos años y alcanza los 910 millones de dólares anuales. Allí desembolsará unos 575 millones, que darán como resultado 24.700 ruedas al día con destino al extranjero en el horizonte de 2014.
No obstante, Vietnam también compite en la primera liga. Intel dio la campanada a finales de 2010 con la apertura de la mayor fábrica de microprocesadores, una inversión de más de 1.000 millones de dólares que ha atraído a una constelación de medianas empresas y que está llamada a formar a varios miles de jóvenes en uno de los campos más avanzados de la tecnología.
En Bangladesh, el Gobierno está considerando seguir los pasos de Vietnam e impulsar el establecimiento de zonas especiales en las que se atraiga inversión del sector tecnológico. La surcoreana Samsung ya ha abierto una oficina en la capital, Dacca, y negocia ahora con las autoridades la apertura de un centro de fabricación por valor de 1.000 millones de dólares.
Pero hasta que los dos nuevos rivales de China den el gran salto adelante que necesitan para competir con el gigante asiático en sectores más avanzados, las exportaciones suponen una importante porción de su pastel económico. Son el motor económico de dos potencias regionales que crecen con firmeza, aunque sin sobrecalentarse. Una media del 7% anual resulta suficiente para atraer inversión extranjera y evitar que la inflación se dispare.

No hay comentarios:

Publicar un comentario