TOKIO.- Más de 5.000 personas han salido ayer sábado a
las calles de Tokio para exigir al Gobierno que decrete la suspensión
definitiva de las centrales nucleares en el país, el mismo día en el que
ha comenzado la suspensión del reactor número tres de la planta de
Tomari, en el norte del país, el último activo en Japón.
Entre 5.000 y 5.500 personas han secundado la protesta celebrada
en la capital japonesa, mientras que medio millar han asistido a la
manifestación de la localidad Sapporo, próxima a la planta de Tomari,
convocada por unas 40 organizaciones sociales.
Uno de los organizadores de las marchas, el popular periodista
Satoshi Kamata, ha calificado la jornada de este sábado de día histórico
y ha exhortado a los nipones ha mantener la presión sobre las
autoridades para que no reanuden las centrales nucleares cerradas
temporalmente para ser sometidas a inspección.
Otra de las organizadoras, la escritora Hisae Sawachi, ha
declarado a la cadena japonesa NHK que lo más lamentable es el hecho de
haya habido niños expuestos a la radiación que desprendía la central
nuclear de Fukushima, accidentada en marzo del pasado año a raíz del
terremoto y posterior tsunami que asoló la costa noreste del país.
La catástrofe de Fukushima, la más grave desde Chernobil (Ucrania)
en 1986, ha desatado las alarmas en la sociedad y en la clase política
japonesa sobre los riesgos que conlleva las plantas nucleares instaladas
en las zonas costeras. Como consecuencia, las autoridades han iniciado
un periodo de chequeos a fin de certificar las condiciones de seguridad
de las centrales.
Sin embargo, los gobiernos locales ya han mostrado cierto
escepticismo sobre su reanudación debido a la creciente impopularidad de
la energía nuclear. Por primera vez en 42 años, Japón apagará este
domingo el último reactor activo, suprimiéndose totalmente el suministro
eléctrico de las centrales nucleares.
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